Entrevista a Vicente Barberá Albalat, poeta del amor
Por Isabel Alamar.
Barberá nos cuenta en esta interesante entrevista cómo nació su último libro, Ese malbendito amor, una antología, editada por Lastura, que reúne lo mejor de su poesía amorosa. La selección de los poemas la hizo la escritora Magda Villarroya y el prólogo el inigualable Ricardo Bellveser. Rigor formal, alta intensidad emocional, elegancia… son algunas de las características de la poesía de este exquisito autor que, al final, de la entrevista compartirá con todos nosotros un soneto, composición poética, en la que demuestra especial dominio.
Isabel Alamar: ¿Cómo se te ocurrió el brillante y original título de Ese malbendito amor?
Vicente Barberá: El amor auténtico, el que procura el bien de los demás, la entrega sin nada a cambio, el que, por otra parte, es una de las cuatro patas que soportan el tablero de la vida, según una escuela budista, siempre es bendito. Mis padres decían “haz bien y no mires a quien”. Y José Albi nos lo recuerda cuando escribe: “El amor nos recobra y nos reúne / uno a uno y a todos de repente. Pero el amor de pareja, que es del que se trata especialmente en esta antología, es otra cosa y puede ser bueno o malo por emplear solo eufemismos. Se ajusta más a la expresión de Vicente Aleixandre: “Sí, poeta: el amor y el dolor son tu reino”. Por ello cabe hablar de maldito o bendito. La palabra —todavía no reconocida por la RAE— malbendito pretende referirse a los dos.
IA: ¿Por qué pensaste que Magda Villarroya era la persona adecuada para seleccionar entre todos los poemas de amor que habías escrito los mejores?
VB: Magda es una excelente persona, autora de varias novelas y libros infantiles. Escribe también poesía y podía aportar un punto de vista femenino que me interesaba para la selección. Ha hecho un trabajo nada fácil porque tengo publicados una buena cantidad de poemas amorosos y no puedo dejar de seguir haciéndolo. Que realizó una buena selección me lo demuestra la aceptación que está teniendo el libro y que agradezco a los amables lectores.
IA: La carátula es sencilla, bella y sugerente, de quién fue la idea, qué se deseaba sobre todo transmitir con ella.
VB: La cubierta fue idea de Lidia, la editora, que me la propuso y que acepté enseguida. Se trata de un cuadro de Léon Gérôme titulado Pigmalion y Galatea, mito clásico que ha dado pie a un soneto que publicaré en mi próximo poemario y que desde hace tiempo tengo escrito: Pigmalión, rey de Chipre, buscaba una mujer perfecta para casarse. Como no la encontraba esculpió una estatua de marfil (Galatea) de la que se enamoró y Afrodita le dio vida. Una inverosímil historia de amor que nos describe Ovidio en Las metamorfosis.
IA: El prólogo de Bellveser es todo un lujo: ameno, esclarecedor… supongo que estarás más que contento de haber contado con el respaldo de un escritor tan importante.
VB: No tengo palabras para agradecer su generosidad y por haber descubierto en mí cualidades que yo mismo desconocía. No tiene precio. Propio de un verdadero amigo.
IA: Cuando has visto reunidos tus mejores poemas de amor en este libro has sido más consciente y otros también lo han sido de aspectos como los siguientes, enuméranos algunos.
