«Cuando caiga la nieve» y la vida y la muerte sobrevuelen las cenizas de un hombre

Por Horacio Otheguy Riveira

Un hombre nos recibe tumbado en un suelo cubierto de blanca nieve hecha de plumas: una nube muy teatral, él lleva camiseta y vaquero y en un extremo, una urna sobre la que girará la historia que une a cuatro que no se conocen, unidos por el devenir de una existencia en medio de una ciudad… pero con pájaros que cada año migran incansables… Los tres hombres y una mujer se cruzan, parece que van a alcanzarse, pero como vemos a diario en una gran ciudad, cada quien va con su carga de cenizas reales y mentales, ansioso en su hogar mental con su cuota de desolación: la mujer a quien los hombres que la rodean marginan, ningunean, pero nunca logran descabalgarla de su empeño en seguir adelante con honestidad. A su alrededor, el hombre sin cabeza, el hombre invisible de la gran Plaza de Oriente de Madrid, que es la ciudad real e imaginaria por donde transcurre la acción. Este padre de familia que se mal gana la vida de esa guisa compartirá infortunio, sin saberlo, con un hispanoamericano que infla globos en el mismo parque… entre ambos la urna ajena y propia por azar, por torpeza, por penuria, y a la vez dentro y fuera de otra historia, la del muchacho con las aves migratorias que busca un sentido a aquel fenómeno de infancia junto a su madre. El cruce de caminos se invierte y expande con motivaciones escénicamente ricas en sugerencias con intérpretes con la suficiente imaginación como para sentir ellos y hacernos cómplices a nosotros en el vuelco de un crecimiento dramático con ráfagas de humor.

Tras su gira por 11 provincias españolas, el espectáculo regresa a casa, a Madrid, para reencontrarse con la ciudad que lo vio nacer y que sirve de escenario para la acción de la obra. Una ciudad que vive en este año la resaca de dos fuertes impactos: la pandemia y la nevada. Las dos han dejado un poso de extrañeza y dolor, al que la ciudad se enfrenta con emoción, lucidez y esperanza, del mismo modo que lo hacen los cuatro personajes de Cuando caiga la nieve ante los imprevistos de sus vidas, también marcados por la extraña presencia de la nieve y de la pérdida. Así, a través de ellos y de sus historias, el espectáculo rinde homenaje al Madrid de nuestros días, insistiendo en la necesidad de unirnos en el teatro para hacer frente a la dolorosa soledad a la que parece abocarnos nuestro tiempo.

Además, regresa a uno de los hogares predilectos del montaje: la Sala Cuarta Pared, uno de los primeros espacios donde el público pudo encontrarse con estos personajes del espectáculo. En sus tablas, la celebración será aún mayor al estar presente buena parte del elenco que a lo largo de estos años ha interpretado la obra, rotando en algunos de los papeles.

Es una obra que ya aplaudí en 2018, con otros actores: Cuatro personajes en busca de sí mismos. Un placer grande reencontrarme con el texto dirigido por el mismo hombre de teatro, en esta ocasión también presente como actor: Julio Provencio, quien ha diseñado una puesta en escena semejante a una coreografía coral en la que las voces logran una notable inmersión en el extraño paisaje interior de quienes van y vienen con sus desdichadas experiencias en busca de alguna clase de paz… Un texto original de Javier Vicedo Alós que deambula con precisión sobre la peculiar cornisa de una tragicomedia.

Juan Carlos Talavera es el Irónico fuguista de los compromisos sentimentales, El Hombre sin cabeza. El humor triste de quien, contra todo pronóstico, en realidad busca una noble redención.
Chupi Llorente empeñada en hacer lo más justo, rodeada de hombres —uno muerto y dos vivos— que se esfuerzan en ignorarla.
Efraín Rodríguez, extranjero en Madrid, perdido en un bullicio incomprensible y agresivo, es sin embargo el más generoso. Como los otros, empeñado en redescubrir un mundo acogedor.
Julio Provencio a cargo de un hombre-niño que no acaba de crecer para convertirse en un ser completo, pendiente de aves misteriosas allá en la lejana infancia.

Hombre sin cabeza: Juan Carlos Talavera
Chico joven: Fernando Delgado-Hierro / Julio Provencio
Limpiador: Fabián Augusto Gómez Bohórquez / Efraín Rodríguez
Hija: Chupi Llorente
Dirección: Julio Provencio
Texto: Javier Vicedo Alós
Espacio escénico: Julio Provencio
Creación sonora: Nacho Bilbao y Diego Merino
Diseño de iluminación: David Benito
Vestuario: Yeray González Ropero
Fotografía: Susana Martín / Julio Provencio
Producción: Becuadro Teatro, La Belloch Teatro y Jesús Torres

SALA CUARTA PARED HASTA EL 2 DE MAYO 2021

 

 

 

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