Calle de sentido único, de Walter Benjamin

Calle de sentido único/ Infancia berlinesa hacia mil novecientos

Walter Benjamin

Traducción de Richard Groos

Editorial Periférica

Cáceres 2021  180 y 130 páginas

 

LOS APUNTES DEL APÁTRIDA

 

Por Íñigo Linaje

 

Hay en el prólogo a Infancia berlinesa hacia mil novecientos, las memorias juveniles de Walter Benjamin, un fragmento premonitorio: “En 1932, estando en el extranjero, comencé a vislumbrar que pronto tendría que despedirme, por algún tiempo, de la ciudad donde nací”. Y es que la biografía del escritor alemán está llena de viajes y huidas, de arribos y despedidas. Los ensayos autobiográficos que componen este libro abundan en evocaciones impresionistas de su infancia berlinesa. Hay ahí recuerdos de sus años escolares, instantáneas familiares, estampas del joven flaneur que observa el paisaje de su ciudad desde la ventanilla de un tren. Un anuncio -quizás- de su fuga futura y de su adiós en Portbou.

Pionero de la literatura fragmentaria, Walter Benjamin dejó en estos relatos y en Calle de dirección única, ambos reeditados ahora en Periférica, algunas de las notas más personales de toda su carrera. Propicios para leer de forma aleatoria, los pensamientos y aforismos que escribió para este último -que aparecieron en periódicos de la época- son una vía más accesible para entrar en el mundo del autor que las digresiones ensayísticas que propone en sus textos filosóficos. En estas dos obras complementarias, así como en su correspondencia (en sus magníficas Cartas de la época de Ibiza, por ejemplo) encontraremos al Benjamin más humano y terrenal.

Las anotaciones recogidas en Calle de sentido único funcionan a modo de diario intermitente y lo mismo encierran reflexiones existenciales que estadías de viajes o sueños. Estas notas están a años luz de las elucubraciones sesudas y asépticas de la Escuela de Frankfurt, tendencia filosófica a la que quedó adscrito el pensador alemán. Además, en ellas encontraremos indicios de su espíritu visionario, en tanto augura -a principios del siglo XX- la importancia de la publicidad en el futuro o el papel acomodaticio que jugará la crítica literaria en nuestros días. (El apartado “Prohibido fijar carteles” es revelador en este sentido).

Asimismo, Benjamin analiza en estos escritos los vicios de la burguesía, su ansia feroz de capital y el incipiente espíritu mercantilista de la época. No cabe duda de que existe una secreta relación -dice- entre la cantidad de bienes y la cantidad de vida, es decir, entre dinero y tiempo. Su espíritu libertario, siempre tenaz y combativo, le lleva a esta reflexión tan certera: “Nunca debe uno hacer las paces con la pobreza, sino mantener alerta sus sentidos frente a cualquier humillación, y disciplinarlos hasta que su pena haya trazado no la calle descendente de la pesadumbre, sino el sendero ascendente de la revuelta”. Palabra de apátrida.

 

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