La ciudad que el diablo se llevó
La ciudad que el diablo se llevó
David Toscana
Candaya
Después de la destrucción, ¿qué queda para volver a empezar?, se pregunta el escritor mexicano David Toscana en La ciudad que el diablo se llevó, una novela coral que hace de la imaginación un proceso de supervivencia en un país devastado por la Segunda Guerra Mundial, donde el futuro parece que no llega nunca.
Feliks, Kazimierz, Eugeniusz y Ludwick conviven con las heridas de una ciudad que no acaba de resucitar y recorren las ruinas de Varsovia como si recorrieran sus propias vidas despedazadas por la guerra: entre paseos que se adentran en los escombros, borracheras que miran al abismo, libros perdidos y reescritos interminablemente o cementerios donde germinan historias de vivos y muertos.
Junto a ellos, Olga, Marianka, las hermanas Kasia y Gosia, un barbero, un escritor y un grupo de presos comprenden que sobrevivir significa reconstruir partiendo de las ruinas y que el sentido de la existencia está en la belleza, donde sea que haya que buscarla.
EL AUTOR: DAVID TOSCANA
David Toscana (Monterrey, México, 1961). Se graduó como Ingeniero Industrial y de Sistemas. Formó parte del International Writers Program, en la Universidad de Iowa, y del Berliner Künstlerprogramm.
Es autor de Estación Tula (1995), Lontananza (1997), Santa María del Circo (1998), Duelo por Miguel Pruneda (2002), El último lector (2004, premios Antonin Artaud, Bellas Artes de Narrativa y José Fuentes Mares), El ejército iluminado (2006, Premio Casa de las Américas José María Arguedas), Los puentes de Königsberg (2009), La ciudad que el diablo se llevó (2012), Evangelia (2016) y Olegaroy (2017, premios Xavier Villaurrutia y Elena Poniatowska).
DE LA OBRA DE DAVID TOSCANA SE HA DICHO:
“David Toscana es uno de los más innovadores narradores mexicanos contemporáneos.” Eduardo Espina, El Observador.
“Una obra que en España emparentaría de modo claro con el mejor Luis Landero, puesto que se sustenta en un mismo aliento o eje: el hiato entre realidad e irrealidad y el afán de los hombres por no resignarse a lo que son sin haber, al menos, intentado probar la suerte de lo que podrían ser; en suma: la redención en la búsqueda de lo imposible.” Ernesto Calabuig, El Cultural, El Mundo.
“La obra de Toscana se descubre más afín a la de clásicos mayores de Hispanoamérica que también ahondan en una percepción insistida de lo irreal: Onetti, Bioy, Piñera, Efrén y Felisberto Hernández. Quiero decir: el mundo de Toscana, como el de Daniel Sada, es La Irrealidad hispanoamericana de altos vuelos.” Geney Beltrán Félix, Letras Libres
“David Toscana encuentra, no un equilibrio, sino una provocación a sus lectores, pues los hace a todos ellos partícipes, cómplices de su juego narrativo, los empuja suavemente a un páramo de abyecciones e incomodidades de mano del actante, de las cuales terminan formando parte irremediablemente.” Andrea Medina Razo, revista Soma.
“La narrativa de Toscana aborda universos que van más allá de lo que se considera “normal”, abrevando en la tradición de Cervantes, Kafka y Onetti (…) David Toscana es un escritor que desde sus primeros libros apostó por la imaginación —la suya propia y la de sus personajes— como tema, como técnica y como estrategia narrativa. A lo largo de su trayectoria ha ido afinando sus descubrimientos iniciales y explorando otros, con el fin de conseguir, a través de la novela, esa huidiza síntesis entre la sórdida realidad, la ironía más ácida, el humor espontáneo y la fantasía más desbocada.” Claudia Guillén, Revista de la UNAM.
“David Toscana es un narrador emblemático de nuestro tiempo.” Élmer Mendoza, El Universal.
“Es digno de alabanza el manejo elegante del lenguaje sin caer en una redacción pretenciosa y pesada para el lector. Toscana logra subir al lector como el quinto tripulante en esta nave de los locos. Las preguntas existenciales, la reflexión final e incluso ese sentimiento de discordia es imposible de evadir.” Damián Soto, Sudcalifornios.
“El humor, y en específico el negro, en las novelas de Toscana es legendario (…) logra unir la gran tradición de la picaresca en español con el universo metafísico de otro checo, Franz Kafka, para imponer un nuevo adjetivo atmosférico a la literatura mexicana: toscaniano o toscanesco.” Juan José de Ávila, El Confabulario, El Universal.