«Próximo», de Claudio Tolcachir: la gran aventura de dos que bien se buscan

Horacio Otheguy Riveira.

Un hombre vive entre Argentina y Australia con diversos trabajos de supervivencia, su única amistad es a distancia, con un actor español de familia acomodada. Comparten debilidades y capacidades a miles de kilómetros de distancia. La soledad compartida es grande y es mucha, intensa, pero se interpreta desde la expresividad de un texto rico en elipsis y en la creación de un formidable combinado de realismo porteño (el teatro rioplatense sabe mucho de este género) con una emoción escénica que huye de etiquetas para tener una voz propia de gran valor.

Con dos estupendos actores, una obra de arte sencilla como un abrazo que a veces hay que ir a buscarlo «a la sala de maternidad donde todos se abrazan con cualquiera». Se han reunido varios talentos del mundo del teatro para unir secretas emociones con un contexto social cada vez más extendido: emigrantes que salen al mundo con lo puesto. Un mundo hostil que, sin embargo, convive con mucha gente solidaria que no suele ser noticia en los medios de comunicación.

Contexto social, teatro psicológico, melodrama contenido, y numerosas situaciones cotidianas que cruzan los límites de lo trascendente. Y todo ello con ordenadores y móviles de por medio. Lejana cercanía para lograr el afecto de un otro (que pedía Rimbaud), uno excepcional que te escucha, te busca y te quiere con un amor tan profundo que se muestra invadido de temores.

Próximo abunda en aciertos. Admirable resulta la manera de moverse de sus intérpretes: lo hacen con la naturalidad de quienes conviven cuando en realidad están a miles de kilómetros de distancia. Las situaciones son, lógicamente, coloquiales, si se quiere hasta convencionales, pero el contexto y la dinámica escénica no lo son en absoluto, y sus intérpretes se encargan de aportar una atmósfera poética muy notable; del mismo modo queda en sus manos —muy bien apoyados por cuanto les rodea, desde el estreno en Buenos Aires en 2017— una percepción del sufrimiento interior que nunca se desborda, pues mantienen a raya la desesperación. No ha lugar. Hay que seguir adelante. Y en una de las escenas queda patente la eficaz resolución del dramaturgo-director:

Uno de ellos trabaja en Australia sin saber inglés. Le pide a su amigo que le traduzca unas líneas que le dejaron de forma anónima. No pronuncia bien al leerle el texto, así que lo fotografía y el otro lo traduce. No puede evitar decirle la mala noticia que contienen esas palabras. Se produce un silencio en el que las expresiones de los dos son muy elocuentes. La siguiente escena ya contiene una resolución del conflicto. Para el espectador todos los cambios se traducen de manera fluida y cautivadora.

La función tiene en algunas pausas una banda sonora muy interesante. Por solo unos minutos, una versión española de la canción principal de Annie (El sol brillará mañana, es mejor que espere hasta mañana; mañana mañana te quiero mañana pues eres un día más…), la canta una niña en un orfanato. Pero sobre todo destacan unas fantásticas interpretaciones operísticas con el sonido característico de los discos antiguos: un aria de la ópera de 1863 Pescador de Perlas —música Georges Bizet, texto de Eugène Cormon y Michel Carré— en dos versiones; una de Enrico Caruso y otra alemana, de Jai Alexander. Las dos tienen una conmovedora fuerza romántica que nada tiene que ver con las apariencias de los protagonistas ni con sus gustos personales. Nunca les vemos interesados por el mundo de la ópera, pero la sublime música de Bizet llega para quedarse. Es un regalo para los espectadores que les acerca aún más al interior de tan entrañables personajes. El aria Mi Par D’udir Ancor ocupa el espacio sonoro que habita en sus vidas sin que ellos lo sepan, aunque sientan profundamente su letra: «Noche de caricias con un regocijo que no tiene fin… Borrachos, locos de amor…».

Lautaro Perotti interpreta al argentino que trabaja muy duro en distintos países, el hombre de a pie, al que jamás se le oye queja alguna; un tipo sensible con un punto de humor irónico que le ayuda a sostenerse. Un solitario que cuando empieza la acción ya es amigo íntimo de un actor español de familia rica, interpretado por Santi Marín.  Dos seres tan distintos como cercanos, unidos por un alto grado de misterio. De pronto una noche se convirtieron en necesarios, luego imprescindibles en la vida del otro. Solitarios, melancólicos, esperanzados.

Ambos actores ya trabajaron juntos en obras escritas y dirigidas por Peretti (Siempre me resistí a que terminara el verano, Cronología de las bestias), aquí al mando de Claudio Tolcachir (La omisión de la familia Coleman, Tierra del fuego…). Consiguen un entendimiento con alto dominio de los silencios y las emociones solitarias que se representan como si en verdad convivieran. Un delicado equilibrio resuelto con maestría.

Próximo trata, entre muchos otros temas, sobre la singular convivencia a distancia de seres que reflejan el desvalimiento de millones de personas en el mundo: «Acá donde vivo parece un edificio de Naciones Unidas: adelante hay uno que dice que es ecuatoriano pero no habla español, atrás un sudafricano, más allá un chino…». Modélica creación de un espectáculo muy recomendable.

 

Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, Santi Marín.

 

Texto y dirección _ Claudio Tolcachir
Ayudante de dirección _ Cinthia Guerra
Producción _ Jonathan Zak y Maxime Seugé
Diseño escenográfico _ Sofía Vicini
Diseño Iluminación _ Ricardo Sica
Distribución en España _ Producciones Teatrales Contemporáneas
Producción _  Complejo Teatral De Buenos Aires, Maxime Seugé, Jonathan Zak

TEATRO DEL BARRIO. DEL 5 al 26 de NOVIEMBRE 2023.

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