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Una obra caótica, sugerente y todavía inédita en castellano

Portada de la obra
Portada de la obra

Quotidiano de Luxo es una de esas obras que resultan fundamentales en los tiempos actuales.


La creadora coimbrense Júlia Barata ha publicado durante el 2019 (en la editorial lusa Tigre de papel) una novela gráfica de 112 páginas, de carácter autobiográfico y de gran interés. En la obra se muestra y se siente el estrés del trabajo, los problemas de tráfico, el mal humor, el conflicto generado por el cuidado de la prole, etc.  En suma, un conjunto de problemas y situaciones que cualquiera de nosotros hemos podido vivir en la sociedad evanescente de la que ha hablado el profesor alicantino Roche Cárcel.

La obra tiene la capacidad de mostrar el caos, la demencia en la que estamos sumidos todos los días. De ahí que lo cotidiano puede dejar de ser un proceso de construcción de nuestra identidad a través de los vínculos afectivos, a convertirse en una lucha encarnizada por no caer en la locura y comenzar a tirarse de los pelos hasta no dejar ninguno.

La autora nos muestra, desde una vis cómica y trágica (a un tiempo), los efectos de su embarazo y de los problemas surgidos a raíz de las transformaciones del cuerpo, de los cambios de humor, etc. Al abrir las páginas de la obra, nos sumergimos en un baño de realidad brutal. Tanto es así que la propia editorial considera que esta novela es un cómic punk, por su marcada narración tragicómica y, en ocasiones, dura.

Unido a todo esto la propia conformación ilustrativa de la obra también nos introduce, a menudo, en una narrativa caótica e incluso desesperada de la vida. Una sensación de que todo es fútil y posiblemente lleguemos a encontrarnos en situaciones semejantes donde decidimos sin decidir, donde parece que pensamos, aunque no lo hacemos. La propia ilustración muestra también ese mismo carácter posmoderno fruto de un trazo imperfecto que nos habla de la propia realidad humana, tal cual es.

La obra transita entre el fragmento y la multipolaridad propia de nuestra época, y la necesidad de equilibrio propia de momentos históricos más modernos. Muestra, con la crudeza de la vida humana, el reto de lograr cierto grado de funambulismo cotidiano repletos de instantes difícilmente valorables bajo una ética tradicional. Ni todo es bueno, ni todo es malo. Pareciera que, simplemente, son sucesos del mundo de la vida.

 

Por Juan R. Coca

 

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