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«La mecánica del corazón»: A más amor, más dolor (o la película que describe la enfermedad del amor)

Por Andrea Navarro.

En estos tiempos que corren y en esta nueva realidad que vivimos es habitual escuchar palabras como “pandemia”, “virus” o “enfermedad” a todas horas. Pero, de vez en cuando, no viene mal darse un respiro y olvidarnos de todo, para ello, La mecánica del corazón es el film ideal. Este largometraje se estrenó hace 7 años y cuenta la historia de Jack, un niño que nació el día más frío del mundo y en lugar de corazón tiene un reloj.

Desde el principio del film, Mathias Malzieu, director y escritor del libro en que se basó la película, nos transporta a un universo de cuento. En este mundo onírico, el amor es la ley universal y prima por encima de todo, pero también es una enfermedad, siendo Jack, el protagonista, un enfermo de amor. Para mostrar el enamoramiento y todo lo que esto conlleva, viajaremos junto a Jack por los distintos sentimientos y etapas que experimenta un enamorado, desde el amor inocente del principio a los celos, el odio y el dolor. Este último es la clave de la historia que trata al amor como una enfermedad y si Jack se enamora morirá.

El viaje comienza al principio del film, cuando la cámara sigue a un pájaro rojo que destaca en el paisaje blanco y nos lleva hasta el lugar donde comienza la historia. Desde ese primer instante, Malzieu consigue enganchar por completo al espectador, mostrándole lugares y personajes exóticos que no le dejarán indiferente. Cada uno de ellos, aportará esa magia singular a la película, desde la madre adoptiva de Jack, pasando por sus amigas, su enamorada Miss Acacia y llegando a su carismático compañero de viaje Melies. Todos le enseñarán a Jack algo sobre el amor, siempre desde una perspectiva pasional e intensa.

Así pues, el pasaporte esencial para este viaje está formado por dos elementos conductores: la banda sonora (creada por el grupo de Malzieu) y los colores. Por una parte, la música es principal, ya que, marca los momentos más importantes de la historia, en concreto, el primer encuentro entre los protagonistas. Por otra parte, predomina el rojo como símbolo del amor, y a su vez, el color del vestido de Miss Acacia, la enamorada del protagonista. La presencia de tonos cálidos y alegres nos señala el momento cumbre de la historia en comparación a los tonos fríos del resto de la película. Estos significantes están tratados de forma sobresaliente, predominando la esencia, originalidad y psicodelia del autor.

Asimismo, los escenarios contribuyen a introducir al espectador en la historia, ya que, cada nuevo lugar es más mágico que el anterior. El recorrido de los protagonistas por Edimburgo, París y Andalucía, enriquece el guión, destacando esta última debido a que coincide con el punto de inflexión de la película y también, por la magia que refleja su feria con el tren fantasma como atracción principal, metáfora de la adrenalina y el miedo que supone estar enamorado.

Por último, cabe destacar que este film no es solo interesante por su argumento, sino porque posee una amplia intertextualidad que comienza con una escena donde aparece Jack el Destripador. También, en el viaje a Andalucía aparecen los molinos de viento de Don Quijote, estableciendo una comparación y/o similitud en la búsqueda de su Dulcinea, en el mismo viaje el protagonista dice “soy un ser humano no un monstruo” referencia a la película El hombre elefante (David Lynch, 1980), debido a que, ambos tienen una malformación genética, en el caso de Jack el reloj que sustituye a su corazón. Además, hace referencia a la película francesa Viaje a la luna (Georges Méliès, 1902), ya que la famosa luna con un telescopio aparece convertida en un sol en el estudio del fotógrafo, esto se debe a que, en el año en el que se sitúa la historia, final del siglo XIX coincide con el principio del cine.

 

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