Pepe Viyuela, clown magistral en el Teatro Circo Price

Por Horacio Otheguy Riveira

Mil Novecientos Setenta Sombreros es una producción del Teatro Circo Price que recuerda la desaparición del antiguo Price, importante espacio para el circo y la música durante casi cien años. Una feliz excusa para renovar la esperanza donde parece no haberla, a causa de la desaforada industria audiovisual que agudiza la crisis de un espectáculo muy distinto a sus mejores épocas. Más aún ahora, con el maldito virus que ya ha dado lugar a quiebra de grandes empresas circenses que no pueden mantenerse con menor aforo del habitual. En estas que un equipo de gente de circo y de teatro unen fuerzas en torno a un payaso deprimido que quiere abandonar la profesión: un puñado de jóvenes bailarines-acróbatas y espléndidos artistas de circo hacen piña para que el payaso recapacite, invocan fantasmas del antiguo Price, renuevan el fantástico humor absurdo, y en definitiva realizan un ceremonial donde la fuerza de la imaginación han de dar frutos.

En Mil Novecientos Setenta Sombreros del Price, el público va a encontrar una función de modestos recursos, tal y como mandan los cánones actuales, con la breve duración de hora y media frente a las casi tres horas de los circos habituales. Es en pequeño donde el gran escenario con fantástico despliegue de luces donde el equipo de producción entrega un poco de su corazón malherido y lo convierte en una sonrisa con abrazos a distancia, espectadores con mascarilla, el miedo el aire de una ciudad golpeada por la pandemia, y la esperanza como una necesidad tan entrañable como sobrenatural, y para ello se baila, se canta una hermosa canción, se recuerda a grandes personalidades de la historia del Price, y sobre todo, como quien no quiere la cosa, a pesar de sí mismo, el veterano payaso dispuesto a abandonar va cosiendo los esbozos de penuria, las sombras de las decepciones acumuladas… y reconstruye números circenses,  admira a hermosas artistas compañeras, baila con ellas, enmudece al ritmo de un cañón de luz, se deja llevar por un ventrílocuo de arte mayor… es Pepe Viyuela, el actor de los mil y un rostros en cine, televisión y teatro, que mientras continúa con la gira de su admirable Esperando a Godot, pieza maestra del llamado Teatro del absurdo, se ha entregado a esta aventura para pisar por vez primera la pista de un circo, ser él mismo circo, después de haber abundado en escenarios tan diversos. Ahora al fin pisa la pista, pero hace tiempo que dejó constancia de su amor en un libro fantástico: Bestiario del circo, recuerdos de un espectador apasionado que se ocupó de leer a su vez páginas memorables y estrenarse como escritor que ve el singular Bestiario con un valioso caudal poético. Una aventura que en parte, como coautor, trae a este espectáculo bien pertrechado de su imaginería y su ternura. Un debut espléndido acompañado por estupendos intérpretes, con música en directo, creada e interpretada por tres grandes músicos:  Alberto Brenes, Raúl Márquez, David Sancho.

El circo es algo más que un simple espectáculo, es el recinto en el que el ser humano se ha medido siempre a sí mismo y en el que se ha encontrado con los retos imposibles que se ha propuesto superar; el espacio infinito para la imaginación y la búsqueda de la emoción; un lugar para el asombro y la exhibición de lo imposible, lo incomprensible, lo inexplicable. (…)

(…) El monociclo es un alarde que deroga la ley del mínimo esfuerzo y promulga el desafío en dos pedales. Es un pirata que perdió un ojo y una pierna en la batalla interminable de hombre por complicar las cosas; es la amenaza de todas las simetrías; el borde del abismo de las bicicletas. Surge de un divorcio de dos ruedas que no supieron marchar juntas y eligieron caminos divergentes. El monociclo conserva la cadena y, como un fantasma errante, enamorado del equilibrio, vaga buscando iluminados que deseen convertirse en inestables centauros. Bestiario del circo. Pepe Viyuela.

 

 

El payaso y los bailarines acróbatas en un show forjado con mucho cariño.

 

 

Asombroso ventrílocuo Jaime Figueroa junto a Hernán Gené. Detrás, Pepe Viyuela y Juanjo Cucalón en una de sus notables composiciones de personajes históricos.
El gran Charlie Rivel en uno de sus números estelares del Price. Pepe Viyuela lo rememora con tanta gracia como sentida emoción.
Dos fantásticas y temerarias estrellas aéreas: Céline Bulteau. Cable; Zenaida Alcalde. Trapecio.

Dirección artística y versión: Hernán Gené.
Dramaturgia: Pepe Viyuela y Aránzazu Riosalido.
Investigación e Idea original: Aránzazu Riosalido.

Intérpretes: Juanjo Cucalón, Jaime Figueroa, Hernán
Gené, Marta Larralde, Miguel Uribe, Pepe Viyuela.

Artistas de circo: Charo Amaya, Patricia García
Carrasco, Javier González “Romero”, Isa Belui,
Coral Quiñones, Diego San Andrés “Totobi”.

Números de circo: Zenaida Alcalde – Trapecio.
Céline Bulteau – Cable. Jaime Figueroa – Ventriloquía.
El Gran Othman – Equilibrio sobre sillas.

Composición musical y músicos en escena:
Alberto Brenes, Raúl Márquez, David Sancho

Diseño de iluminación: Pedro Yagüe.
Diseño de espacio sonoro: Javier Almela.
Diseño de espacio escénico: Hernán Gené
y Mónica Florensa (AAPEE).
Diseño de video y proyecciones: Bela Nagy.
Diseño de vestuario: Pepe Uría.
Coreografia: Esther Acevedo.
Diseño de peluquería y maquillaje: Mauro Gastón.
Ayudante de dirección: Georgina Rey.
Ayudante de dirección de circo: Rafa Martín.
Rigger: Héctor Navacerrada.

TEATRO CIRCO PRICE. DEL 14 DE OCTUBRE AL 1 DE NOVIEMBRE 2020

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