«El enfermo imaginario» con gran elenco encabezado por Flotats y Anabel Alonso

Por Horacio Otheguy Riveira

No se esperaba menos de Josep Maria Flotats, pero el resultado supera todas las expectativas. Una maravilla de puesta en escena con un lenguaje castellano formidable e interpretaciones muy logradas, dentro de lo coral de la propuesta y las individualidades de personajes muy interesantes. Sucede en una ambientación espectacular vestida con suprema elegancia —o gran sentido del humor, según convenga—, por una pareja histórica del teatro europeo nacida en el Piccolo Teatro di Milano, el escenógrafo Ezio Frigerio y la diseñadora Franca Squarciapino. Este espacio aporta el toque majestuoso de una gran farsa en la que la traición amorosa, la desolación del ingenuo enfermo, el abuso de poder de los médicos del siglo XVII y la sabiduría del pueblo encarnada en la criada Tonina, se sirve con tal magisterio que asistimos a un proceso creativo sorprendente en el que Flotats acaba con la habitual sobreactuación del cómico protagonista, para asumirlo con un deleite modesto, sencillamente tímido, frente a la sobreactuada voluntad de quienes pretenden curarlo o sacarle los cuartos con toda clase de trampas.

La medicina en la picota, pero también los estragos sociales, la lucha por el poder y la voluntad de la magnética bondad de un personaje característico de la Commedia dell´arte, aquí desarrollado con una riqueza de matices alucinante. Sin duda, la criada Tonina es la madre de todas las criadas que en la historia de la comedia han existido, pues en sus manos se mueven los trucos de quien solo se propone servir con generosidad y descubrir a los perversos, valiente e ingeniosamente.

Ya en el prólogo, donde se las apaña para proteger a los jóvenes amantes de las censuras de los adultos, asoma una ductilidad que irá desarrollándose a lo largo de dos horas en manos de una extraordinaria Anabel Alonso. Como nunca se la vio, con una variedad de registros dirigidos por Flotats con la maestría que le caracteriza, sacando buen partido de la capacidad de la actriz para alcanzar las notas prodigiosas que la función le exige.

Su interpretación tiene el dominio musical de altos y bajos, agudos y graves, propios de un festival de caricaturas llenas de humana condición. Es decir, que allí donde a punto está de pasarse en el difícil arte de la farsa, Alonso se contiene y descubre otro tono, otros mohínes, otros movimientos corporales, dentro de una exposición de personajes y situaciones muy eficaces; a su lado hay un reparto encomiable en el que destacan: el insólito histrionismo de Eleazar Ortiz (muy divertida composición en un actor, generalmente a cargo de personajes hieráticos), la inocente belleza de la más joven de la Compañía, Belén Landaluce, al principio niña aturullada por un flechazo, luego transformada en una mujer entera, de insospechada valía. Lola Baldrich es una hermosa pérfida compuesta como una madrastra de cuento de hadas, y Joaquín Notario se ocupa de un cínico perfectamente implicado en una representación contemporánea del sarcasmo y la ironía…

Cada intérprete da su do de pecho. El gran Flotats les facilita todo lo necesario para su lucimiento, mientras él mismo y Anabel Alonso consolidan una pareja humorística al borde de la tragicomedia, como le gustaba jugar a Molière, el hombre de teatro que triunfó con la farsa y la comedia, tras padecer la amargura del rechazo a las tragedias que firmó con la ilusión de ser un firme heredero de su idolatrado Corneille.

 

NOTA AL MARGEN:

Generalmente en las representaciones de teatro se dice que trae mala suerte vestirse de verde en Francia​, dado que Molière supuestamente habría sufrido el ataque estando en el teatro vestido de este color. Pero esto es controvertido; aunque la superstición existe, Molière iba vestido entonces de color amaranto, y cada país tiene su propio color prohibitivo en el teatro: en España es el amarillo, en Inglaterra el azul, y en Italia es el morado.

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Reparto por orden de intervención

Argán  Josep Maria Flotats

Tonina  Anabel Alonso

Angélica Belén Landaluce

Belina Lola Baldrich

Victorin Honoré Daumier es el autor de éste óleo titulado como la obra de Molière, Le malade imaginaire (1862). Temibles rostros de médicos… El trasfondo amargo que padeció el propio Molière que murió poco después de la representación de su farsa.

Señor Buenafé Alejandro Sigüenza

Cleantes Rubén de Eguía

Señor Diarreus Eleazar Ortiz

Tomás Diarreus Francisco Dávila

Beraldo Joaquín Notario

Señor  Oliscante Bruno Ciordia

Señor Purgón Arturo Martínez Vázquez

Equipo artístico:

Traducción: Mauro Armiño

Versión y dirección: Josep Maria Flotats

Escenografía: Ezio Frigerio con Ricardo Massinori

Iluminación: Paco Ariza

Vestuario: Franca Squarciapino

Composición musical: Daniel Espasa

Fotografías: Sergio Parra

 

TEATRO DE LA COMEDIA. COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO. HASTA EL 27 DE DICIEMBRE 2020.

 

 

 

 

 

 

 

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