Pequeños detalles (2021), de John Lee Hancock – Crítica
Por José Luis Muñoz.
El cerco a un astuto asesino en serie de mujeres, que deja su firma en los cadáveres de sus víctimas (una mordedura, además de múltiples punciones) y realiza puestas en escena truculentas con ellos, pone en contacto al atormentado policía Deke (Denzel Washington), un veterano traumatizado e inestable, con el bisoño detective Baxter (Rami Malek), un ultrarreligioso que le sucedió en su puesto cuando el primero, en el curso de esa investigación del asesino serial, tuvo una mala praxis por la que fue apartado del caso y de la policía de Los Ángeles y relegado a un condado del interior.
No es nuevo el tema de los asesinos en serie en el cine norteamericano, uno de los filones de su cinematografía, que refleja una realidad criminal de la que, por suerte, nos libramos en Europa y padece ese gran país, ni tampoco es novedoso el que se junten un par de policías antagónicos, cine de colegas, para dar caza al delincuente. Más que los continuos giros de un guion, escrito por el propio director, que no está bien armado (el desenlace en ese descampado es muy poco creíble), lo que prima en este thriller atmosférico y fundamentalmente nocturno, con algunos buenos momentos de tensión (durante el largometraje el peculiar ruido del motor del coche que utiliza el asesino es una pieza fundamental, parece un guiño a El diablo sobre ruedas de Steven Spielberg) es el retrato psicológico de esos dos policías tan distantes socialmente el uno del otro — Deke, divorciado y alejado de sus hijas, durante la investigación que lo retiene en Los Ángeles malvive en infames cuartos de pensiones baratas y mata su perenne insomnio mirando una y otra vez los retratos de las victimas del asesino en serie; Baxter, por el contrario, está casado con Anne (Isabel Arraiza), una bella mujer, tiene un par hijas encantadoras, vive en una casa con piscina y encuentra en Dios su razón de ser— pero que finalmente se convierten en cómplices por otra mala praxis policial.
El film de John Lee Hancock (Longview, 1956), director con una larga trayectoria sobre sus espaldas que abarca todos los géneros (El Álamo, Un sueño posible, Emboscada final, El novato) no es Seven, la magnífica película de David Fincher, aunque la liturgia que el asesino en serie utiliza para mostrar a sus cadáveres lo recuerde en algún momento, ni Zodiac, dos paradigmas brillantes de este tipo de cine, pero se deja ver bien a lo largo de esas algo más de dos horas de metraje, es un recital actoral para los que sean devotos de Denzel Washington y su histrionismo—que da un pequeño papel a una de sus hijas, Olivia Washington—, tiene diálogos brillantes, recrea buenas atmósferas y permite ver a Jared Leto en una composición excelente como ese Albert Sparma del que al principio solo vemos sus botas. Dios, y la justicia, a veces escriben con renglones torcidos: en esta película, sin ir más lejos.