Actores y marionetas en una fascinante versión de un clásico de Julio Verne
Por Horacio Otheguy Riveira
Un muchacho burgués que iba para abogado como su padre —nada menos que en la Francia de finales del siglo XIX—, descubrió en sí mismo una pujante capacidad literaria e imaginativa. Tuvo la inmensa suerte de dar con un editor atípico que le abrió caminos insospechados.
Jules Gabriel Verne (Nantes, 8 de febrero de 1828-Amiens, 24 de marzo de 1905) fue un escritor, poeta y dramaturgo francés célebre por sus novelas de aventuras e influencia en el género literario de la ciencia ficción. Nacido en una familia burguesa, estudió para continuar los pasos de su padre como abogado, pero muy joven decidió abandonar ese camino para dedicarse de lleno a la narración literaria. Un impulso mal visto en su ambiente y, en general, los temas que abordó eran despreciados por el ambiente intelectual de su época donde se consideraba una frivolidad todo lo que no fuera introspección psicológica o panorámica social.
Su colaboración con el editor Pierre-Jules Hetzel dio como fruto la creación de Viajes extraordinarios, una popular serie de novelas de aventuras escrupulosamente documentadas y visionarias entre las que se incluían Cinco semanas en globo (1863), Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), La vuelta al mundo en ochenta días (1872) o La isla misteriosa (1874).
«El gran pesar de mi vida ha sido el hecho de que nunca he tenido lugar alguno en la literatura francesa». Incomprendido en su época, al día de hoy 33 de sus obras han sido llevadas al cine, dando lugar a un total de 95 películas, sin contar las series de televisión, y diversas versiones teatrales. La obra más veces adaptada ha sido Miguel Strogoff (16 veces), seguida de Veinte mil leguas de viaje submarino (9 veces) y Viaje al centro de la Tierra (6 veces). Aún hoy, el más leído en el mundo tras Agatha Christie.
Con esta adaptación de Veinte mil leguas, Christian Hecq y Valérie Lesort crean un espectáculo para actores y marionetas de gran precisión escénica. Nos embarcan en el Nautilus, el submarino con los personajes del libro: el profesor Aronnax y su criado Consejo, quienes, antes de naufragar y convertirse en prisioneros del capitán Nemo, se lanzaron a la búsqueda del célebre narval gigante, a bordo del Abraham Lincoln junto al arponero Ned Land.
El Capitán Nemo, un verdadero pirata moderno, los lleva a una vuelta al mundo oceánico, donde la experiencia científica se mezcla con la poesía de las grandes profundidades. Acompañados por un banco de peces, los actores de la Comédie-Française nos hacen viajar al corazón de este monumento de la literatura.
CONVERSACIÓN CON CHRISTIAN HECQ Y VALÉRIE LESORT
Acerca de las marionetas
Christian Hecq: Mi primer contacto con la manipulación de marionetas fue con Philippe Genty, con quien Valérie también trabajó. Después de saborear esta práctica, quise fusionar las marionetas con los personajes representados en carne y hueso. En este espectáculo, cada uno pertenece a un universo diferente: el humano y el animal.
Valérie Lesort: El hecho de que los actores manipulen marionetas y además interpreten personajes implica un ritmo muy físico y riguroso. Los cambios de vestuario y de marionetas se efectúan en pocos segundos y en absoluta oscuridad. Es un formidable trabajo de equipo con los técnicos y las vestuaristas. Sin contar con la araña marina, que es un híbrido entre hombre y marioneta. La medusa y el pulpo gigante son principalmente marionetas manipuladas por una mano dentro del cuerpo.
Christian Hecq: Estas últimas son mis preferidas porque hay un contacto directo. Incluso si hoy en día lo más común es que se vea al marionetista (yo mismo lo aprendí de esta manera), hemos optado por el teatro a oscuras, en el que el trabajo de luces borra al manipulador. La marioneta es un instrumento actoral increíble que expande el cuerpo del actor. ¿Hasta dónde se pueden expandir los límites del movimiento? Esta búsqueda siempre me ha interesado. Trabajamos con marionetas extremadamente ligeras que tienen una capacidad de reacción y desarticulación que el cuerpo no puede ejecutar. Con frecuencia, me refiero a esto como “dinamo-ritmo”, a propósito de la facultad de reproducir el ritmo de un ser. En esta ocasión, con los peces, es una mezcla entre movimientos lentos y rápidos efectuados de una manera aparentemente aleatoria. Es un espectáculo en el que los peces pueden competir seriamente con los actores. Si al comienzo del trabajo, estar en la oscuridad pudo ser desestabilizante para los “manipulactores”, el malestar desapareció rápidamente. Encontraron una gran complicidad con las marionetas, y entendieron que a estas les gusta que se las mire, a veces incluso como a viejos bufones sobreactuados…
Acerca de la ilusión de las profundidades
Valérie Lesort: Hay muchas categorías de peces. La forma en la que los actores les dan una personalidad es increíble, sin llegar a humanizarlos. Trabajamos también con Carole Allemand, desde el punto de vista de la concepción y construcción, en un proceso lo más realista posible, ya que la poesía llega después de forma natural. Para los colores, el universo de Georges Méliès fue una inspiración, así como el de Ernst Haeckel, un científico contemporáneo de Julio Verne que dibujaba peces y medusas magníficas.
Christian Hecq: Se crea una atmósfera un poco inquietante, esencial para la credibilidad de la situación en el submarino. Fue apasionante la búsqueda para animar ese mundo de las profundidades, esos peces que forman parte de la historia de las Veinte mil leguas de viaje submarino. ¿Cómo interpretar el agua en teatro? Rechazamos categóricamente la proyección de vídeo. Ahí está toda la magia…
Valérie Lesort: Tuvimos que inventar sistemas para dar la sensación de agua. Con la escenografía, el sonido, las luces, el trabajo de los actores, materias flotantes… La apuesta es estar bajo el agua durante hora y media.
Intervenciones registradas por Chantal Hurault, responsable de comunicación y publicaciones del Théâtre du Vieux-Colombier