«Las niñas» de Pilar Palomero

Las niñas (2020), una historia sin precedentes que llega pisando fuerte. Pilar Palomero (1980), directora y guionista del largometraje, convence al público con su primera película, demostrando que la grandeza del cine español actual sigue creciendo. En una hora y cuarenta minutos consigue enganchar al espectador que observa en la protagonista la infancia que alguna vez vivió. Un drama veraz que apela a las emociones y a la sensibilidad de una manera muy sutil.

La historia se ambienta en Zaragoza en 1992. Una época conservadora regida por los prejuicios, la religión y el machismo. La protagonista, Celia (Andrea Fandós), es una niña de 11 años introvertida que vive con su madre, Adela (Natalia de Molina). Con ella mantiene una relación complicada por las largas horas de trabajo de la progenitora y el miedo de esta a tener que explicarle a su hija la situación familiar, lo cual supone un distanciamiento entre ellas. La niña va a un colegio de monjas muy estricto donde conoce a quienes serán sus dos mejores amigas, Brisa (Zoe Arnao) y Cristina (Julia Sierra). Con ellas dejará atrás su infancia para comenzar la adolescencia y, a la vez, su inocencia, para descubrir quién es realmente. Le darán el coraje para enfrentarse a las mentiras y así descubrir su pasado. Vive sus primeras veces y se hará una mujer. Pero debe luchar contra la presión social que hará que se sienta inferior por no tener la supuesta familia convencional.

La película trata muchas problemáticas, desde la educación inflexible de la época y cómo se explicaban algunos temas tabúes como la sexualidad, las diferencias sociales, el miedo a lo desconocido, la falta de información con las enfermedades de transmisión sexual (en concreto, el sida), la fugacidad de la vida, las ganas de crecer y una lucha interna entre qué es bueno y malo. Estas cuestiones que Palomero refleja se daban en los años noventa en España, pero también las relaciona con otras muchas que se siguen manteniendo en la actualidad.

Un largometraje para todos los públicos, en especial para las personas adultas que ya han tenido esa experiencia y pueden ver en Celia lo que ellas sintieron en su momento, sobre todo la población que vivió la adolescencia durante esa década. Asimismo, los jóvenes que comparten la edad con la protagonista se pueden sentir identificados con las dudas y preguntas que se plantea la niña. Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido Celia y, lo más seguro, que al crecer también nos hayamos sentido como su madre. La directora proyecta en las chicas su propia vida y su propia experiencia para describir la educación de las mujeres durante esa década, la presión social y lucha contra la censura. Una obra femenina y feminista.

Todas las actrices, en concreto la madre y la protagonista, muestran su talento excepcional con expresiones muy sinceras bajo un guion realista, divertido y conmovedor. Se utilizan los primeros planos para que en todo momento se puedan ver las expresiones e incluso llegar a sentir cómo se sienten las niñas. De esta manera la inocencia y la inmadurez parecen más marcadas. Los movimientos de la cámara son lentos y largos y, en ocasiones, se mueve mucho para crear la inseguridad que Celia siente. Se juega con la iluminación creando rostros angelicales en las más pequeñas y tonos más oscuros y apagados cuando se encuentran en la casa de Adela. Su cuidada ambientación (Mónica Bernuy), combinada con un trabajado vestuario (Arantxa Ezquerro) y decorado, son capaces de transportar al espectador a los noventa. Una historia lineal marcada por diálogos profundos y realistas. La música, bajo el mando de Juan Carlos Naya, acerca más a los sentimientos de la joven. Una bonita historia de amistad en la que el apoyo de las unas a las otras hará que se liberen de las cuerdas de los prejuicios de la época.

Ha triunfado en las salas de cines y festivales en los que se ha presentado, y ha sido muy aclamada por las críticas y el público. Llevándose así numerosos premios importantes internacionales y nacionales, como en el Festival Internacional de Cine de Berlín, el Festival de Málaga o los Premios Feroz. Y siguen a la espera de otras nominaciones cuyos resultados todavía no han salido. Ganaron cuatro de las nueve nominaciones en los Premios Goya, en los que se encuentra mejor película, mejor dirección novel, mejor guion original y mejor dirección de fotografía para Daniela Cajías, que ha hecho historia por ser la primera mujer en ganar esta categoría en estos premios.

Una película extraordinaria que refleja los problemas de las chicas tanto a finales del siglo XX como en el propio paso de la niñez a la madurez y la batalla contra los prejuicios que siguen marcando la sociedad actual. Una emotiva historia que no dejará indiferente y, sin duda, una joya del cine español que nadie puede perderse.