La luz tiene la última palabra
Por Jorge Mur.
Afincado en Estocolmo, el campo de trabajo de Felix Odell es muy amplio: paisajes, retratos, arquitectura, interiores… Sin embargo, buena parte de sus fotografías comparten un sentido místico y cinematográfico que te obliga a deterne y a prestar atención a lo que aparece frente a tus ojos, ya que posee la capacidad de convertir lugares y situaciones comunes en escenas limpias y atractivas y, en muchas ocasiones, cargadas de un espíritu aventurero tremendamente sugerente.
¿Qué significa para ti tomar fotografías? ¿Cómo empezaste?
Después de estudiar arte y fotografía ingresé en el Real Instituto de Tecnología (Kungliga Tekniska Högskolan, también citado como KTH) de Estocolmo para obtener un título en ingeniería. Sin embargo, decidí seguir mi instinto y regresar a la fotografía. Para aprender lo máximo posible comencé a ayudar a muchos de los fotógrafos suecos más reputados, un proceso que se ha extendido durante muchos años. Digamos que esa fue la plataforma desde la que sentí que estaba listo para dar el salto y encontrar mi propia expresión como fotógrafo.
Comencé fotografiando paisajes ordinarios, espacios abiertos y horizontes. Me mantuve, de forma consciente, alejado del estilo teatral y aprendí a usar la luz natural, es decir, las variaciones y cambios que sufre desde muy temprano por la mañana hasta el final de la tarde y la llegada de la noche.
Más adelante pasé a entornos domésticos y cotidianos para buscar la belleza en objetos sencillos. Dejo que la luz transforme estos escenarios en algo interesante. Es una forma de trabajar que me ha enseñado a ser humilde y que me ha dado una mayor comprensión de la fotografía.
En cuanto a tu labor como fotógrafo de paisajes y también de viajes, ¿cuáles son tus líneas básicas de trabajo?
Empecé usando una cámara de gran formato para ralentizar el proceso que me permitía, además, ajustar las perspectivas y obtener una cualidad que intuí que le daba a la imagen un sentido de realidad. Estar al lado de la cámara, dirigiendo y exponiendo, se volvió importante. Es un alivio no estar buscando imágenes en el visor y tener la posibilidad de componer la fotografía por mí mismo. De esta forma, la cámara se ha convertido en una herramienta para documentar mis expresiones.
Una parte de tus fotografías documentan lugares remotos y pacíficos. ¿Por qué te interesan este tipo de parajes?
A menudo visito esos lugares a primera hora de la mañana o por la noche, cuando la mayoría de la gente está en casa y la luz es suave y tranquila. En esos instantes el lugar se convierte en algo más. Un campo ordinario se transforma en un escenario místico. Tal vez pueda decir que estoy más interesado en la luz que en el lugar.
¿Preparas cuidadosamente los lugares que tienes intención de fotografiar?
Como dije antes, la luz decide. Pero, por supuesto, haber estado previamente en un lugar puede resultar útil. En todo caso, me gusta tener una sensación auténtica, así que no acostumbro a preparar el terreno, aunque en ocasiones uso el humo para intensificar el paisaje.
Tus fotografías poseen un enfoque cinematográfico y un aire aventurero. ¿Qué películas o libros han influido en tu carrera artística?
Al principio me fijé en pinturas de paisajes antiguos. Me atraía un cierto estilo melancólico oscuro. Luego me intrigó el trabajo de Joel Sternfeld, ya que sus fotografías tienen un sentimiento suave y auténtico.
Del mismo modo, las películas que me gustan tienen esa sensación de luz natural, como Días del cielo (Days of Heaven), de Terrence Malick, cuyo director de fotografía, el español Néstor Almendros, ganó el Oscar en la edición de 1978.
¿De dónde brota tu deseo por viajar? ¿Qué lugar es el que más te ha sorprendido?
La mayoría de los viajes los realizo por encargos de revistas o por publicidad. Y lo cierto es que estoy feliz de ser parte de esa historia. Hace poco, precisamente, fui al archipiélago de Svalbard por un encargo y no fue lo que me esperaba. Es un lugar sin árboles, silencioso y sombrío. Creo que son islas volcánicas antiguas, por lo que el suelo está oscuro, aunque la industria minera del carbón ha contribuido mucho al paisaje. ¡Es un lugar hermoso! Especialmente entre temporadas. Con nieve en la montaña y un primer plano oscuro.
¿Cuál es tu estación del año —o momento del día— favorita para tomar fotografías?
Cada vez me gusta más trabajar en temporada baja porque es una época en la que todo el “decorado” ya no está en pie. En todo caso, siempre es agradable trabajar al final de una tarde o durante la mañana en verano, cuando la naturaleza y la gente son lentas. Además, en verano las horas son más largas.
Nunca te arrepientes de una madrugada. Estás solo y ves cosas que nadie más ve.
En tu opinión, ¿cuáles son las claves para conseguir una gran fotografía de paisaje?
Saber esperar la luz y ser honesto con el paisaje. Además, una importante fuente de inspiración son los maestros de la pintura de paisajes.
Además de la fotografía, ¿qué otras actividades te interesan?
Me gusta el arte, la naturaleza y mi familia.
Acabamos la entrevista con unas preguntas cortas.
¿Qué lugar te gustaría visitar?
El Gran Cañón del Colorado.
¿Cuál es tu lugar favorito?
El museo Louisiana de arte moderno (situado en la costa norte de la isla de Zelanda, cerca de Copenhague, Dinamarca).
Un proyecto fotográfico para el futuro.
Quizás regresar a Svalbard. Svalbard es grande.
Algo que te gustaría hacer y que tienes pendiente.
Estoy planeando un proyecto con humanos en el paisaje y el entorno urbano.
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