Entrevista a Kepa Murua: “Todo puede suceder en agosto”

Fotografía: Pablo García Herrero

Por Isabel Alamar.

Kepa Murua (Zarautz, 1962). Con una trayectoria de más de treinta años, su obra se compone de poemarios, novelas y ensayos. Sus últimos libros de poesía publicados son: Autorretratos (El Desvelo, 2018), Pastel de nirvana (Cálamo, 2018) y El cuaderno blanco (El Desvelo, 2019). En cuanto a sus novelas, debemos mencionar Un poco de paz (2013), Tangomán (2015) De temblores (2017) y La carretera de la costa (2020), todas ellas publicadas en El Desvelo. Hasta la fecha solo se han editado dos volúmenes de sus memorias, con los títulos: Memorias de un poeta metido a editor: Los pasos inciertos, 1996-2004 (Milrazones, 2012) y Los sentimientos encontrados, 2005-2007 (Cálamo, 2016). Actualmente trabaja en un ciclo novelesco titulado El escuchador.

 

¿Qué otros escritores te animaron a escribir?

Cuando era un muchacho mi hermana María José me regaló Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Neruda, luego pude leer Cartas al padre, de Kafka, un libro que sentí como diferente. Esto es algo distinto, me dije. Pero lo que me animó a escribir fue Cartas a un joven poeta. Rilke fue para mí el profesor que no tuve.

¿Cómo alimentas tu creatividad?

Leo libros de diferentes disciplinas, también la prensa, y me fijo en la gente, escucho sus conversaciones con atención y dejo que la imaginación haga su trabajo.

¿Cómo se escribe en tiempos de coronavirus?

Se pensará que se hace con nerviosismo, pero en mi caso, cuando escribo, estoy en un mundo que me defiende del miedo o del temor al futuro. Si escribo el tiempo pasa y viajo por diferentes lugares aun no moviéndome de casa.

¿Qué es aquello inesperado o esperado que ha aportado la literatura a tu vida?

La sorpresa, esa capacidad de recrear mundos distintos o de elaborar pensamientos arriesgados. Ahora que me hago mayor siento que me ha aportado conocimientos y mucho de relajación.

¿Cuál es ese libro que no podía faltar en tu biblioteca?

   Autobiografía de un yogui, de Yogananda. La recomendación nos la dio George Harrison, el músico regalaba este libro a cada amigo que traspasara la puerta de su casa.

Fotografía: Pablo García Herrero

¿Qué admiras en tus amigos escritores?

Como dicen de mí que soy serio, su alegría.

¿Qué es lo que más te gusta de tus lectores?

Se aprende mucho de ellos; alguna vez recibí una carta que me motivó a seguir, pese al escaso eco de mi trabajo. Cuando los conozco, siento su voz plenamente; hasta entonces los imaginaba de otra manera.

¿Qué es lo que estás escribiendo y leyendo en estos momentos veraniegos?

Escribo canciones. En agosto leo los libros que me envían durante el año. Lo que ya no hago es responder si me gustan o no. Un amigo me dijo: “cómo has viajado tanto” y lo cierto es que no me he movido de casa más que para ir al parque o muy de vez en cuando a la playa. Con el tiempo que me resta, aprovecho para actualizar mis redes, leer los comentarios y saludar a los nuevos y viejos amigos y conocidos.

Háblanos de tu última antología y comparte por favor, con todos nosotros. uno de sus poemas.

   El cuaderno Blanco es la primera antología de mis poemas, la selección fue hecha por Catalina Garcés y observo que eligió poemas con una mirada distinta a la mía, y eso me gusta.

 

Yo llegué un día a este libro

cuando sus páginas estaban cerradas.

Y tú llegarás a darte cuenta

de que no es tan triste

como parece a primera vista.

Por eso me preparo a conciencia

y le doy las gracias a la vida,

aunque nadie me oiga

o nadie vea cómo lo hago,

muchas veces con los labios cerrados.

¿Qué quieres que te diga?

Escribo aunque nadie me lea.

 

Transcribe un párrafo de tu última novela y cuéntanos un poco su argumento.

  La carretera de la costa va sobre ETA, esa locura que vivimos porque no fuimos sensatos ni inteligentes. Copio un párrafo:

 

¡Pobre aquel que cayera por unas balas siendo un hombre inocente!, ¡pobre aquella mujer que paseaba y explotó una bomba!, ¡pobres aquellos que mataban y morían!, ¡pobres aquellos que llegaban a un norte frío y se convertían en duros e inasequibles a la ternura o distantes ante la inocencia de tantos que en medio asistían perplejos a lo que sucedía, y llegaban a pensar que bastante suerte era que aún siguieran con vida!

 

Comparte con nosotros algún texto que tenga que ver con los meses de verano.

Tengo un libro inédito, un ensayo titulado Libro de las estaciones; a ver si esta entrevista la lee alguna editora y quiere publicarlo.

 

“Todo puede suceder en agosto”:

 

Agosto no es egoísta como febrero, no es tan húmedo como abril, no es tan testarudo como octubre ni tan sagrado como diciembre, pero es el más luminoso y claro de todos, es amoroso y abierto. Es un mes que se ofrece en todos los lugares del mundo a los necesitados y tiene el poder de convertir sus treinta y un días en un lugar donde todo puede suceder si se abren los ojos antes de que nos invada el sueño.

© km, 17 de agosto de 2020.

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