La poesía contra la política. 10+1 aforismos de combate
1. Desde que Platón expulsó al poeta de la república, este ha tenido que estar siempre contra el poder. Favor por favor.
2. La política, que en la Grecia clásica era la ocupación más alta a la que podía aspirar un ciudadano, en la España actual es la más baja. Algo perfectamente explicable, desde el momento en que cualquiera puede ser nombrado ministro, incluso Presidente del Gobierno, pero no escribir como los ángeles.
3. El poeta ha de demostrar su talento; al político se le da por supuesto. ¿Cómo van a compartir la misma mesa sin que empiecen a volar los platos y los vasos?
4. El político, en su fuero interno, odia la poesía, porque ésta consigue mejorar el mundo sin transformarlo.
5. El poeta nos abre los ojos que el político se empeña en que volvamos a cerrar. En esta lucha sin cuartel, el ciudadano de a pie se debate continuamente entre sentirse seducido por la verdad o acabar persuadido por las patrañas.
6. La poesía esencial es siempre popular e insumisa; la poesía social, política y disciplinaria.
7. El poema nos invita a poblar el mundo tal y como es, con sus pros y sus contras; el programa político, a aniquilarlo para recrearlo (a menudo, exactamente igual como ya era, pero sin alma).
8. Para el político, todo está por hacer; para el poeta, todo está hecho. Por eso, este canta y aquel brama.
9. “Un político más es un ciudadano menos”, escribió Ramón Eder. “Un poema bueno son cien ciudadanos mejores, quizás cien mil”, le remedo yo.
10. Lo que el poeta ha unido, que no lo separe el político
“Confío más en mi poesía para ayudar a los hombres a ser mejores y ponerlos en paz, que en mis imposibles golpes políticos o mis improbables gritos sociales” (Juan Ramón Jiménez).
José Luis Trullo, editor de El Aforista
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