“Gösta”: Seamos mejores personas

Por María Marín Jover.

Gösta es una serie de comedia (eso dice FilmAffinity) sueca que te hace chirriar los dientes. Te hace sentir incómodo e incluso puede llegar a cabrearte, porque eso es lo que provocan las injusticias en un espectador coherente. Estas injusticias se plantean en la serie en relación con el comportamiento humano, con el porqué a veces nos comportamos de manera cruel y despiada con nuestro alrededor, con el porqué nos empeñamos en promocionar el odio y la competitividad hacia las personas de nuestro entorno, y sobre todo en relación con la pregunta: ¿por qué hacemos del destruir a una persona buena, generosa y dada a los demás un deporte? En otras palabras, la serie responde a un constate: ¿por qué la gente es tan capulla?

Para ello, se vale de un protagonista que le da nombre: Gösta. Él vertebra la serie y a su alrededor giran el resto de los personajes. Se trata de un hombre de 28 años que se muda de Estocolmo a una cabaña en el bosque de un pequeño pueblo. Es psicólogo infantil y juvenil y, sobre todo, y más importante: es extremadamente buena persona. Hasta extremos absurdos, hasta límites peligrosos. Creedme, no se trata de una hipérbole. Hablamos de una persona que otorga un hogar a un refugiado, que trata de apoyar (socorrer, es más correcto) a su novia y echar una mano (mantener) a su padre. Este perfil nos muestra una persona extraordinariamente generosa, buena y cariñosa. Por el amor de dios, si hasta en cierta escena que aparece con una entrañable anciana la hace parecer una arpía.

Pero que él nos parezca la viva imagen del buen samaritano no viene dado solamente por las cualidades del personaje, sino que, en contraposición a Gösta, encontramos al resto de perfiles secundarios. Gösta siente la obligación de cuidar de una novia con serios problemas de autoestima y un padre anclado en la adolescencia. Período de desarrollo al que pertenecen otros tantos personajes (aunque sea su trabajo, lo que él hace no está pagado). 

Por si fuera poco con su entorno, debe lidiar con el resto del mundo, la sociedad hostil (¡cómo te entendemos, Gösta!). Bajo esa red de personajes fugaces encontramos gente tóxica, individuos dañinos que solo miran hacia sí mismos y que, si pueden, se aprovechan de aquel que les tiende una mano. Y creo que es aquí donde reside el secreto de la psicología de nuestro protagonista y que configura una perfecta analogía con la sociedad que compartimos. Mientras que el resto del mundo se empeña en enfocar su energía en salvaguardar sus espaldas y lamentar sus miserias; Gösta se dedica a ayudar, apoyar y amparar a todo aquel que lo necesita, aunque esto le conduzca, en ciertas ocasiones, a la vejación.

Así, ver esta serie resulta un encontronazo con el egoísmo, un descubrimiento de nuestra vanidad. Por tanto, pone en tela de juicio a un espectador familiarizado con estos términos que practica el individualismo propio de su tiempo y que se plantea si el mundo no sería más agradable si todos fuésemos un poquito más Gösta.