Orzowei

Por Àngels S. Amorós

Alberto Manzi (texto) y Nuria Martínez Deaño (traducción del italiano de 1961). Orzowei. Madrid: Maeva Young (Clásicos recuperados), 2017. 256 páginas. A partir de los 12 años.

Aunque fuera cierto que aquel no era su poblado, como decían todos;

aunque fuera cierto que aquel no era su pueblo, como todos perjuraban;

allí él había vivido y sufrido; con ellos había disfrutado y llorado y amado.

Y entonces, ¿por qué aquel no era su pueblo?

Muchas veces el aprendizaje se produce en las condiciones más adversas y con normas sociales  y pautas de comportamiento que han pasado a la historia. Sin embargo, es bajo estas duras circunstancias cuando emerge lo mejor y lo peor del hombre. En el pasado, y tal vez todavía algunas comunidades indígenas sometían a sus jóvenes a ritos de iniciación y pruebas que para pasar de la niñez al mundo de los adultos. Aunque en la actualidad la mayoría de estas prácticas han desaparecido resulta muy enriquecedor conocer casos singulares que merecen un sitio en la historia.

Uno de las experiencias más emotivas y digna de mención es  la protagonizada por el personaje de ficción Mohamed Isa más conocido como Orzowei, es decir, “abandonado”. Un muchacho que los swazi, una tribu africana encontró cuando era un bebé en la selva y crio como a uno de los suyos, a pesar de las reticencias de parte de la comunidad debido al color de su piel.

Para los swazi, la llegar a la pubertad los jóvenes debían superar una prueba. Esta prueba consistía en desnudar al joven y pintar su cuerpo de blanco. A continuación, se le dejaba en la selva con la consigna de volver al poblado cuando la pintura blanca se hubiese borrado por completo. Mientras tanto, el muchacho debía sobrevivir en la selva procurándose alimento, defendiéndose de las bestias y eludiendo todo contacto con los suyos que tenían prohibido ayudarle durante el proceso. Si el joven conseguía volver a su tribu era admitido como guerrero.

Para Isa, tomar parte en esta prueba era una oportunidad de ser considerado uno más por la tribu y por eso se mostró muy orgulloso. Sin embargo, para él lo más importante e enriquecedor de la prueba no son los peligros que consigue superar y que son muestra de su fuerza física y de su valor, sino las personas. A lo largo de su periplo, Isa se encuentra con personas de diferentes comunidades o tribus que le aportan diferentes visiones del mundo. Por ejemplo, Pao, el rey de los pigmeos o los hombres de “El Pequeño Pueblo”, le dice que ellos consideran más importante las acciones de un hombre que su raza o color. De “Flor de Maíz”, perteneciente a la tribu de los boers, experimenta el calor humano, el cariño y saberse protegido. Además de otras personas que le brindan su apoyo y afecto. La generosidad, el respeto y la gratitud son la mejor enseñanza para este joven que desea integrarse en una sociedad a la que no pertenece por nacimiento ni raza, pero que es todo lo que tiene.

En cambio, Isa no se lo ponen fácil. A pesar de superar la prueba de iniciación su tribu de adopción no lo acepta y abandona a todos los que conoce. Isa recurre a los bosquimanos donde  Pao lo trata como a un hijo y cuando, mucho más tarde su nueva tribu de adopción se enfrente a los swazi, Isa se ve obligado a luchar contra ellos y entonces tendrá la oportunidad de derrotar a su rival desde niño, Mesei. La lucha parace ser el único medio de expresión de las diferentes tribus e Isa, Orzowei, descubre la dificultad de encontrar un lugar en el mundo.

El escritor italiano Alberto Manzi (1924-1997) es el autor de esta historia emotiva y atemporal llena de acción, sentimientos y aventura. Formado en biología y filosofía, se decantó por la pedagogía y fue muy conocido por su labor para erradicar el analfabetismo en su país. Se publicó originariamente en el año 1955 en Italia y en 1976 se adaptó en forma de serie para la televisión y se emitió en Alemania e Italia, y también en España dos años más tarde. El libro fue merecedor del Premio Florencia y recibió un galardón de la UNESCO. Lo más importante del libro son los valores que se fomentan como una lección de vida: la amistad, la solidaridad, los sentimientos, la honestidad, el respeto y la gratitud entre las personas a cambio de nada. La escritora barcelonesa Care Santos es la autora del prólogo que afirma:

La premio Nobel polaca Wislava Szymborska escribió que

es más difícil pergeñar una buena novela juvenil que el Ulysses de Joyce.

Pues bien, he aquí una buena novela juvenil. No abundan.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *