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Reseña de “Felizidad”, de Olga Novo

Por Jorge de Arco.

Tras obtener el premio de la Crítica de Poesía en gallego, Olga Novo (Vilarmao, Pobra A do Brollón, 1975) recibió semanas atrás el Nacional por Felizidad.

Editado por Olifante y traducido al castellano por Xoan Abeleira, el lector tiene ante sí la oportunidad de disfrutar de un poemario de amor doliente, de tristeante exaltación. Desde la universal dicotomía vida/muerte, la autora lucense despliega un discurso conmovedor, profundo, en el que se aúnan el nacimiento de Lúa y el fallecimiento de su padre. Este hilo conductor vertebra los siete apartados en los que se divide el volumen, al margen del pórtico, en él que Olga Novo redacta una “Carta proemio” a su citada hija, en la que le confiesa: “… este libro que tienes entre tus manos viene también de los amores libres, de las pasiones profundas, de la intensidad fértil, de la escucha lúcida y la revelación. De la revolución más íntima”.

Al cabo, el ciclo existencial que ha formado su engendramiento y el adiós paterno, conforman un camino donde resuena lo empírico del diario acontecer. Tiempo y espacio confluyen en una comunidad rural y emotiva que ha forjado un clan familiar, corazonado, desde el que siguen latiendo ensueños, acordanzas, azares…:

 

Aquel día

donde la niña alucinada y la mujer de la aldea

se fundieron en una

sentí

que me atravesaba la extensa línea del pasado

como si yo fuese una puerta abierta de par en par en el bucle

del tiempo.

(…)

Y lloré

contemplada por treinta generaciones mías

 

     A lo largo de estas páginas, hay un amplio espectro de símbolos que reconectan con una conciencia heredada. La poeta gallega refunda en su escritura todo el ayer que fue luz y materia entre los suyos. Ahora, desde una íntima cosmovisión, se sabe de una estirpe a la que pertenece aún con más vigor. Crear, dar vida, convierte lo intangible en una plenitud palpable de la que poder gozar:

 

Porque no se pasa de lo posible a lo real

sino de lo imposible a lo verdadero

el amor te concibió a ti

como la poesía se allega rumiando a la mente de quien la acepta

libre y radical

a alimentarse de sus adentros

 

Fundamental se torna, también aquí, la Naturaleza en su concepto más multiforme. En estos poemas, los elementos que giran en derredor del yo están sujetos al ciclo de la existencia y se convierten en organismos en expansión continua. Junto a ellos, la palabra respira y no se detiene sino en los mismos contornos de una escritura inspirada, generosa, que reconoce cuanto ejemplifica.

Pero una de las mayores virtudes de Olga Novo en este transitar es el de no complacerse frente a su cántico, sino convertir en signo y conjuro el hielo y la llama que tatúan sus versos. Con unas briznas de surreal irracionalismo, de agudos pensamientos, de concéntricas reflexiones, va articulándose sin grandilocuencia un decir pleno de fe, donde no hay oropel sino esencia, donde la luz verbal ilumina el desencanto y la dicha, la derrota y la esperanza:

 

Venía por el aire fuera del tiempo un algo

que no sé

papá

de dónde procedía

 

Te hablo te sigo hablando por si el tímpano no extingue

y la música aún permanece

en esta otra dimensión en que te abrazo.

 

En suma, un poemario que conversa en la claridad y en la penumbra humanas, que dialoga con lo pretérito y con el mañana y que alienta en su esencia misma un testimonio de dichosa fidelidad a la vida, “Ah, mi amor / mi amor loco / mi completa felizidad”.

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