«Cuaderno de historia», de Manuel Rico
Por Pedro García Cueto.
Manuel Rico, escritor, de amplia trayectoria en la poesía, la narrativa y el periodismo, publica en la editorial Pre-Textos su último libro de poemas, Cuaderno de historia, que es un paisaje emocional por donde transitan muchos recuerdos, evocaciones que concita con su voz poética como si dialogase con el pasado.
El libro está tejido con el hilo de los afectos, donde su padre, sus hijos, son los eslabones que van hilando este tapiz que respira nostalgia pero también un cierto deseo de seguir, de avanzar hacia un futuro incierto. El libro está divido en varios apartados: «Así se hizo», «Itinerario», «Presente en fuga», «Intemperie», «Deudas» y «Volver a casa», donde el poeta va dejando briznas de un tiempo ido, también homenajes que viven dentro de él. En ese viaje hacia el ayer viven poemas luminosos que abrazan con su luz cenital.
En el poema «Antepasados» dice acerca de aquellos que le precedieron:
Eran ellos:
los que vivieron la muerte y su avaricia
en plena juventud. Fuimos
los herederos de sus temores,
las tapias donde su sombra, el hueco
para sus lágrimas
mientras crecimos.
Ese eco queda en el poeta que vivió sin entender entonces el dolor, pero que ahora, con el paso del tiempo, es tan cierto y verdadero. Hay en el libro ese poso de diálogo con los que se fueron y que aún tienen algo que decir, una confesión latente que pertenece solo al que escribe pero que puede ser nuestra cuando nos enfrentamos a aquellos que amamos y ya no están.
En «Mapa con grietas» de aquellos barrios de las afueras, de ese Madrid que se fue haciendo poco a poco, en plena dictadura, cuando ya muchos anhelaban una libertad que se les negaba. Llega también el poema «Atocha 1977» en homenaje a Luis Javier Benavides, uno de los abogados laboralistas que murió en la matanza de Atocha por parte de los seguidores de Cristo Rey: «Eran las grietas, la venganza del túnel, / la vuelta a lo inhóspito, la insistencia del gris y de lo oscuro. / Era la muerte cuarteando el débil edificio / de un entusiasmo urdido en años de carencias».
Ese reflejo de una época gris, de una España en sombras permanece en el libro, Manuel Rico es testigo de ese hábitat donde la vida se rompe en jirones, donde las ilusiones saltan por los aires. Como dice en el poema conocía a aquel abogado y su muerte, como la de los otros, es ruptura con un espacio de libertad que se abre tímido entre las fauces de la opresión y la mentira. La violencia de esos años setenta, recién empezada la democracia, queda palpable, la dura conquista de una libertad que cuesta sangre y dolor.
Pero hay en el libro también espacio para lo íntimo, para la confesión al padre, que ya es él, como si todos fuéramos espejos de nuestros padres. Cuando dice en «Vivo en mi padre», versos como estos: «La ventanilla del autobús nocturno es un espejo / deforme que me ofrece, desvaído / el rostro de mi padre y me sumerge, de pronto, / en la duda, en la niebla, en la zozobra».
Ese rostro «arañado de años» es también el que refleja un padre que llegó a pegarle dos veces, como si el rencor se disipase en sombras, intentando ver de aquel que amó el fulgor y no la ceniza de un rostro.
Y poemas, como «La piel», nos hablan en susurros, son caricias frágiles a lo más recóndito de uno, a su intimidad latente: «Tu piel en la noche, fiebre y conciliación, / memoria de los días de campo e intemperie, / de desnudez e irreverencia y humedades».
Cuerpos que se abrazan en un recuerdo que todo lo cumple, donde los hilos de los afectos van tejiendo el poema con nostalgia y verdades.
Pero también hay espacio para aquellos que admiró como Leonard Cohen, el gran Javier Egea o el cineasta Truffaut en el poema «Calendario»: «Así se despidió Françoise Truffaut de nosotros. / Como todos murió, sin precisar siquiera / los cuatrocientos golpes que le diera la vida / para rendirse al fin ante su gente».
Libro hecho de recuerdos, de tiempos de sueños cinéfilos, de ecos familiares que vuelven, de barrios en construcción, de seres que se desdibujan pero vuelven como si existieran por primera vez. Libro que es paisaje, que es cuaderno de hojas rasgadas.
Y en el poema «Pasillos» parece concitar a todos los seres que pueblan su memoria, los devuelve a la vida, porque solo el ser humano puede traer otra vez el olor, el tacto de los seres que ha amado:
Hay pasillos
que morirán el día
en que no sea memoria,
pasillos que aún avanzan
por la tierra confusa del primer recuerdo.
Cuando cierras el libro, has dialogado con un poeta que ha encontrado de nuevo los eslabones perdidos, que ha resucitado seres, miradas, palabras, que ya no estaban.
Cuaderno de historia es un libro sincero, hondo, que nos reconcilia con los afectos y nos aleja de un mundo despiadado como este. Manuel Rico ha envuelto su cuaderno de hojas en un paisaje emocional de gran belleza. Un gran libro, sin duda alguna.
TÍTULO: CUADERNO DE HISTORIA
AUTOR: MANUEL RICO
EDITORIAL: PRE-TEXTOS
AÑO: 2021