«Nunca serás un verdadero Gondra»: novela de novelas en el caudaloso río de la autoficción

Por Horacio Otheguy Riveira

Dentro de una obra, muchas otras con episodios históricos nacionales y personales, siguiendo los pasos de un hombre diversificado en intenciones, preguntas, respuestas firmes e imprecisas. Un universo literario con voz propia que no solo se desliza ante nuestra mirada y nuestras emociones, sino también sobre un eje de pertinaz obsesión mundial: el odio interétnico alrededor de quien tiene la necesidad imperiosa de ser él mismo con una mente abierta que facilite la posibilidad de ser en sociedad.

Siempre en primera persona, Borja Ortiz de Gondra aprovecha su amplia cultura para sugerir homenajes a toda clase de artes que buscan en la memoria de los lectores un río donde rejuvenecer pasiones leídas y por tanto vividas, ya que no es auténtica la distorsión de la literatura al margen de la vitalidad, y en estas páginas de Nunca serás un verdadero Gondra se hace presente todo ello con la fluidez del licenciado en derecho y dirección escénica, dramaturgo, actor, docente que en ningún caso se permite etiquetas, ahora narrador muy interesante, capaz de una obra muy densa que se lee con la sensación de estar escuchando a un contador de historias al calor de una chimenea… o bajo la dulce brisa de primavera.

Esta su primera novela avanza cargada de promesas que va cumpliendo palmo a palmo. A tal punto que me impongo una lectura pausada. Aunque me apetezca ir de un tirón, devorando su cruce de caminos, comprendo que me perdería mucho y me niego a dejarme arrastrar para leerla de carrerilla, pues descubro una sorpresa tras otra al detener el flujo de intriga para reposar algunas páginas, saborearlas, releerlas… un modo de enriquecer el mágico encuentro con episodios que reclaman mi solidaridad en el confortable —y a menudo doliente— abrazo que desprende la sucesión de episodios memorables.

Tiene Borja Ortiz de Gondra el arrojo de atravesar su autoficción encarnando a muchos de sus yoes, reales y ficticios. Al recrearse en sus diversos personajes permite una acrobacia narrativa singular, ya que su protagonista avanza en busca de una identidad donde alojarse, más allá del acariciante reino de la literatura.

En la novela Nunca serás un verdadero Gondra con un tal Borja, surge otra novela, con un tal Bosco: Nunca serás un verdadero Arsuaga, y muchas otras que hilvanan pasiones y leyendas a través de una espléndida creación de personajes secundarios. Así atraviesa zonas del pasado y de los muchos presentes en un muy rico castellano que participa cómodamente de un salpicado de otras lenguas arraigadas en el escritor: euskera, francés, inglés, además del panhispánico que se abre camino en la populosa comunidad latina de Nueva York… Vaivén de lenguas en un cuerpo que oscila entre su Algorta de Euskadi natal, profundamente afincada en sus emociones, París, Madrid, Nueva York… Cuerpo y alma, mente y sensaciones entre emociones encontradas.

Bosco y Borja: dos en uno. Todo narrado por una primera persona con la noble disposición de compartir una vida con los anónimos viandantes que le lean. Después de haber visto y leído sus Gondra del teatro, en la novela solo «suenan episodios conocidos» porque el conjunto tiene la vigorosa presencia de lo nuevo. Una narrativa que desanda angustiosamente el drama de la violencia en el País Vasco entremezclada con existencias que vibran dentro y fuera del colapso patriótico en la piel de Bosco/Borja, dos extranjeros en cualquier parte, dos persistentes e incómodos forasteros.

Ni en el teatro ni en la narrativa soy yo mismo: soy el fantasma de alguien cuyo nombre coincide con el mío. Hago autoficción, pero lo que cuento no es exactamente lo que he vivido. Escribo para ser otro con mi nombre. (El Cultural. Abril 5, 2021).

 

El niño sonríe apenas, una sonrisa contenida, elegante ya a temprana edad, y lo hace portando las paletas con que se pondrá en acción un deporte duro que siempre ocurre en un frontón donde cuando crezca sucederán hechos luctuosos. El niño Borja no sabe nada, más allá de admirar a los portadores de lo que él lleva en sus brazos como trofeos. Con inocencia angelical, desde esta portada nos invita a recorrer una vida que le alcanzará muchos años después, una existencia poblada de momentos felices, abundantes angustias, temores y no poco coraje en busca de sí mismo sin parar de mirar, hacer, tocar, volar y regresar a ras de tierra…

Descubrirá una gozosa sexualidad a partir de los 19 años, que, como muchas otras tendencias, sabrá resolver al margen de los deseos familiares con sus 16 apellidos vascos a la espalda. Frente a los egocéntricos mandatos paternos, bajo la abrumadora bandera del Seas como seas, el niño crece con fuerza en su ingenuidad, y tesón en su ambición de ser él mismo aunque no sepa exactamente cómo, entre varios idiomas y países como metáfora de un buscador de respuestas que deambula entre el teatro y las traducciones hasta construir esta novela de novelas con la pujante personalidad de un gran personaje que se desdobla para mejor buscarse.

El niño de la foto siempre va de la mano de Borja Ortiz de Gondra, se quieren mucho, y por tanto se cuidan para que ningún abismo les seduzca en medio de la noche. Por eso el recorrido de esta obra tiene la profundidad de las creaciones inquietantes, de las que no resulta fácil separarse, sobre la que será necesario volver en cualquier momento a cualquier hora de cualquier año en busca de la sonriente mirada de este niño que no mira a la cámara, sino a un más allá de los límites de la realidad inmediata.

The Church of Saint Francis Xavier. Nueva York. Las 8 de la tarde: «El órgano seguía sonando imponente. Comenzó a brotar el llanto poco a poco, desde muy dentro, hasta que se me desató la congoja… Lloraba y lloraba y no me importaba nada. Ni siquiera trataba de hundir el rostro entre las manos. Lloraba a cara descubierta, sin coartada y sin contención, casi a gritos, cubriendo las notas de la música en la iglesia vacía».

 

El hombre y su doble en «Los otros Gondra», en el Teatro Español, última incursión teatral en el tema familiar con el autor interpretándose a sí mismo y Jesús Noguero como su doble. Enero 2019. (Foto de escena de Sergio Parra).

También en CULTURAMAS

Entrevista a Ortiz de Gondra, febrero 2019

El doloroso laberinto de la memoria en “Los otros Gondra”, enero 2019

“Los Gondra”, una autobiografía con admirable reparto, febrero 2017 (foto)

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