«Carrie», de Stephen King: 46 años sembrando terror adolescente
Por Horacio Otheguy Riveira
Cuando recibió una carta anunciándole la publicación de su novela, Stephen King estaba sin teléfono: lo habían cortado por falta de pago. Así comienza la verdadera historia de un ciclo de éxitos apabullantes, ya que desde aquel 1974 (edición de 1980 en España) la consagración del escritor como «nuevo maestro del terror» o «despreciable inventor de best-sellers», según sus críticos más feroces, no ha hecho más que crecer de un modo excepcional con una imparable capacidad de trabajo y millones de dólares, gran parte de los cuales los dirige a obras sociales de la misma región estadounidense en que vive y donde transcurren sus espeluznantes historias, muy unidas a temas de actualidad: Estado de Maine, con una población aproximada de 1.400.000 habitantes.
Una novela de unas 200 páginas que fue prohibida en los Institutos de Estados Unidos, Finlandia y parte de Canadá, lo que generó una avidez desproporcionada en los adolescentes que conseguían ejemplares fotocopiados, ediciones piratas o adquiridas por adultos comprensivos… lo que, en definitiva, consiguió lo contrario de lo que se buscaba: imparable éxito que creció aún más cuando Sissy Spacek, entonces también novata, protagonizó la película en 1976, primera de una serie de adaptaciones que han continuado en televisión, cine y teatro hasta 2013.
«Una mujer dijo, ‘Escribes tantas cosas sobre hombres, pero no puedes escribir sobre mujeres.’ Yo dije ‘No me asustan las mujeres. Podría escribir sobre ellas si quisiera.’ Entonces se me ocurrió la idea de una historia sobre un incidente entre mujeres, una de ellas telequinética. Las otras chicas la molestan y cuando le llega su menstruación las hormonas desatan sus poderes destructivos sobre la gente a su alrededor… Escribí la escena en las duchas, pero la odié y la deseché».Su esposa, Tabitha King, recogió las páginas y le insistió para que terminara la historia, convencida de que tenía un gran tema entre manos. Un tema por el que valía luchar. Siguió el consejo de su esposa y lo que parecía un relato corto se expandió hasta convertirse en novela. King dijo «Continué porque no tenía nuevas ideas… En mi opinión estaba escribiendo el peor libro de la historia.» El personaje de Carrie White está basado en dos chicas que fueron a la escuela con él, y como sucederá después en la mayoría de sus novelas, se nutre de elementos de la realidad circundante. Por ejemplo, el caso de una chica maltratada por su madre adicta al juego es el punto de partida de esta otra madre ultra-religiosa que tanto abundan en el país.
La rebelión ante la permanente humillación de un colectivo de su misma generación, hace de Carrie un testimonio psicosocial en el que el terror en el que está inscrita por el mundo editorial adquiere otra dimensión. Una adolescente de regla tardía a los 17 años, dominada por la madre, fanática religiosa, descubre que el mundo es más terrible de lo que estaba previsto en las escrituras, y dice ¡Basta! con una energía superior a sus propias fuerzas, tras el colmo del desprecio público y la burla colectiva.
Es tan hermosa, tan frágil, que no puede con la satisfacción de que un guapo chico la invite al gran baile de fin de curso, y allá va, a pesar de la prohibición materna que nada le permite, que la ahoga en recriminaciones y advertencias bíblicas. Allá va, Carrieta «Carrie» White, tan feliz. Al margen del plan de sus compañeros de nombrarla reina de la fiesta y en el momento culminante, tras la entrega de hermoso ramo de flores, le cae del techo un baño de sangre de cerdo.
Su pánico ante la nueva situación frente a un mar de carcajadas impulsa un poder incontrolable, científicamente llamado telequinesia: La palabra telequinesis, es un acrónimo del griego τῆλε (tēle) – que significa «distancia» —y κίνησις (kinesis)— que significa «movimiento»,1 fue utilizada por primera vez en 1890 por el investigador psíquico ruso Alexander N. Aksakof. Con su mente la joven destruye cuanto toca, eleva la justa ira a un movimiento terrorífico comunitario donde nada ni nadie puede salvarse de su furia. El pueblo es destruido en gran parte con cerca de 500 mil muertos.
Una novela que atrapa al lector con una estructura documental, desde el comienzo planteada «como si fuera real», a través de muchos datos oficiales, expedientes policiales, cartas y entrevistas. Algunos años después, King retomó la figura de una adolescente maltratada que se rebela ante una sociedad autoritaria en Ojos de fuego, 1981, donde Charlie McGee desarrolla la piroquinesis, a causa de unas sesiones experimentales de una agencia gubernamental sobre sus jóvenes padres.
La codicia, siempre presente en la novelas de este escritor, alcanza en cada novela un estrato superior de vértigo, imaginación y valentía en aquellos que conforman la resistencia al sistema de vida impuesto.