‘Tienes que mirar’, un testimonio desgarrador, valiente y humano
FRANCISCO JAVIER INSA.@fjinsa
Es conocida como «la Stephen King rusa». Con tan solo veintisiete años, publicó su primer libro, Una edad difícil (2005), al que le siguieron Refugio 3/9 (2006); El vivo (2011), ganadora del Utopiales European Award en 2016 y la distinción ucraniana International Assembly of Sci-fi .The Portal.; La glándula de Ícaro (2013), National Best Seller Prize de Rusia; Catlantis (2015), Libro del Año para The Observer en el Reino Unido; y Tienes que mirar (2017), ahora en Impedimenta.Nació en Moscú en 1978. Trabaja en el Russki Reporter, y está considerada una de las más importantes escritoras rusas del momento.
La vida tiene curvas, atascos, retenciones y accidentes. No lleve a engaño al lector estas primeras letras. Este libro es tan intenso como desgarrador. La pérdida de una vida siempre lo es y, si es de un nonato, qué decir. Anna Starobinets nos cuenta, en primera persona, cómo es la experiencia de llevar un niño en su vientre sabiendo que no tiene ninguna esperanza de vida. La deshumanización con la que el sistema sanitario ruso trata a una mujer que se debate entre abortar o a dar a luz un niño muerto. Un sistema que castiga y la responsabiliza del fracaso de su embarazo. Culpable por engendrar un niño sin esperanzas de vida. Anna nos hace partícipes de su sufrimiento, desazón, dolor, de las fases por las que atraviesa tras el diagnóstico, de su miedo, de sentir que es un gusano. Nos lleva de la mano en todo el proceso que describe minuciosamente, las opciones que le ofrecen; “lo cortaron en pedacitos”, de los “niños piruleta”, de ser “un cadáver andante”, de como un país como el suyo la “maltrata” por fracasar como madre.
He de confesar que terminé el libro en un día. Es desgarrador, sí. Es demoledor, sí, pero no puedes dejar de leer, porque, al mismo tiempo, es inspiradora la forma en la que se enfrenta a un dilema como es la fe o la medicina. El trauma que supone “comprar un ataúd en lugar de una cuna”.
“No importa si el avión se estrella o no. Yo, ya me he estrellado”, confiesa Anna mientras intenta tomar decisiones, afrontar la situación sin morir en el intento. En Rusia, confiesa Anna, “no se alivia el dolor espiritual ni el físico”, simplemente, te destierran a un hospital donde “hacen esas cosas” lejos de las demás “mamis” para que no se contaminen de su fracaso.
A pesar de su crudeza, no puedes dejar de leer. Intuyes lo que va a pasar, pero no pues, te rindes ante sus frases desgarradoras, terroríficas en algunos momentos. La vida manda, aunque, en este caso, es la muerte. Una historia de superación personal, de duelo, real y narrada en primera persona por la autora que, a su vez, es la protagonista. Una obra catártica donde las haya, de sanación, de fortaleza, de cruda realidad y de superación, si se pude superar la pérdida de un hijo… “La muerte nace con el primer empujón, en silencio”. Frases demoledoras como ésta son las que hacen, de este libro, una apuesta segura. Y ahora, para terminar, respiro profundamente y sigo leyendo.
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