Sheila Blanco Puro Gershwin Trío
Por: Francisco Collado
Teatro López de Ayala. XXXIII Festival Internacional de Jazz de Badajoz.
Es un regalo para el público pacense poder disfrutar en Badejazz de formaciones con el nivel de Sheila Blanco Puro Gershwin Trío. Detrás está el trabajo y la dedicación de Javier Alcántara y Pablo Romero que elevan el listón de este festival cada año. La agrupación manifiesta esa complicidad que convierte los instantes en algo taumatúrgico, ya sea desde la prodigiosa garganta de Sheila, su dominio del scat, las bellas armonizaciones al piano de Federico Lechner o las notas cristalinas que nacen en la semiacústica de Israel Sandoval. El programa fue una paleta de obras del compositor George Gershwin con algunos de sus mejores estándares y otras obras más difíciles de escuchar. “I love You Porgy , tema de amor de “Porgy and Bess”, compuesto para dúo, con uno arreglos sutiles y plenitud vocal de la cantante. “Nice work if you can get it”, era una “canción de baúl”, que el autor había guardado para uso futuro. La guinda del pastel la puso la bellísima nana “Summertime”, con deliciosa cadencia de milonga. Sheila Blanco se mueve con comodidad en todas las alturas, extrae cómodas notas de su instrumento, juega con la improvisación y domina el scat con soltura y poderío.
El concierto fue una paleta del mundo musical del compositor de Brooklyn, destilada a fuego lento desde los intensos cromatismos del teclado, fundidos con los acordes exactos y límpidos punteos a la guitarra de Sandoval. Sheila Blanco juega con el gesto y la expresión corporal, coquetea con las estructuras armónicas y aporta un componente fuertemente teatral a cada pieza, elabora las síncopas con riqueza y soltura. “Someone to watch over me” es una de las más potentes melodías de amor jazzísticas. Un elegante arreglo pianístico precede a la voz de Sheila, apenas un susurro que crece para dejar al respetable de una pieza. “But not for me” fue prefaciada con un original monólogo al piano, seguida de la melodía escalonada que; a pesar de aparentar simpleza por su rango de poco más de una octava; permite a la cantante un lúdico ejercicio de scat en diálogo constante, en imitación con los instrumentos. En “A foogy day”; una canción escrita por los hermanos Gershwin en menos de una hora; la cantante destila la melodía atmosférica y atemporal con afinados juegos de scat. Esta es una obra de notas repetidas, con ricos acordes que desprende melancolía, con saltos repentinos de cuartas y quintas.
El aroma de Broadway y los callejones de Nueva York desfilan por un escenario donde los intérpretes se han convertido en sumos sacerdotes del swing y los juegos vocales. Como en la poderosa “I got rhythm”, donde Lechner abandona el piano para el juego vocal que requiere esta canción del musical Girl Crazy. La obra está construida en la progresión acordal conocida como “rhythm changes”, que es uno de los vehículos de improvisación más comunes en jazz y se consolidó como forma estándar El dúo juega con las cuatro notas que utiliza de la escala pentatónica, añadiendo toques de humor a la sincopada melodía, que fue ampliamente celebrada por el público. La voz de Sheila Blanco destila terciopelo, vibra con la intensidad del sonido de la selva o remite al musical más canónico.
Destacar esa complicidad entre los músicos, nacida de horas de estudios, que convierte un espectáculo en algo memorable. Nada mejor para cerrar un concierto de altísimo nivel en los extraños tiempos que corren. Enhorabuena.