Villa Iovis, el refugio de Tiberio en Capri

Por Kika Sureda

Tiberio fue el sucesor de Augusto en pleno auge de los conflictos en las fronteras del norte, no se había conseguido apaciguar las rebeliones galas y las alianzas con los reinos de Capadocia, Cilicia y Comagene no fueron renovadas a la muerte de sus respectivos reyes. Este hecho concluyó con la anexión de sus territorios al Imperio Romano. Una vez que Tiberio había obtenido el mando del Imperio decidió no hacer dispendios innecesarios para las arcas del Estado e intentar mantener la paz que tanto había costado conquistar por parte de su predecesor. Su afán de llevar a cabo una política exterior sin intenciones expansionistas perseguía mantener las fronteras establecidas hasta el momento y la seguridad de los pueblos ya sometidos.

El emperador Tiberio decidió poner fin a las campañas militares capitaneadas por Germánico y que no se diera otro conflicto bélico con el rey de los marcomanos, Marbod. Los desacuerdos entre las tribus germanas fueron debilitando el poder de sus líderes y Marbod acabó pidiendo asilo a Tiberio. En el año 17 estalla una guerra en el norte de África capitaneada por Tacfarinas. Consciente del descontento de muchas tribus con la administración romana, consiguió que musulamos, mauros y garamantes se rebelaran contra sus soberanos, clientes a las órdenes de Roma. Este enfrentamiento duró siete años que se cerraron con la derrota de Tacfarinas por parte de Publio Cornelio Dolabela. Ese mismo año, y en vista de que la expedición militar germana no llegaba a su fin y que Germánico había sufrido grandes pérdidas entre las legiones que comandaba, Tiberio decide renunciar a la expansión del Imperio a mantener la seguridad de lo ganado. Durante el verano del año 18 Germánico enferma. Los rumores hacían creer que había sido envenenado. Cuando la noticia llegó a Roma los tribunales fueron abandonados, se cerraron las casas y toda la ciudad se llenó de silencio y llanto. Al llegar los restos de Germánico, ni Tiberio ni Livia asistieron a los funerales que se celebraron en honor al difunto. Esta ausencia provocó una gran neurosis colectiva, incrementando el odio hacia el emperador y su madre. Las sospechas de que los Pisones estaban detrás de la muerte de Germánico produjeron una gran demanda de justicia del pueblo y Tiberio no tuvo más remedio que condenar a Calpurnio Pisón. Aún así la creciente aversión del pueblo hacia Tiberio, la intromisión de Livia en los asuntos de estado y los chantajes emocionales que sometía a Tiberio fueron el motivo de su retirada definitiva a la isla de Capri en el año 26 d.C.  Tiberio no regresó nunca más a Roma ni siquiera cuando falleció su madre. La excusa para su huída fue un viaje a Campania para dedicar un templo a Júpiter en Capua y otro a Augusto en Nola. Una vez cumplió con las ceremonias puso rumbo a Capri, le esperaba un palacio tres veces mayor que la Domus Tiberiana del Palatino. Se convirtió en la sede administrativa imperial que se constituyó como una corte helenística, en la que Tiberio decidió  rodearse  de asesores como Servio Sulpicio Galba, Aulo Vitelio y Flavio Vespasiano, el senador Nerva y los equites Sejano y Ático; también los dos hijos de Germánico: Druso y Calígula con sus respectivas esposas.

En el año 1932, el arqueólogo italiano Amadeo Maiuri recibe un encargo muy especial de parte de Benito Mussolini: iniciar campaña de excavación en la residencia construida sobre el promontorio más elevado de la isla de Capri, la identificada como Villa Iovis que aparece mencionada en los escritos de Suetonio, la más suntuosa de las doce residencias de Capri que Tácito atribuía a Tiberio. Durante la campaña se descubrió que el palacio no seguía una estructura típica de las villas de ocio romanas, sino que se inspiraba en modelos helenísticos. Se puede considerar un ejemplo de la soberbia ingeniería romana, construida sobre una única terraza artificial de más de 40 metros de altura y con una superficie de 7.000 m2. Orientada a la bahía de Nápoles, seguramente Tiberio buscaba el deleite personal y la sensación de seguridad que le faltó en Roma y sobre todo evitar ser asesinado, un temor que fue acrecentándose.

 

Para saber más:

KRAUSE, C.: Villa Jovis. L’edificio residenziale. Nápoles, 2006.

La Roma Imperial.  National Geographic, 2013

 

 

 

 

 

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