Entrevista a Mila Villanueva y Elena Torres, por «Ventanas de confinamiento»
Por Isabel Alamar.
Nos llega una antología muy especial: Ventanas de confinamiento (Lastura, 2020). Un proyecto muy misceláneo e interesante del que nos hablarán ampliamente las dos magníficas poetas que lo han coordinado: Mila Villanueva y Elena Torres.
En esta antología podremos disfrutar de dibujos, fotografías, mensajes a modo de diario, poemas…, que fueron creados durante la primera ola de confinamiento y que tienen todos esta temática en común.
¿Mila, como directora de Concilyarte, cuéntame cómo nació esta antología?
Mila: Todo comenzó con un grupo de «Wassap» por el cual unos cuantos escritores y artistas nos enviamos mensajes de ánimo durante el tiempo de encierro. El saber que compartíamos juntos una misma experiencia unido al poder sanador de la escritura nos ofrecía de alguna manera esperanza y consuelo. Una vez comenzada la desescalada de aquella primera ola de la pandemia, se me ocurrió revisar todo lo que habíamos compartido. Pensé que sería muy interesante que viera la luz.
Ahora, ¿qué es lo que podremos hallar en este libro?
Mila: Un testimonio de un tiempo inusual y sorprendente dentro de nuestra historia, trascendente y similar a otro tiempo de pandemias pasadas, como fue por ejemplo la de la peste, relatada por el gran escritor Albert Camus.
Elena: Una mirada abierta a las emociones compartidas durante el confinamiento y también un homenaje a los artistas fallecidos durante la pandemia: Luis Eduardo Aute, Juan Genovés, Rosa Mª Sardá, Pau Donés o Luis Sepúlveda.
Mila, ¿de qué se encargó, concretamente, cada una de vosotras y cómo fue la selección de los participantes?
Mila: Eran precisamente los que habían intercambiado mensajes a modo de diario, textos, poemas o dibujos, en el mencionado grupo de «Wassap», si bien después enriquecimos el conjunto con las obras de artistas plásticos que vimos adecuadas para el contexto.
Y yo me encargué más bien de la recopilación de textos y Elena del orden y corrección, después al unísono corregimos galeradas con la directora de la Editorial Lastura (Lidia López Miguel).
Elena, dinos ¿cuánto tiempo más o menos crees que pasó desde que tuvisteis la feliz idea hasta que se presentó el libro?
Elena: Nueve meses, desde que nos confinaron en marzo, hasta el 1 de diciembre que se presentó en el Colegio de Arquitectos de Valencia.
Mila, volvemos a ti, analizando las diferentes propuestas (poema, fotos, etc., que os llegaron), cómo dirías a raíz de ellas que vivieron los antologados aquellos días duros de confinamiento en los que no se podía ni salir de casa.
Mila: Para todos en general fue un despertar de la creatividad, precisamente en chino, la palabra «crisis», quiere decir «oportunidad». Fue un momento de «volver a las cavernas», conectar con el silencio creador, retomar el poder de la tribu.
Decidme ambas para qué creéis que puede servir, sobre todo, este libro y en qué puede ayudar.
Elena: Yo lo resumiría en tres palabras: Testimonio, consuelo, advertencia.
Lo explica muy bien la cita de Saskia Sassen del prólogo: «La pandemia no cayó del cielo, hay pre-historias que han ido señalando, de una cierta manera, que esto iba a pasar».
Mila: Por recalcar este último término: advertencia, citaré algunos poemas que resultaron casi premonitorios como el propio de mi compañera Elena que abre el Prefacio, y comienza con los siguientes versos: «¿Dónde nos hemos despertado? / ¿En qué ciudad sitiada?», o bien el de María José Pastor que comienza con el verso: «Entre el signo y el virus»… El calentamiento global, el maltrato continuado al planeta, los plásticos inundando los mares, la tala de árboles en el Amazonas son hechos que producen alteraciones a nivel global y nos llevan a una especie de Apocalipsis llámese pandemia o cualquier otra catástrofe.
Una cosa más, Mila, la portada es preciosa, y el diseño de todo el libro, simplemente, espectacular, ¿quién se encargó de esta labor?
Mila: Fue también un trabajo conjunto. La portada está constituida por una obra de José Lapasió que después Lidia López trabajó estéticamente para darle forma de portada. Precisamente hace referencia a las «ventanas», que fueron nuestros puntos de respiro, de conexión con el exterior durante la pandemia y también allí donde nos asomábamos todos los días a las ocho de la tarde para aplaudir a nuestros sanitarios.
Elena, me ha llamado la atención ver cómo aparecen vuestras páginas web o blogs personales, vuestros perfiles de Instagram, de FB… La verdad es que son datos que invitan a que la gente os siga conociendo, a quién se le ocurrió incluirlos. Y.. ¿qué me puedes decir del prólogo?
Elena: Como coordinadoras, sabíamos la importancia de informar sobre los autores de otra manera que no fuera la curricular y optamos por la visibilidad de las redes sociales.
En cuanto al prólogo, el libro buscaba la diversidad de puntos de vista: político, social, literario, filosófico…, desde diferentes artes y formas de expresión, de ahí la importancia del prólogo escrito por un sociólogo como Gustau Pérez.
Por último, elegid ambas algunas fotos, estrofas, etc., que penséis que son especialmente significativas y que constituyen un claro ejemplo de lo que podremos encontrar en las 200 páginas de esta antología.
Elena: La ilustración de Cándido Solaz: Gaviotas del Pireo, por su augurio de libertad y la de Victoria Cano: Libros de duelo, por su homenaje a las víctimas de la pandemia y el Epílogo Nueva Normalidad de José Ángel García Caballero porque nos aproxima a la nueva normalidad con la cautela de las cosas pendientes.
NUEVA NORMALIDAD
Podría titular así al libro que escribo
advirtiendo al lector en la solapa
que mantenga distancia
con los versos leídos
que apacigüe el impulso
de tocar sus páginas, de subrayar a mano,
no estamos todavía en esa fase
de dejar que las palabras
nos desnuden por dentro,
mejor leer a dos metros,
sin perder la consciencia del reloj,
de las cosas pendientes,
no sea que los viajes interiores
nos susurren un yo.
Mila : La fotografía de José Santana a la escultura: «El Abrazo» de Juan Genovés, en la Plaza de Antón Martín en Madrid, por el mensaje de unidad que lleva implícito y como homenaje al artista fallecido el 15 de mayo de 2020 y el grabado de Roberto Marín: «20.00 horas», como redoblado homenaje a nuestros sanitarios.