Beyond Words (2017), de Urszula Antoniak – Crítica
Por José Luis Muñoz.
Beyond Words de Urszula Antoniak se presentó en la Sección Oficial del festival de San Sebastián de hace un par de años y se acaba de estrenar hace unos días por miopía de la distribución. Si hablamos de Polonia es hablar de cine con mayúsculas porque la lista de buenos realizadores es interminable: Andrzej Wajda, Jerzy Skolimowski, Andrzej Zulawski, Krysztof Kieslowski, Walerian Borowczyk, Roman Polanski, Pawel Pawlikowski…
No decepciona, sino todo lo contrario, este film extraordinario en su aspecto formal—soberbia fotografía en blanco y negro de Lennert Hillage y buena banda sonora de piano— como confuso en su mensaje. Michael (Jakub Gierszal) es un exitoso y joven abogado de origen polaco que trabaja en un bufete de Berlín. La aparición sorpresiva de su padre Stanislaw (Andrzej Chyra), a quien creía muerto, trastoca su ordenada vida y lo aboca a replantearse su condición de emigrante pese a su imagen de ario puro.
La película de la directora polaca Urszula Antoniak (Czestochowa, 1968) —Odisea en Bjilmer, Nada personal, Código azul, Nude Area— es una reflexión sobre la identidad que explota cuando padre / hijo, un par de desconocidos que fracasan estrepitosamente a la hora de construir vínculos emocionales—la sangre no lo es todo porque para el hijo el padre es un perfecto desconocido y en una de las escenas clave deshace el abrazo que le da su progenitor— y lo más discutible, a nivel ideológico, es ese desenlace que se parece peligrosamente a un video de Pegida —Michel sumergiéndose en un antro marginal para negros, que lo ignoran o rechazan abiertamente, y acabando a puñetazos con ellos—.
Las imágenes de cierre, con bellas imágenes urbanas berlinesas y fondo de música turca—el taxista que recoge al protagonista machacado es de ese origen—, añade más confusión al mensaje, pero ello no es en menoscabo del altísimo valor cinematográfico del film de Urszula Antoniak.