VB: No sé lo que habrán visto los demás y ya se sabe que un poeta no existe sin lectores. Ricardo llena de adjetivos mi poesía en la introducción y ello me podría dar pie a extenderme en esta entrevista con el peligro de hacerla interminable. No obstante, me referiré a algunos: tardío, escasamente 10 años hace que empecé a publicar; cortesía, en el sentido de respeto, amabilidad y lo que comúnmente se entiende por buena educación, aunque muchas veces quisiera saltarme las normas para reflejar la injusticia, el abuso y la maldad de los poderosos; poeta verdadero y rigor formal, tal vez por mis esfuerzos en versificar de manera equilibrada; siente la poesía, como el propio Ricardo puedo decir que disfruto, que es como una terapia y que a ella le debo la intensidad emocional con la que vivo los mejores momentos de mi soledad; fuerte arraigo agustiniano, sin duda por el fragmento del obispo de Hipona, que he utilizado muchísimas veces en mis charlas y clases de felicidad, como actitud hacia la vida; piruetas en el uso de algunas citas y las referencias a poetas por los que siento intensa admiración, con afecto humano, como Praena, Barat o Rafael Soler; emotividad, intento dar y sentir en todos mis poemas un toque emotivo y un final —lo que más me cuesta— que en pocas palabras haga sentir al lector algo profundo; epifanía joyciana, tal vez por la búsqueda de escenas, situaciones o relatos cotidianos (para el segundo poemario amoroso de la trilogía preparé una parrilla en la que intenté incluir todas las formas posibles de manifestación amorosas) de los que surjan derivaciones, que el lector amplía con su experiencia, y puedan ser un acicate hacia nuevos descubrimientos y formas de los que está lleno el Ulises de James Joyce —que confieso no haberlo leído completo—; brevedad y densificación, sabe que el soneto es la composición poética preferida y dice —ya me gustaría— que la domino con un magisterio poco frecuente (me gustan los versos imparisílabos con sílaba dominante en sexta o cuarta y octava, y los alejandrinos, y cuando intento olvidarme de la medida no puedo dejar de corregir en las sucesivas lecturas); elegante, cierto, apasionado, reposado…
Para terminar, que nadie piense que escribo un poema y ya está. La mayoría no sobrevive a la tercera revisión y, siempre que puedo, pido opinión a poetas expertos para que les echen algún vistazo.
IA: ¿De qué grandes poetas amorosos te consideras deudor?
VB: Sinceramente no puedo contestar a esta pregunta. Cuando empecé a escribir poemas de amor —especialmente sonetos— lo hice de motu propio. Luego me centré en sonetistas como Petrarca, Góngora, Lope, Juan de Tassis y un largo etcétera.
IA: ¿Por qué crees que es tan importante el amor como motivo universal?
VB: El amor es un tema eterno que ha sido y será siempre motivo de inspiración para los artistas. Y en el sentido de entrega sin pedir nada a cambio que he manifestado anteriormente, considero que es el mejor aliado de la felicidad.
IA: ¿Por qué te gusta tanto la poesía? ¿Qué es lo que ahora mismo estás leyendo y escribiendo?
VB: Leo toda la poesía que cae en mis manos. Cada vez hay más libros de poesía en mi pequeña biblioteca. Casi no me caben. También me gustan los ensayos y algunas novelas. En estos momentos estoy leyendo La gran historia de todo, de David Christian (Crítica, 2019) y La melodía de las balas, de Rubén Sánchez (Olélibros, 2020).
En cuanto a escribir, escribo poemas a razón de uno cada mañana, pero está claro que algunos no resistirán la tercera lectura.
IA: ¿En qué proyectos andas ahora metido? ¿Ya hay un próximo libro?
VB: En un nuevo poemario de unos setenta poemas para publicarlo durante este año pandémico.
IA: Comparte con todos nosotros, si eres tan amable, un poema de tu último libro.
VB: Con mucho gusto.
LA MIRADA DEL CIELO EN TU MIRADA
La mirada del cielo en tu mirada
y en tus ojos el sol de cada día
son la terca ilusión, la melodía
que suena en mi pasión iluminada.
Ah si pudiera, amor, como si nada,
mi vida alimentar de fantasía,
transformarla en un río de alegría
y en tu cuerpo libar la madrugada…
Eres mi luz, mi sombra, fuego mío,
desvelo, cielo y sol de primavera,
la tarde azul que avanza lentamente.
Y es ese fuego, amor, de ardiente estío
lo que vendrá después, eso quisiera,
y así morir viviendo eternamente.
Valencia, 18 de marzo de 2021
Vicente Barberá Albalat