Feliz recuerdo entre aplausos con Ángel Ruiz en «Miguel de Molina al desnudo»
Al Rialto de Gran Vía llegué con miedo de que el gran patio de butacas estuviera medio vacío. Un lunes en torno a las ocho de la noche, la calle desperezándose del intenso fin de semana, la gente que va al teatro, ausente, da por hecho que los lunes hay descanso. También llegué con la certeza de que vería una buena función en torno a un personaje cuya historia me parecía muy interesante. Miguel de Molina homenajeado en la voz de un actor-bailarín-cantante excepcional como Ángel Ruiz, a quien había aplaudido muchas veces en representaciones de pequeño y gran formato, y además la música de César Belda, creativo y apasionado, y alrededor de ambos un equipo de producción tan serio como La Zona.
Pero, claro, solo ellos dos en un escenario donde desde hace años se presentan musicales espectaculares… haría temblar a cualquiera. Miedo del patio de butacas vacío lo tendríamos todos, yo como espectador, pero los protagonistas y los productores que les avalaban mucho más, con la incertidumbre propia del mundo del teatro elevada a demasiada potencia.
Y en esas que sucedió el milagro.
Aquella noche hubo al menos medio patio cubierto, que ya es decir, para un «Miguel de Molina al desnudo» que era una indudable rareza para quienes no conociéramos a sus artistas. Sotto Voce fue conociéndose que en Los lunes en el Rialto se producía una función fuera de serie. Aquí y allá fue corriendo la buena voz de los susurros que se tornan amanerados aspavientos, señuelos para la consagración de lo gay con su propio sentido del humor que enamora a cualquier satisfacción de índole sexual o meramente artística, superando los límites de vanos prejuicios y trascendiendo desde el único lugar que vale: la grandeza del teatro.
La unión del talento de Miguel de Molina como artista y como hombre honesto y generoso con sus compañeros —empresario cabal cuando le tocó— y esta pequeña-gran Compañía, llegó a cubrir con mucha facilidad el gran escenario del Rialto, y los lunes fueron de sus creadores con espectadores agradecidos, luego hubo gira, y diversos retornos a Madrid, unos pocos días por aquí, otros por allá. Con los medios de comunicación dando la buena nota («el mejor espectáculo de la Gran Vía de Madrid de la temporada») y un Premio Max 2017, junto a otros muy importantes como el de la Unión de Actores…
La ilusión de los artistas, vieja como el mundo, de que el esfuerzo siempre puede dar buenos resultados, y si no sucede hoy, sucederá mañana, pero en ningún caso se podrá parar el camino iniciado. Empezó un lunes por la noche, cuando muy pocos confiaban en su éxito, pero esa confianza brotaba de un río de imaginación, creatividad, sentido del humor y conciencia de tragedia con suficiente energía para hacer poner de pie al público entre ovaciones sonrientes y llantos contenidos o desbocados por parte de los que habían vivido aquellos años donde alguien cantó «La bien pagá» y triunfó por todo lo alto, sin importarle que algunos le gritaran ¡Maricón! y otros le dieran una paliza, partiendo malherido a la ya legendaria ciudad de Buenos Aires donde triunfó mucho más, hasta formar parte de la historia de la Argentina española y de la España argentina.
Os aseguro que aún se pueden ver las sombras de aquellos años con la gente formando fila para entrar a los grandes teatros donde se presentaba con todo lujo Miguel de Molina, y si se pasa antes del amanecer por la Calle Corrientes y no se habla ni se susurra, solo se camina y se fuma… como de puntillas también se escuchan los aplausos enfervorecidos de su numerosos admiradores. Época gloriosa en que se hacían colas para pasar la noche con mantas, termos y asientos plegables, a la espera de que abrieran la taquilla, y comprar entradas para ver al artista al que le lloverían claveles no más empezar aquello de:
Ojos verde, verdes
con brillo de facas
que s’han clavaíto en mi corazón
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vida son.
Ojos verdes, verdes
como l’arbahaca,
verdes como el trigo verde,
y el verde, verde limón.
Trascripción de la crítica publicada en CULTURAMAS el 19 de enero de 2017
Ángel Ruiz resucita a Miguel de Molina en una espléndida evocación
Por Horacio Otheguy Riveira
Un cantante en escena que habla con desparpajo sobre lo humano y lo divino de una vida durante mucho tiempo atropellada por la envidia y el salvajismo de quienes ganaron la guerra civil. Los golpes y las humillaciones le fortalecieron en lugar de destruirle, hasta que en Argentina encontró el ámbito perfecto donde desarrollar su arte incomparable. La poesía popular de la copla y el concepto integral del espectáculo musical se unieron para hacer de Miguel de Molina el más grande: artista inquieto, empresario generoso, compañero leal de muchos creadores, cuya feminidad en gestos y actitudes de homosexual confeso, siempre fueron el gozoso escaparate de un hombre cabal que luchaba por su libertad.
