Gran elenco en «El grito», un potente docudrama sobre la penuria judicial de una mujer

Por Horacio Otheguy Riveira

No hay grito alguno en escena, pero está siempre presente. Poco falta para que los espectadores lo emitan desesperadamente, pero la suma de injusticias que padece la protagonista está tratada con ajustada distancia para que la reflexión supere el exceso emocional. Durante ocho años se sigue la dura experiencia de quien sufre un desamor sumamente agresivo en el peor momento.

Todo el mundo la mira con desaprobación por su conducta de mujer infiel. Nadie le cree que no lo es que, madre de familia es completamente inocente y por tanto hay que mirar hacia otra parte, denunciar la mala praxis de gente presuntamente decente.

Nadie le cree. Excepto una abogada de oficio…

Con este material dos dramaturgas y una directora conforman un espectáculo que combina el realismo sintomático de la trama basada en hechos reales con una resolución audiovisual de notable influencia cinematográfica. Un elenco de excelentes intérpretes dejan ir la imaginación del público para acabar de entretejer una historia de injusticia machista muy española en una sociedad que avanza en igualdad de derechos pero en gran medida aún está dirigida por hombres y mujeres anacrónicos, que consolidan su singular desprecio por las miles de víctimas del maltrato machista, y en general por los derechos de las mujeres.

La historia parte del amor entre nuestra protagonista y su jefe, y su deseo de formar una familia. Con toda la ilusión de crear una vida juntos, y dispuestos a salvar todos los obstáculos, buscaron una clínica que les garantizó que podrían engendrar un vástago en común.  Fue un periodo de felicidad en pareja que culminó con el nacimiento de dos bebés.  A partir de ese momento él se fue distanciando. Desde una angustia y abatimiento indescriptibles, nuestra protagonista se esfuerza por aceptar su realidad y seguir adelante con la única compañía de su madre.  Desesperada y sin recursos solicitó la designación de un abogado de oficio.  Las revelaciones de los procedimientos judiciales cayeron como una losa sobre ella. Pilar de Yzaguirre

La escenografía, la iluminación y el vestuario se integran en un campo audiovisual que aporta mucho interés a las vicisitudes marcadas por situaciones que pueden hallarse hoy día en hemerotecas. La realidad a veces merma las posibilidades artísticas, la creatividad cae para convertir en arte informes que pecan de excesivamente agobiantes. Mas en este caso el equilibrio lo han logrado entre todos, también con aportes valiosos en las caracterizaciones y audiovisuales próximos a óleos o acuarelas que ambientan con pocos trazos.

Algunos intérpretes se ven limitados por lo arquetípico de sus personajes, como el tan prestigioso como ruin empresario de José Luis Alcobendas o el abogado de empresa que asume Alberto Iglesias. Su gran experiencia en una gran variedad de géneros a lo largo de su carrera les permite ser «honorables» malos de la cruel historia. La codicia del médico-empresario y el fervor de servirle, y tal vez la capacidad de arrepentirse de su abogado. La calidad de los dos actores, tantas veces aplaudida, logra que interesen y que uno quiera saber más de sus debilidades y obsesiones.

Si bien un hombre roto es quien desencadena el drama (Óscar Codesido), son los personajes femeninos los que abundan en matices con los que las actrices logran perfilar crecimientos en escena. Así, Nuria García como la ingenua vendedora de colchones que ha de vérselas con situaciones límite junto a la solidez de su relación amantísima con su madre (Ana Fernández) y la abogada sin un duro que apuesta en firme por su aparentemente imposible defensa (Lucía Barrado): las tres actrices se aferran a los vaivenes emocionales de sus personajes y no los sueltan hasta el último momento. Tienen todas ellas la medida exacta de talento para no desbocar el melodrama y llegar como una balsa a un final donde sorprende la reaparición de Carlota Ferrer, después de ocho años sin interpretar un personaje, abocada a muy interesantes actividades como mujer de teatro en la dramaturgia, la coautoría, la dirección… En 2013 asumió un brillante papel de ingenua chica de pueblo en Las hermanas Rivas, de Mariano Rochman y Adriana Roffi, quien también dirigía; en El grito se hace cargo de una inflexible magistrada.

De pie: José Luis Alcobendas, Óscar Codesido, Nuria García, Lucía Barrado, Alberto Iglesias y Carlota Ferrer. Sentada: Ana Fernández.

Empar Amat (Amparo) –  Ana Fernández*
Aina Lóguez Amat y enfermera – Nuria García
Rubén Torres – Óscar Codesido
Patricia Palau – Lucía Barrado
Agustín Becerro – Alberto Iglesias
Doctor Serrano – José Luis Alcobendas**
Victoria Sau – Carlota Ferrer

* Elsa Chaves las funciones del 24 al 28 de marzo de 2021
** Pablo Turégano desde el 30 de marzo al 4 de abril de 2021

Música para escena: Carlota Ferrer (voz) & Alberto Iglesias (trompeta)

Dramaturgia – Itziar Pascual Amaranta Osorio
Dirección – Adriana Roffi
Ayudante de dirección – Elsa Chaves
Ilustración del cartel: Mercedes deBellard
Escenografía – Anna Tusell
Vestuario – Guadalupe Valero
Diseño audiovisuales – Elvira Ruiz Zurita
Diseño iluminación – Paloma Parra
Maquillaje y caracterización: Chema Noci
Fotografía – Xavi Vilanova
Dossier – Cristina Galán
Dirección técnica en gira – Íñigo Benítez
Dirección Ysarca y producción ejecutiva: Pilar de Yzaguirre
Subdirección Ysarca: Pilar Gª de Yzaguirre
Gerencia y dirección de producción: Elisa Ibarrola
Ayudante de producción: Nuria Sosa
El Grito es una coproducción de Ysarca, Pilar de Yzaguirre, y el teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa.

TEATRO FERNANDO FERNÁN GÓMEZ. DEL 26 DE FEBRERO AL 4 DE ABRIL 2021

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