‘Dorado y profuso’, de Pablo García Baena
JOSÉ DE MARÍA ROMERO BAREA.
Durante diez años consecutivos, un poeta envía, a principios de diciembre, versos a otro poeta, “voluntariamente aislado en su rincón nativo”, tiernos despachos (“Pequeña, la araña/ su pañuelo-enseña/ ciñe a la espadaña”), breves prodigios (“La Virgen, como es ayuno, / un suspiro es su alimento”), escritura que ordena sus disquisiciones en esquelas, apotegmas ex cátedra, momentos ocasionales de una expresión coagulada en amistad a lo largo, “un reino temporal, de este mundo”, a base de fugaces esfuerzos continuados por encontrar el equilibrio entre el registro nada confiable y el sensitivo pliego.
En ocasiones, la auténtica literatura no se despliega en sesudas reflexiones, sino “en ligeros juguetes navideños, que no tienen otra pretensión que la divertir”. A veces, la poesía consiste en un puñado de gestos, que tienen lugar en un “bosque mágico y perdido – familias, leyendas, Córdoba–, dorado y profuso como un retablo de Churriguera”. Recoge el opúsculo Gozos para la Navidad de Vicente Nuñez (Ediciones Andrómina, Diputación de Córdoba, 2020), las esporádicas composiciones poéticas que Pablo García Baena (Córdoba, 1923-2018), dedicó al poeta aguilarense (1929-2002) durante una década.
Se reedita la recopilación aparecida originalmente en Hiperión (1984), luego en la Fundación El Monte, Sevilla (1993); adjunta el creador de Los Campos Elíseos (2006) mensajes al Premio de la Crítica 1982, cánticos manuscritos (“Mayorazgo de almas/ ¿qué sufrir tienes?), pretextos para una comunicación ininterrumpida (“Fuera estaba el invierno, el leñador sombrío/ que en hondos atajos maneja la segur”). Para acercarse a estos billetes hay que adentrarse en uno mismo, (“Redentor, / ¿qué esperas en el helor?”), volver al niño que fue, regresar a la ilusión de recibir postales navideñas, las que edita este libro, con morosa erudición, a cargo de Felipe Muriel y la Fundación Vicente Núñez.
Visible en la pasión de sus interlocuciones, emerge el Premio Princesa de Asturias de las Letras (1984), tanto de las superficies como de las profundidades de estos gozos, “ceremonias popularmente denominadas jornaditas”, según el editor, “que conmemoraban en los días previos a la Navidad las etapas del forzado viaje de San José y la Virgen María desde Nazaret a Belén”. Se aporta una visión única de las pluralidades, se mezcla evolución y evaluación, la objetividad insiste las subjetividades, penetra las formas (“el romance, el romancillo, la redondilla”). Vulnerables a las respuestas, cédulas a vuelapluma de una lírica fresca, notoriamente lúdica, incansable en su curiosidad, relacionada con la conversación que redacta el paso de las estaciones.