“Estanterías vacías”, de Ricardo Bellveser

Retrato: Alex Alemany

Por Isabel Alamar.

Como dijo Ricardo en una entrevista que me concedió para la revista Culturamas:Las estanterías son sinónimo de vida, ¿hay algo más lleno de vida que un libro?, leer es vivir”. Por tanto, Bellveser deja claro en aquella entrevista que le hice (que si los libros son vida, su ausencia es muerte) y lo volvió a ratificar en otra que le hicieron en el programa Quadern en blanc donde reconoció que “las estanterías vacías son una metáfora de la muerte”.

La materia poética del libro de Ricardo Bellveser, Estanterías vacías (Olé Libros, 2020) son los libros, o más bien su ausencia. El autor valenciano estable diferentes paralelismos con su vida, en la que tan importantes han sido y siempre serán los libros.

En este poemario, como ya pasaba en el anterior, Primavera de la noche, el lenguaje se vuelve casi transparente, dejándonos ver la vida de Bellveser. También los versos están cargados, especialmente, de inteligencia y emotividad, puesto que Bellveser se muestra partidario de una poesía-verdad, alejándose de la imagen que nos ofrecía Fernando Pessoa de que el poeta era un fingidor.

Pero que sea totalmente comprensible el poemario no quiere decir de ningún modo que el lenguaje no esté extremadamente cuidado y embellecido, porque lo está. También descubriremos que el tono se vuelve más cercano e íntimo, puesto que el yo lírico desea más que nunca que se le entienda y poder así comunicarse plenamente con sus lectores incluidos los futuros, los aún no nacidos como nos sugiere una cita que elige Bellveser que reza así: “Los libros es donde los muertos hablan a los no nacidos (Abraham Lincoln)”. Fruto de esa claridad con la que nos habla, nos hace partícipes de la siguiente renuncia:

 

Hoy 16 de noviembre

me he desprendido de más

de 8.000 teselas cuyos

lomos formaban el limpio

mural de mi biblioteca…

(…)

Ya he muerto, y lo peor de todo

es que lo sé y me declaro cómplice.

 

Como esta idea es vital, la de la biblioteca vacía como metáfora de la muerte, Bellveser la reivindica volviendo sobre ella constantemente, así podemos leer (página 38):

 

Yo mismo he visto cómo salían de mi casa

miles y miles de volúmenes,

y dejaban vacías las estanterías,

mientas que yo me desplomaba

por no se sabe qué acantilados de la razón.

(…)

Sin ellos, ¿qué hago en este mundo?,

más allá de observar la vista y esperar la muerte (…).

 

No obstante, en medio de esta sinceridad apabullante podemos diferenciar varios grados, y yo diría que la III parte de este poemario junto a la IV y última serán las más sinceras y emotivas, también las más directas e intensas, donde más cerca, además, se situará la voz del poeta de la nuestra, sus lectores. Y es que en ellas Bellveser nos hablará en tono de confidencia, haciéndonos partícipes de sus pensamientos más íntimos y profundos.

A este respecto, señalo los siguientes versos de gran calado poético y humano, un ejemplo clarísimo de poesía autobiográfica en el que veremos como el yo lírico nos comunica un diagnóstico médico que acaba de recibir dejándonos helados (página 46):

 

Hace poco los médicos

me dijeron que tengo los

días contados, y quién no.

Pero desde entonces

me despido de todo.

Abrazo los árboles

que seguirán aquí cuando

yo no esté ni quien me suceda.

 

Aunque el lenguaje se vuelve casi transparente en esta obra para reflejar la vida del poeta, este se permite también más de un juego de ingenio como la siguiente estrofa en la que va combinando diferentes formas a la vez del verbo “ser” y del adjetivo “solo”, lo que potencia e intensifica al máximo esa idea de total soledad que el poeta desea transmitirnos con su poesía, véase si no la siguiente estrofa: “La soledad es lo que nos espera, / pues cuando no seamos, seremos solos / y seremos soledad, pues solos quedaremos”.

Para introducir sus reflexiones, para que nos sintamos los lectores también involucrados en esta obra utilizará en más de una ocasión otro recurso muy llamativo como es la interrogación retórica que utiliza de forma magistral, por ejemplo, en el poema “¿Aún cantan los pájaros?”:

 

¿Aún cantan los pájaros? No lo sé.

El ruido urbano enmudece su voz.

Hace tiempo que no escucho sus canciones

atrompetadas, aquellas que en otro tiempo

hacían caer murallas, reales e imaginadas,

cuando aún todo era, para mí, primavera.

 

En cuanto a la medida de los versos, es dispar, a veces alcanzan las 14 sílabas; en cambio, en otras ocasiones son mucho más breves con 5 o 6 sílabas tan solo, aunque predominan sobre todo los versos largos y narrativos de largo aliento. De hecho, los poemas pueden alcanzar casi 50 versos de extensión o quedarse en solo 3 pero de una carga semántica colosal, como ocurre en el poema breve titulado “La más”: “La más de las veces / dar es una interesada forma de recibir. // Saber recibir es saber recompensar”.

En suma, Estanterías vacías es un poemario extraordinario, estremecedor, con un lenguaje directo lleno de destellos de inteligencia y emoción. Una obra imprescindible e inolvidable, que, además, cuenta con un prólogo del conocido crítico valenciano José Antonio López-Amor, gran estudioso de la poesía bellveseriana y autor de una reciente investigación sobre la obra poética de Bellveser titulado El pájaro a la rama (Olé Libros, 2021). Y por si faltara poco, el poemario luce una carátula espléndida de Alex Alemany y está exquisitamente editado por Olé Libros dentro de su prestigiosa colección “Vuelta de Tuerca”, en la que han publicado algunos de los autores más destacados de nuestro tiempo como Jaime Siles o Pedro J. de la Peña. Por todo ello, este libro es una verdadera joya literaria que es un lujo leer y que sin duda perdurará en el tiempo.

2 thoughts on ““Estanterías vacías”, de Ricardo Bellveser

  • el 21 febrero, 2021 a las 5:23 pm
    Permalink

    Volver a disfrutar de la lectura.

    Respuesta
  • el 21 febrero, 2021 a las 5:37 pm
    Permalink

    Excelente análisis del poemario de Ricardo; la disección literaria es exquisita. Yo hubiera hecho alusión al escalofrío que producen algunos de los poemas. Es como un hondo y sordo aldabonazo a la sensibilidad, que aflora en cada estrofa. La ciega llamada amorosa a una vida que amenaza con la huida. Esa es mi sensación.

    Respuesta

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