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Los libros de la isla desierta: ‘La tonalidad precisa del rojo’, de Manuel Broullón

ÓSCAR HERNÁNDEZ-CAMPANO. @oscarhercam

La primera vez que leí un relato de Manuel Broullón no sabía que este profesor de Literatura era el autor. Su relato participaba en un concurso y cada autor era identificado por un número. No recuerdo el número, solo sé que, como jurado del certamen, fui consciente de que estaba ante el relato ganador nada más leerlo. Los otros miembros del jurado sintieron lo mismo y así descubrimos que detrás de aquella historia tan cautivadora estaba un escritor que, poco tiempo después, ha publicado su primera obra.

Digo obra y no novela porque La tonalidad precisa del rojo es un texto que no se conforma con encajar en una categoría narrativa. Es prosa, sí, pero absolutamente poética. Es ficción, sí, aunque podrían ser memorias. Es realista, eso parece, pese a la atmósfera onírica, mágica o fantasmagórica que atraviesa sus páginas. La obra, editada de forma cuidada y elegante por la editorial Kaótica libros, nos invita a acompañar al protagonista, por intentar focalizar a un personaje, en su viaje y estancia durante unos meses en la misteriosa Ciudad Roja.

El uso de la segunda persona del singular nos coloca a los lectores en el centro de la acción y eso nos arroja a esos escenarios que rezuman metáforas por todas partes. El lector, pues, es ese al que interpela el narrador. Se rompe la cuarta pared, por usar un concepto de la dramaturgia, y quien lee se encuentra caminando por las callejuelas de esa ciudad, tumbado en la cama de la habitación que ocupa durante su estancia o visitando las tabernas en las que se respira un aire denso, almizclado, cargado de aromas y feromonas.

La forma es, en la opera prima de Broullón, el todo. La pluma precisa, exquisita y elegante del autor utiliza las palabras justas y exactas en cada párrafo. No sobra nada. No falta nada. La sensación de perfección lo inunda todo. Cuando el lector se deja arrastrar, cuando se identifica con el que le lanza el narrador, ya no hay marcha atrás. La páginas se suceden y uno se ve en ese lugar casi mistificado que es esa ciudad.

Hay ecos de muchos autores. Personalmente vi a Borges, a García Márquez, a Ana María Matute, a Kafka, a Dino Buzzati o a Malcolm Lowry. Seguro que cada lector encuentra referencias o referentes, porque se nota que Broullón es un autor que ha leído muchísimo, que ama la Literatura y que tiene el don de cautivar con sus historias. Y esto marca la diferencia entre alguien que escribe y un escritor. Muchos saben trucos de magia, pero pocos autores son mágicos.

Manuel Broullón (Cádiz, 1987) es doctor en Comunicación, Literatura, Ética y Estética por la Universidad de Sevilla. Trabaja en la Universidad Complutense de Madrid y es profesor del Máster en Escritura creativa. Ha escrito una infinidad de artículos y ensayos sobre Literatura, creatividad y Comunicación. Contar historias y comunicar es su vida, es su pasión y eso se nota en su obra. El reto al que se enfrenta ahora es publicar su segunda obra. Dicen que todos nacemos con un libro, con una novela bajo el brazo, pero que el escritor aparece a partir de su segunda obra.

No me cabe ninguna duda de que Broullón nos regalará más obras repletas de magia como La tonalidad precisa del rojo. Otra cosa es que una literatura como la suya encuentre con facilidad acomodo editorial en un sector enfocado casi en exclusiva hacia el beneficio comercial. Menos mal que existen dentro del panorama editorial sellos que apuestan por conjugar el arte y la creatividad literaria con el legítimo beneficio económico. En uno de estos sellos, Kaótica libros, ha encontrado Manuel Broullón el hogar para su deliciosa obra. El libro está epilogado por Manuel Ángel Vázquez Medel, que dedica unas páginas a explicar la obra y a darnos a conocer un poco más a su autor.

La tonalidad precisa del rojo es una obra que necesita ser releída. No basta con un sorbo de su magia. La poesía y su misterio reclaman que el lector vuelva a zambullirse en sus páginas. Por eso me la llevo a la isla desierta.

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