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La Casa de Paco Roca gana un Eisner

Portada de La casa.

Roca es reconocido con una obra donde se muestran los pensamientos y las emociones más profundas tras una muerte cercana.


La edición estadounidense de La casa, guionizada y dibujada por el valenciano Paco Roca (uno de los más prestigiosos narradores gráficos actuales), ha recibido en este año el máximo galardón del sector: el Eisner. La edición corrió a cargo de la editorial Fantagraphics y fue realizada tanto en castellano como en inglés. Además, la acogida de la obra por la crítica de aquella región fue muy positiva.

La obra ya había ganado premios en Francia, concretamente el Estrella 2016 (otorgado por el diario parisino Le Parisien). Al año siguiente recibió el Gran Premio Romics 2017 del salón del cómic de Roma y el premio Romics 2017 al mejor cómic europeo del salón del cómic de Roma. Ahora vuelve a ser apoyado en la denominada comúnmente como Meca del cómic: los Estados Unidos de América. En España podemos verla bajo el sello editorial Astiberri y ya está a la venta su sexta edición.

Imagen del interior.

La narración nos muestra lo que sucede en una familia tras la muerte de un padre. La historia está centrada en los tres hermanos, en su relación y en los habituales choques emocionales entre ellos. Además, la obra transcurre fundamentalmente en la casa familiar, recordando -en ocasiones- a una obra teatral. En ella, la frustración del hermano mediano (el artista) se entrelaza con la suspicacia del mayor y la emotividad de la hermana pequeña. En este contexto emocional, el recuerdo del padre se va haciendo más presente y se convierte en otro personaje más, aunque éste resulte invisible. A medida que los hermanos están en la casa familiar la vida pasada se reactualiza y lo pasado torna en una alternativa al presente. El recuerdo, entonces, se convierte en identidad y comienza a emerger la traición a lo vivido, al padre y a la historia compartida.

La casa es una reflexión de carácter humanista, ético y antropológico. Una sencilla expresión de la interpretación subjetiva de los pequeños detalles, del modo en el que las personas contamos lo que somos a través de nuestros actos y motivaciones. Unos pensamientos mostrados con sutileza y que han transcurrido, de un modo u otro, en cualquier lector con cierta edad. La narración transita de puntillas por una decisión profunda y difícil. La sensación es que el autor no ha querido transitar por la complicada problemática de la muerte digna y sus condicionantes éticos.

Roca elabora un discurso amable y paradójico donde el mundo-de-la-vida tiene una importancia muy destacada. Paradójico puesto que es capaz de ahondar, desde la sencillez, en la complejidad de cada silencio, de una emoción, de una piscina o un huerto. Esta obra entra dentro de las obras realistas que tanta relevancia están teniendo en los últimos años. Un trabajo de carácter social y antropológico donde la memoria y las emociones de lo vivido terminan siendo el personaje principal. Donde, debido a esto mismo, un árbol se convierte en una metáfora de una relación de amistad. Y en la que las que los recuerdos, en ocasiones, no nos permiten comprender lo que tenemos a nuestro alrededor.

 

Por Juan R. Coca.

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