Johnny Depp y Bonham Carter, románticos asesinos en Sweeney Todd

Por Horacio Otheguy Riveira

Si los crímenes más imaginativos se han ido consolidando en el gótico (atemporal) de Inglaterra, el que superó toda creativa enjundia literaria fue el que se hizo público internacionalmente entre canciones paradójicas, encantadoras y muy crueles, con un romanticismo delirante que triunfó en los escenarios y también en el cine, en esta versión que nos ocupa.

Sweeney Todd, el barbero diabólico de Fleet Street existió en el siglo XIX, asociado a su inquilina, una atractiva fabricante de empanadas con carne humana; él degollaba a auténtica gentuza y uno que otro inocente que pasaba por ahí, así como quien no quiere la cosa, por puro deporte. Detrás del morboso asunto, se desarrollaba una venganza contra personajes poderosos que dominaron su existencia. La Inglaterra victoriana, poderosos y hambrientos, se dan cita en una humorada genial con una partitura insólita que no se parece a ninguna otra, creación donde se une el humor negro con la crítica social sin descuidar escenas de profundo lirismo, sumamente románticas.

Se convirtió en pieza teatral en los años 30 y en película en 1936, una y otra muy poco difundidas. En 1980, el maestro de musicales atípicos, Stephen Sondheim, autor de la letra y música, con libreto de Hugh Wheeler, desarrolló una creación divertida y muy emotiva ante la cual el público de Broadway quedó lisa y llanamente fascinado. David Moore realizó una versión televisiva en 2006, y en 2007, el muy imaginativo Tim Burton la llevó al cine con Johnny Depp y Helena Bonham Carter, quienes cantan con su propia voz (y no sobre las voces de cantantes profesionales, como sucede en otros musicales).

 

Después de estar encarcelado por un crimen que no cometió, un barbero (Johnny Depp) vengativo y su cómplice (Helena Bonham Carter) asesinan a sus clientes y los cocinan, preparando unos exquisitas empanadas que, desde luego, tienen un sorprendente éxito.

 

 

Durante quince años en una miserable prisión australiana, Benjamin Barker consigue evadirse y regresa a Londres con una obsesión pergeñada día a día, momento a momento: vengarse del infame Juez Turpin  (Alan Rickman) que lo condenó para arrebatarle a su mujer, Lucy, y su bebé, Johanna.

Adoptando el nombre de Sweeney Todd, vuelve a su puesto de barbero, en una barbería situada arriba de la panadería de la señora Nellie lovett. Ésta le informa de que Lucy se suicidó después de haber sido violada por Turpin.

Cuando su rival Pirelli amenaza con desenmascararlo, Sweeney se ve obligado a degollarlo. La astuta señora Lovett acude para ayudarlo: para deshacerse del cadáver, le propone convertirlo en pasta de carne de hígado, lo que reactivará al mismo tiempo sus propios asuntos.

Sweeney descubre que Turpin tiene ahora la vista puesta en Johanna, a quien secuestra con la complicidad de su alma condenada, el Bailli Bamford. El adolescente atrajo las miradas de un joven marinero, Anthony, al que incluso había salvado a Sweeney en su fuga. Locamente enamorado de la joven inocente, Anthony le promete matrimonio después de habérsela arrebatado a Turpin.

Durante este tiempo, el barrio de Fleet Street se encaprichó con las tartas especiales de la Sra. Lovett, quien se pone a soñar con una nueva vida, respetable y burguesa, con Sweeney como esposo y Toby, el antiguo asistente de Pirelli, como hijo adoptivo. Pero Sweeney está decidido a llevar a cabo su venganza, sea cual sea el precio…

En España, Mario Gas, director de varias obras de Sondheim (Golfus de Roma, A little night music y Follies), puso en escena Sweeney Todd tres veces, la primera con Constantino Romero, quien no repitió más adelante por encontrarse muy enfermo. En todas, Vicky Peña fue la grandiosa protagonista, acompañada por un elenco fabuloso integrado por Joan Crosas, Esteve Ferrer, Ruth González,  Teresa Vallicrosa y Pedro de los Ríos, entre otros.

 

 

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