La PasoAzorín representa «El móvil» con cinco dulces fieras, aguerridas y delirantes
Por Horacio Otheguy Riveira
Un hallazgo. Dulces. Fieras. Aguerridas. Delirantes: ¿acumulación de estados emocionales?, ¿acciones descontroladas, caos irreverente? En absoluto: al caos, buena cara, la de un quinteto femenino bien cargado de luces y sombras, de idas y vueltas, de frustraciones y consagración de la libertad de movimiento. Irreverentes como ellas solas, las cinco luchan por fortalecer su amistad, solitarias, en crisis, y, claro está, con un móvil en el centro de una mentirosa compulsiva, una endiablada seductora, simpática, agresiva si se empeña, y en definitiva gran protagonista asumida por Ángela Peirat, que debuta así con un papel de mayor envergadura, tras muchos otros personajes en la Compañía, una carrera ascendente que borda a su pícara escayolada “por esguince de segundo grado”, pero nunca sabremos si es de verdad u otro embuste porque su afán de llamar la atención como sea y a cualquier precio no tiene límites.
Si Ángela Peirat y su Vanessa centran la dinámica de la comedia, lo hace dentro de una función coral, notable especialidad de esta casa teatral que lleva ya muchos años dando la batalla pertinaz del trabajo constante. A su lado, las amigas con sus celos y sus propios conflictos exteriores-interiores e incluso completamente surrealistas, desfilan a cargo de actrices que se entregan, libres y confiadas, a las decisiones de un hombre, el autor y director Ramón Paso, que las conoce muy bien, pero que ese conocimiento no empaña la vertiginosa tarea de inventar con su caudal de conocimiento humano y escénico. Por eso su creatividad caza de maravilla con la de las cinco actrices, permitiéndose, además, y como si todo lo dicho fuera poco, rendir homenaje a su abuelo Alfonso Paso, su bisabuelo Enrique Jardiel Poncela, y a su propia madre, la primerísima Paloma Paso Jardiel: lo hace en forma de gags, de guiños, frases sueltas, que es mejor que quien pueda y quiera lo descubra por su cuenta. Personalmente he disfrutado muchísimo entre carcajadas recordando escenas de obras de los mencionados, alguna dirigida por el propio Ramón.
Ahora bien, aquí hay mar de fondo, así las cosas, el berenjenal en que se meten los personajes cuenta con la dimensión profunda de una pieza dramática que no va cogiendo vuelo a medida que avanza, sino que no más empezar ya está volando. Y allí está Ana Azorín, capitana y productora, aportando el relato, arrancando como narradora fría y socarrona sobre sus compañeras de agravios y buenas ondas —un poco a la vez, un poco en desorden—, para sorprender en la recta final con otra faceta inesperada. Su talento adquiere tensión sin abandonar el humor, mientras Eva Bonald asume la comicidad “despiadada” de una chica promiscua, tontorrona y listísima, generando las mayores carcajadas. Invitada de honor de esta Compañía donde la ilustrísima Inés Kerzan, de tantos dramas y comicidades, también va de un extremo a otro, impactando con una capacidad humorística que no le conocíamos, basada fundamentalmente en una expresividad corporal fantástica. Luego la hermana pequeña de una de ellas, breve intervención que no pierde el hilo con una vis cómica contenida y encantadora: Ainhoa Quintana.
Vanessa se ha roto una pierna y sus amigas deciden pasar la tarde con ella para animarla y ayudarla en su tránsito de la movilidad habitual a la pelea constante con la realidad siniestra que significan las muletas. De pronto, Vanessa se da cuenta de que su novio se ha dejado el móvil olvidado en casa. ¿Y eso es un problema? No. En principio, no. No lo es. Al menos, hasta que una mujer, entre interferencias, llama preguntando por él y, al responder Vanessa, cuelga. ¿Quién es esa extraña mujer? ¿Es natural dudar de la fidelidad del novio en cuestión? ¿Es lícito intentar echar un vistazo – inocente, claro – al móvil? ¿Es de buenas personas contratar a un hacker en la deep web para que lo desbloquee? ¿Y qué pasa cuando los ánimos se crispan? ¿Y cuando la neurosis nos lleva a sospechar de todo el mundo? ¿Y cuando sin querer terminas agrediendo a una de tus mejores amigas?
Oye, pero una agresión pequeñita, nada, una tontería; una agresión de andar por casa. Nada que una amiga no puede perdonar… si sobrevive, claro.
un espectáculo escrito y dirigido por Ramón Paso
producción PasoAzorín Teatro
jefa de producción Inés Kerzan
iluminación Carlos Alzueta
espacio sonoro César Camino, Ramón Paso
espacio escénico Ramón Paso
ayudante de producción Sandra Pedraz Decker
diseño de vestuario Inés Kerzan y Ángela Peirat
fotografía Ramón Paso
diseño gráfico Ana Azorín
jefa de prensa María Díaz
ayudante de dirección Blanca Azorín