«Los asquerosos» con Miguel Rellán y Secun de la Rosa
Por Ana Riera
Santiago Lorenzo, con su castellano radical e inclasificable, se ha convertido en uno de los fenómenos editoriales de los últimos tiempos. Una de sus novelas, Los asquerosos, publicada en 2018, puede verse ahora en el teatro. Los responsables del texto teatral son Jordi Galcerán y Jaume Buixó. La tarea que tenían por delante cuando se embarcaron en este proyecto no era nada fácil a causa precisamente del lenguaje complejo y personalísimo del autor. Sin embargo, el resultado es excelente, fruto de un trabajo hecho con mimo de artesano y desde el más absoluto respeto.
Manuel, un chico al que le cuesta relacionarse con sus congéneres, se ve implicado en un accidente fortuito en el portal del edificio en que vive. Asustado, decide pedir ayuda a un tío suyo que le aconseja que se quite de en medio durante una temporada. Al amparo de la oscuridad, Manuel coge el coche y enfila hacia la España vacía. Tras conducir toda la noche, recala en un pueblo abandonado, donde acaba apropiándose de la única casa que todavía conserva el techo y las paredes en buen estado. A partir de ese momento el único ser humano con el que Manuel mantendrá contacto será su tío, que decide bautizar el pueblo abandonado con el nombre de Zarzahuriel, y lo hará solo vía telefónica.
Manuel es un perdedor, un ser solitario que nunca ha sabido hacer amigos ni acercarse a las chicas, un adaptado social. Pero esta suerte de antihéroe, al que borda un inspiradísimo Secun de la Rosa, lejos de las obligaciones y las convenciones que impone la sociedad, o que se autoimpone él mismo por el deseo de pertenecer al grupo, descubre la felicidad por primera vez en su vida.
El incombustible y prolífico Miguel Rellán (ni siquiera el Covid-19 ha conseguido acabar con él, y eso que lo ha intentado) interpreta de forma brillante al tío de Manuel. También él es un individuo que no acaba de encajar. Por eso se identifica con su sobrino y no duda en convertirse en su cómplice y en ayudarle en todo lo que está en su mano para salvarle. Hablar de Miguel Rellán implica quitarse el sombrero ante su maestría, ante su capacidad de seguir disfrutando de esta profesión tantos años después, y de hacerlo sin aspavientos, con sencillez y modestia. Quizás su secreto sea su buena estrella. O tal vez su buena estrella se deba a que es un ser especial. Si le preguntas a él, lo tiene claro: “Yo es que he tenido mucha suerte, porque desde que empecé en esto siempre he tenido trabajo”. Y eso en su caso es decir mucho, ya que lleva desde 1965 en el negocio de ser actor.
De la mano de ambos, y a medida que avanza la obra, se van sucediendo distintas situaciones: primero la desazón de ambos ante lo ocurrido y la necesidad de encontrar un escondite para Manuel en el que pueda pasar inadvertido durante algún tiempo; después el descubrimiento de la vida solitaria y tranquila por parte de Manuel, en la que por fin siente que encaja; más adelante la aparición de una familia de domingueros (los “mochufas”), que alteran la feliz existencia recién conquistada por Manuel; como consecuencia de ello, y tras ser descubierto, su regreso a la ciudad y al sinsentido; y finalmente, la vuelta a su paraíso particular en busca de la libertad y la felicidad definitivas.
Alternando el humor y las reflexiones profundas, el autor nos habla sobre la búsqueda de la libertad y la felicidad. Sobre el hecho de que, en un mundo cada vez más ruidoso y superpoblado, el verdadero lujo son la soledad y el silencio. Sobre lo vacía y absurda que puede ser la vida que llevan los “machufas”, esos individuos de clase media, ostentosos y vulgares, consumistas e incultos, que claman su deseo de volver a los orígenes, pero se hacen instalar un aparato que conserva el papel higiénico a la temperatura del cuerpo, y que son incapaces de escuchar los sonidos de la naturaleza porque no dejan nunca de vociferar.
Pero Los asquerosos trata sobre todo del miedo. Es el miedo a ser agredido lo que lleva a Manuel, una persona tranquila y a la que le gusta pasar inadvertida, a atacar a un antidisturbios con su amuleto de la suerte; es el miedo a lo que pueda ocurrirle lo que le lleva a huir del lugar de los hechos sin auxiliar a su víctima y sin pararse a calibrar el alcance de sus actos; también es a causa del miedo que su tío le dice que debe huir aprovechando la oscuridad de la noche y refugiarse como una alimaña allí donde nadie pueda encontrarle; es el miedo a ser descubierto lo que le lleva a esconderse de los “machufas” y de cualquiera que aparezca por Zarzahuriel; es el miedo a que le echen de su paraíso lo que lleva a Manuel a concebir un plan siniestro contra sus indeseables vecinos; y así hasta el infinito. ¿Pero tiene sentido vivir con miedo? Eso es lo que deberá descubrir Manuel a lo largo de su periplo. Santiago Lorenzo conoce la respuesta y la susurra al que quiera oírla con voz queda: no hay nada peor en la vida que perderla por miedo a vivirla.
Autores Jordi Galcerán y Jaume Buixó
(basado en la novela de Santiago Lorenzo)
Dirección David Serrano
Reparto Miguel Rellán, Secun de la Rosa
Escenografía y vestuario Alessio Meloni
Diseño iluminación Juan Gómez-Cornejo y Pilar Valdelvira
Música de Miguel Malla
Diseño gráfico y fotografía Javier Naval
Ayudantía dirección Luz Cipriota
Producción ejecutiva Rafael Romero
Dirección de producción Nadia Corral
Dirección técnica Ciru Cerdeiriña
Distribución Fran Ávila
Una producción del Teatro Español y Octubre producciones
TEATRO ESPAÑOL. SALA PRINCIPAL. HASTA EL 24 DE ENERO 2021
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