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David Gaitán, mexicano con vocación universal, creador de una pujante Antígona

Por Horacio Otheguy Riveira

El Desván Producciones en coproducción con el Festival Internacional de Teatro de Mérida y el Teatro Español, estrenó en Mérida —en julio 2020— el texto teatral “Antígona” del autor y director mexicano David Gaitán, desde el 25 de marzo 2021 en Naves del Español, Matadero. Continúa así la dinámica de colaboración internacional de esta compañía iniciada en 2016 con la producción en México del espectáculo «Dios, o no ser», también de David Gaitán y continuada después con el estreno de «El Otro» de Miguel de Unamuno en versión de Alberto Conejero y dirigida por el también mexicano Mauricio García Lozano.

Este proyecto de colaboración hispano-mexicana cuenta además con el apoyo de la Embajada de México en España, lo cual resulta de enorme valía, dada la riquísima vida cultural de un país maltratado salvajemente por la violencia del narcotráfico y sus adláteres en la política y la macroeconomía. A pesar de tanto crimen y tanto desafuero, muchos artistas se abren camino entre coproducciones con otros países, y las no menos asombrosas posibilidades de creación dentro del propio país.

El elenco entra en escena en penumbras con la mascarilla puesta, como los miles de espectadores que les están viendo. Una vez desenmascarados comienza una acción envolvente. Abajo, una de las escenas con intenso dramatismo. (Fotos: Jero Morales/Festival de Mérida)

David Gaitán comenta con los intérpretes durante los ensayos: «La relación con el reparto es esencial porque sin ellos no hay teatro que valga, por eso este espectáculo que rodó por México con elenco propio es ahora diferente, pues tiene la energía de un grupo igualmente admirable, pero muy distinto. Esa distinción hace de Antígona, en muchos aspectos, una función enteramente nueva» (Foto de El Desván Producciones)

David Gaitán (Ciudad de México, 1984) es un claro ejemplo de hombre de teatro: autor, versionador, director, empeñado en hacerse preguntas y compartir con el público la visceral constancia de aprehender ribetes de la existencia a través de actores, escenógrafos, músicos… todos juntos en la compleja elaboración de historias que se cuentan en escena para ser revividas en el público.

Con solo 36 años, es un talento en fase de luna creciente, representación de la luz, el crecimiento y la regeneración. Lo mágico entrelaza con una permanencia en el análisis, el conocimiento académico bien modelado para después romper sus reglas e inventar otras. Pero no siempre. No busca afanosamente la alharaca de muchos directores de escena actuales, capaces de cualquier destrozo del texto con tal de imponer su criterio. Gaitán puede adaptar su creatividad a todos los espacios, como el muy reducido para tres personajes que ya pasó por Madrid hace unos años: La ceguera no es un trampolín, y zambullirse en muchos otros espectáculos producidos por compañías alemanas o de diversos países hispanoamericanos.

Pervive en un batallar pertinaz que cuando se le conoce de cerca sorprende por la tranquilidad con la que menciona sus trabajos, así como se refiere a la conflictiva democracia mundial, representada en Antígona, lo mismo que en una apasionante versión de Un enemigo del pueblo, de Ibsen, en una versión muy distinta: «En ese caso me interesó una participación activa del público, capaz de enfrentarse al Doctor Stockman, el héroe de la obra que se enfrenta al alcalde, un político dispuesto a todo. Pero ahora, el héroe es un tipo que, aunque tiene razón en todo lo que dice, resulta muy desagradable, vulgar, irascible, trata mal a la mujer… y en cada acción detestable el espectador puede pulsar una pistola de burbujas… ¿Decir la verdad es suficiente? ¿La manipulación de los votantes, del pueblo en general en función del carisma no es a menudo una trampa mortal? Estas son algunas de las preguntas que se plantean en la función».

¿Qué le llevó a crear esta Antígona?

Hay una discusión en el original de Sófocles, que necesité retomar para reimaginar la obra. Es una reflexión a partir de la desobediencia civil. En el original, Antígona decide ir en contra de un mandato real, que era la prohibición de enterrar un cuerpo en particular: el de su hermano Polinices. Probablemente sea la primera obra en la que se pone sobre la mesa la desobediencia civil pacífica. En el contexto de una democracia moderna, propongo un juego escénico que gire en torno a preguntas sobre cómo gobernar, la complejidad del liderazgo, del activismo y de la paradoja que ambas posturas implican. Detrás, hay una violencia imperante de diferente grado que en el caso de Creonte le lleva a estallar y provocar estallidos a su alrededor. El abuso de poder y el tema de enterrar a los muertos como un ritual cada vez más necesario mundialmente. El tema de los desaparecidos está hoy en México, en muchos países devastados por guerras directas o falsas democracias, y en el caso de España, un tema de actualidad relacionado con la guerra civil y 40 años de dictadura.

Tiene usted una carrera muy intensa. ¿Cuáles son sus siguientes pasos en medio de esta pandemia?

Sigo teniendo muchos proyectos de diferente tipo. La energía no me falta, las ganas me sobran, pero he de confesar que arrastran la tristeza de las consecuencias tan graves de esta situación mundial, tantos enfermos, tantísimas muertes. Pero ahorita, en lo inmediato, estoy escribiendo la primera versión teatral de la novela de Guillermo Arriaga, El salvaje, para una Compañía alemana en alemán. La escribo en inglés y luego la adaptamos. Luego, en Costa Rica, montaré Las brujas de Salem, de Arthur Miller, tal cual su texto que también traduciré, en este caso no será una versión libre, ya que los herederos del autor no lo permiten. Hay más cosas en el aire, y en marzo volveré a Madrid para reponer esta Antígona en Matadero Naves del Español, otro escenario que modificará bastante la puesta en escena.

Toda la Compañía cercano ya el final, avanzando en espectacularidad y sobrecogedora capacidad de lucidez artística y valentía ideológica. (Foto: Jero Morales/Festival de Mérida)

 

David Gaitán nació en Ciudad de México, el 24 de julio de 1984. Actor, director y dramaturgo.

 

 

Estudió Psicología en la Universidad Iberoamericana. Licenciado en Actuación por la Escuela Nacional de Arte Teatral. Ha impartido diversos cursos de Dramaturgia, Actuación y Dirección escénica. Cofundador de las compañías Teatro Legeste y Ocho Metros Cúbicos. Ha traducido y dirigido las obras Mad Forest (Caryl Churchill), Closer (Patrick Marber), Casa de muñecas (Henrik Ibsen), Sueño de una noche de verano (William Shakespeare), La raza del arca tatuada (David W. Hancock), Las tres hermanas (Anton Chejov) y Perros de reserva (Quentin Tarantino).

Con la Compañía Nacional de Teatro ha dirigido más de 15 montajes, entre ellos, Beisbol, Ricardo III, Escurrimiento y anticoagulantes, Simulacro de idilio, Romeos, La ceguera no es un trampolín, Antígona y Enemigo del pueblo. Becario del FONCA en el programa Jóvenes Creadores (2015-2016). Premio a mejor dirección otorgado por la Asociación de Críticos y Periodistas Teatrales de México, por Antígona (2016). Su obra ha sido incluida en las antologías Grafías contra el planisferio paginado: antología de dramaturgia mexicana actual (UNAM, 2013) y Dramaturgia mexicana contemporánea: antología (Paso de Gato, 2016).

 

ANTÍGONA en NAVES DEL ESPAÑOL MATEDERO. DEL 25 DE MARZO AL 18 DE ABRIL 2021.

PRORROGADA HASTA EL 2 DE MAYO

 

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