‘Revancha’, de Kiko Amat
DAVID ALFARO.
Estás en la cocina, vas con el tiempo justo, el estrés te devora y se acumula en la boca del estómago; ahora no quiere comer, pero tienes que, si no luego va a ser peor. Te giras en un acto reflejo al oír el microondas y, de repente, vaso al suelo. Cientos de pedacitos por todo el suelo esparcidos, por un momento el mundo se detiene, la vida se ralentiza y tu cerebro se aturulla. Te haces la misma que te vas a hacer cuando termines de leer ‘Revancha’: ¿Por dónde empiezo?
Baja las pulsaciones, hay que empezar por el principio, ley elemental de la física. Descripción: nazis apegados al Fútbol Club Barcelona, asesino a sueldo que intenta la redención en cada venganza, pasados turbulentos que marcan un presente allanado a base de odio y bilis, violencia y dos caminos cruzados, el de César y Amador. Dos caminos que, como el fuego y la gasolina, una vez que se cruzan tienden a explotar.
Kiko Amat ya nos tenía acostumbrados a esta provocación nostálgica, pero esta vez ha pisado el acelerador y ha ido directo hacia un muro para estamparnos contra él y sacudir todas las vísceras que llevamos dentro. Lo único que te sale decirle al autor cuando terminas la última página es: “Joder, Kiko, te has quedado a gusto”. Aviso a navegantes: abstenerse remilgados y pazguatos, esta es una lectura de alto octanaje.
¿Violencia? ¿Fútbol? ¿Skins? ¿Tarados descarriados? Puff, qué pereza. Puede que lo estés pensando. Aparca los prejuicios. Esta novela está por encima de ellos, está bien estructurada, cosida por los cuatro costados. Dos voces van narrando las acciones de ambos protagonistas, una con narrador omnisciente y otra hablándote en segunda persona como si fueras tú el hijo puta desagradable que se encarga de arrastrar un pasado horrible que ha devenido en presente miserable. Arriesga el autor con esa estrategia, pero la clava. Sale bien parado.
La originalidad está casi en cada frase. “El cielo se vuelve de color del hígado del pollo hervido”, atiza en uno de sus símiles. Todo es nuevo en este libro, no hay nada que hayas leído antes. En ninguna parte del mundo. Ni de casualidad.
Abunda Amat en un nivel de detalle exquisito, haciendo que las desventuras de estos personajes sean la línea de acción que te lleve por el cambio de una Barcelona que fue brutal y ahora se ha reformado; no te confiesa si para bien o para mal.
Al leer puede venir a nuestra mente Irving Welsh, Carlos Zanón y su ‘Yo fui Johnny Thunder’ o algo más cinematográfico como el ‘American History X’ de Tony Kaye, incluso cualquier paranoia de Gaspar Noé.
Poco a poco, la historia costumbrista se va convirtiendo en un thriller que te hace avanzar por las páginas sin control. La desmesura de los personajes se apodera de tus sensaciones y Kiko Amat logra que empatices con semejantes bestias, sabe explicarnos el porqué de la maldad. Y lo entendemos. Y lo compramos. Y lo compartimos. Necesitas los cinco sentidos para emprender la lectura porque no sabes lo que te vas a encontrar en cada capítulo, como si se tratara de ‘La grande bellezza’ de Sorrentino, pero ambientado en el inframundo de Barcelona, logrando que te pongas en la piel de la peor basura humana que pueda existir y que los comprendas, que un traje tan mierdoso como el que te han puesto te llegue a quedar bien. Abre tu mente porque te van a arrancar sentimientos favorables hacia la peor calaña que pueda existir.
En resumen, una lectura áspera, dura, visceral, que te va a golpear el hígado, va a hacerte catar el sabor de la bilis, se va a acercar a ti con violencia y los ojos inyectados en sangre como un boxeador que pelea en la distancia del dinero, y cuando te destroce y estés regurgitando metáforas y boqueando letras como un pez lector fuera del agua, sabrás por fin lo que se siente cuando se tienen auténticas ganas de revancha.