Pensamiento

Mi cárcel, de Luisa Isabel Álvarez de Toledo

Mi cárcel

Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura

Editorial Renacimiento

Sevilla 2020   254 páginas

 

MEMORIAS CARCELARIAS

 

Por Íñigo Linaje

 

Se suele decir -a veces con insospechada ligereza- que la historia siempre se repite. Y habría que añadir que pocas veces para bien. Históricamente, denunciar injusticias y luchar contra el poder -sea del signo que sea- suele ser tarea de las clases desfavorecidas, de aquellos a los que Dostoyevski llamaba humillados y ofendidos. Aunque afortunadamente, y rompiendo con el carácter circular de los tiempos, no siempre es así.

El 17 de enero de 1966 tuvo lugar en Palomares, provincia de Almería, un accidente nuclear provocado por aviones estadounidenses. Un año después, la historiadora Luisa Isabel Álvarez de Toledo (1936-2008) era detenida por liderar una manifestación que exigía una indemnización para los agricultores damnificados. La escritora, una mujer sin ningún tipo de adscripción política ni ideológica -más allá de su toma de conciencia en favor de los oprimidos- nada tenía que ver con las clases bajas, dados sus orígenes aristocráticos.

Tanto el gobierno de Estados Unidos como el régimen franquista trataron de soslayar las consecuencias medioambientales y económicas del incidente (Fraga organizó -incluso- una famosa sesión fotográfica bañándose en la playa de la localidad almeriense) y el suceso apenas tuvo eco en la prensa de la época. Sin embargo, Álvarez de Toledo fue condenada a ocho meses de cárcel, pena que cumplió escrupulosamente en dos prisiones: Ventas y Alcalá de Henares.

Mi cárcel es el resultado de esa experiencia dolorosa, un hecho del que dio cuenta en una serie de artículos escritos para la revista Sábado gráfico entre 1969 y 1970. En ellos denunciaba, entre otras cosas, las malas condiciones que sufrían las reclusas en prisión (la falta de higiene, una alimentación deficiente) al tiempo que hacía un inventario de sus actividades cotidianas: las conversaciones con sus compañeras de celda, las lecturas que realizaba, las clases que impartía a los analfabetos.

Escrito con una prosa vigorosa y directa, próxima a la crónica periodística, este libro supone el rescate testimonial de una mujer comprometida y rebelde (después de divorciarse de su marido se casó con la historiadora Liliane Dahlmann) que supo romper con los cánones de su clase social en un momento particularmente delicado de nuestra historia.

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