Buen bailarín, notable actor de variados registros y excelente cantante, Ángel Ruiz ha deambulado por distintos espectáculos dejando la impresión de que es alguien a quien hay que seguir porque vale mucho y mucho es lo que tiene que dar. En Miguel de Molina al desnudo debuta como dramaturgo e intérprete absoluto junto al piano del maestro César Belda. Para ello se ha documentado y ha experimentado en un género que nunca antes había explorado. Recrea al cantante malagueño y desanda la ruta de sus leyendas en una rueda de prensa ficticia en la que se dan cita el humor del personaje y las excelsas letras de canciones por él estrenadas: la copla revive con emotiva fuerza y gran talento musical, ya que Ruiz toma elementos del estilo de Molina pero va más allá de la mera imitación, trasciende al original en una auténtica creación donde lo que importa es la humanidad de un gran personaje, símbolo doliente de la crueldad de una España fascista que se resiste a desaparecer:
Yo he tenido suerte, no me dejaron tirado en ninguna cuneta. Si vais a Buenos Aires podéis visitar mi casa, que está a vuestra disposición. La tengo fija en el Cementerio de La Chacarita para lo que gustéis mandar.
Ángel Ruiz sorprendió gratamente cantando en la despedida de los Premios Max de 2011. Viene a cuento recordar aquella interpretación porque para quienes no le conocen demuestra su versatilidad y aumenta la calidad de su interpretación de Miguel de Molina. Estrenó el tema “Si tú no estás aquí”.
Aquí y ahora “La Miguela” se convierte en Miguel de Molina ya cabeza de cartel, luego estrella de su propia compañía batiendo récords de público y éxito de taquilla en el Madrid republicano. Al estallar la guerra le envían a entretener a las tropas. Ve miseria y dolor, jóvenes cuerpos destruidos y la belleza celestial de un muchacho moribundo que le pide que le cante. Conoce a Federico García Lorca (“No, no, no, esa es otra mentira, no fuimos amantes, y siempre lamenté no haberlo tratado más, apenas compartí mesa con él y Rafael de León, yo era un chiquillo virgen todavía”) y sobre todo sus libros, se enamora de la poesía, y da vigor a la copla en un mundillo sin hombres, sólo representado por mujeres de tronío donde Concha Piquer tenía un poder de convocatoria impresionante (“Le daban tacos de canciones para que escogiera, y los demás cantaban lo que ella desechaba. Pero Ojos verdes la estrené yo”). Dicen que fue la Piquer quien le denunció a la Dirección General de Seguridad para que le quitaran de en medio con una paliza, pero él lo desmiente y no lo desmiente en un juego irónico que Ángel Ruiz borda con una imitación genial de la temible diva. Lo cierto es que a Molina casi lo matan, y después le prohíben actuar en cualquier escenario del país, y también del extranjero. Hay muchas vueltas fatídicas hasta que le escribe desde México a Eva Perón quien, sin conocerle personalmente, le salvará para siempre de la injusta y feroz persecución dándole carta de ciudadanía argentina. Grandes teatros se llenaron de un público entusiasta carente de prejuicios, ávido de novedades, mezcla fantástica de españoles en el exilio y de muchas otras nacionalidades que compartían el dolor de huir de un mundo en guerra.
El espectáculo abunda en detalles con una brillante estructura teatral donde combinan el humor malagueño con el drama y el romanticismo de la copla, logrando momentos de notable ingenio, cuando no de fuerte emotividad. Ángel Ruiz se ha rodeado de grandes profesionales y no ha dejado nada al azar, aprovechando sus amplios conocimientos del teatro musical contemporáneo, y respetando las peculiaridades de su homenajeado, uniendo como aquél la poesía popular de la copla y el concepto integral del espectáculo musical para lograr una exaltación de la lucha constante por ser uno mismo aunque vengan degollando.
Dramaturgia e interpretación: Ángel Ruiz
Dirección musical y pianista: César Belda
Dirección: Félix Estaire
Iluminación: Juanjo Llorens
Vestuario: Guadalupe Valero
Coreografía: Mona Martínez
Diseño de cartel y fotografías: Javier Naval
Comunicación y giras: Pepa Rebollo
Una producción de LAZONA
En el hall del teatro se puede comprar el disco, editado por Atresmúsica, también a la venta en los canales habituales. Incluye los temas completos que se interpretan en la función, además de una canción inédita: El día que nací yo, que Miguel de Molina cantó en numerosas ocasiones, pero que nunca llegó a grabar.
REPOSICIÓN TEATRO INFANTA ISABEL. DEL 27 DE NOVIEMBRE AL 19 DE DICIEMBRE 2020.
Ángel Ruiz recibió por este trabajo el Premio Max a la mejor interpretación, el premio de la Unión de Actores y Actrices y el Premio del Teatro Musical.
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Los profesionales que integraron este espectáculo han hecho en el camino muchos otros espectáculos. Ahora mismo algunos de ellos se han incorporado a los ensayos de una nueva función para la próxima temporada 2021.
«La Productora SHOWPRIME crea esta íntima obra, T3RAPIA El musical, un sobrecogedor espectáculo que te tocará el alma y el corazón. Escrito y dirigido por el maestro y compositor José Masegosa, dirección musical de César Belda, y protagonizado por la actriz y cantante Julia Möller, el polifacético talento de Ángel Ruiz y la dulce voz de Sara Navacerrada.
La historia de T3RAPIA se basa en una típica familia de tres, representada en dos lugares fundamentales: la casa de la familia protagonista y la consulta de la terapeuta donde se sinceran los personajes. A través de las confesiones de Belén (la madre) Manu (el padre) y Greta (la hija adolescente) iremos descubriendo la idiosincrasia de cada uno de ellos, y lo más importante, cómo han llegado hasta la situación actual».
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Maravilloso y conmovedor comentario. Has traido al tapete una historia triste y afectuosa a la vez.
Y un deleite escuchar a Angel Ruiz.
Me alegra tu entusiasmo, Elides. Muchas gracias.