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«El mal hábito de ser cuatro manos», de Flora Jordán

Por Pedro García Cueto. LA HONDA VOZ DE FLORA JORDÁN

   La editorial Maremágnum publicó el primer libro de la poeta y profesora Flora Jordán (Linares, 1985), El mal hábito de ser cuatro manos, un libro donde convive la luz de un viaje interior a la vez que la hondura de las palabras de la poeta andaluza.

  Con un prólogo de Trinidad Gan donde hace hincapié en el paseo por el tiempo de Flora hacia otras épocas de su vida, como si todo fuera un paisaje que vamos reconociendo en su hondura.

  Destaco algunos poemas del libro, como el que lleva el título de «La fundición» donde la evocación del amor prende en nosotros, nos alcanza con su susurro, su tacto suave:

Debería existir alguna manera de cifrar
todas y cada una de las caricias
que se agolpaban en la esquina más oscura
de aquel apartamento del centro de Sevilla.
Imposible recordar todas las miradas,
el tiempo se desmoronaba en el reloj,
a nuestra costa, ya entrada la mañana.
Es extraño sentirse tan segura con alguien.

   Como si la caricia dada fuera ahora un pentagrama donde suena el tiempo ido, Flora Jordán echa la vista atrás y nos habla de ese tiempo de amor. Dirá incluso que «El sofá era un universo en miniatura», porque todo acto de amor es recorrer un viaje, es adentrarse entre caricias en un paisaje que nos toca y nos deja huella.

   Hay en el libro un deseo de evocar la belleza de lo vivido, el poso que queda del tiempo del amor, a veces fantasía, a veces realidad, pero verdadero en la mirada de la poeta de Linares. Cito también otro tema del libro: la creación, cuando dice en «El poeta»: «Decir más con menos / y sujetar el pulso de la página. / Que una a una, las letras / digan algo de tu nombre».

  Esta capacidad de crear para invocar al que no está, que las palabras se conviertan en un deseo de hacer volver a quien ya no está entre nuestros brazos. Para la poeta, es el lenguaje un poderoso imán para traer el pasado al presente con el deseo de iluminar de nuevo la vida.

   Y el efecto de la lluvia en el poema «El cataclismo», donde las gotas de lluvia son huellas pisadas en la arena de un tiempo ido:

Llueve esta tarde sin memoria.
Los ríos se vanaglorian del pasado,
las pisadas del hombre ya no levantan
polvo en el camino,
tampoco sonrisas ni miedo.

   Y la tarde «se acerca a un precipicio de rutina y llueve», da la sensación del tiempo como algo cíclico que se repite, sin cesar. Hay tiempo que queda pero otro que ya no existe, porque la tarde ya no tiene memoria.

   De nuevo la sensualidad en el poema «Los mosaicos de Santa Sofía siempre me parecerán tristes» donde vuelve el deseo, el tacto de los cuerpos, el acto de amor: «Estos momentos de hoy no tienen foto: / el tubo de mi espalda, el hamman, / el olor del jabón en otras manos, / la sacudida y la noche de nuestros cuerpos».

   Ese ser extraño «desconocido» es el instante que borra el tiempo, porque todo es erotismo y sensualidad. Decididamente, el acto amoroso anula el tiempo y lo convierte todo, cuando hay plenitud, en eternidad.

  Flora Jordán ha escrito un libro ya maduro, que abre una senda de gran poeta, donde vive el recuerdo pero también un presente prometedor. Con este libro primerizo, donde, en la última parte nos habla de Turquía y del deseo, Flora Jordán abre una puerta al decir poético que espera abiertamente nuevas propuestas de gran interés. Un libro de gran belleza.

TÍTULO: EL MAL HÁBITO DE SER CUATRO MANOS

AUTORA: FLORA JORDÁN

EDITORIAL: MAREMÁGNUM

AÑO:  2019

   

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