Teatro en el cine con Marilyn Monroe: “La tentación vive arriba”
Por Horacio Otheguy Riveira
En 1952 se estrena en Broadway con el mismo actor protagonista y una actriz desconocida internacionalmente. Está en cartel hasta 1955, cuando se estrena la película con Marilyn. A partir de entonces la obra, ingeniosa y muy significativa para la época, no vuelve a representarse por grandes compañías, sí en salas pequeñas de Londres o Nueva York. por elencos de escuelas de teatro. Pero más allá nadie se atreve a competir con MM porque todo el brillo de la historia y la película en general se basa en ella, su despampanante belleza ligeramente sobreactuada como sucede con las vedettes en los teatros de revistas, donde deambulan arriba y abajo por las peligrosas escaleras para cualquier mortal menos para ellas que se atreven con tacones, casi sobrevolándolas para rápidos cambios de vestuario. Ríen, hacen bromas entre ellas, comentan los fallos que acaban de producirse en escena, los gazapos de los actores cómicos, y si ven a algún ente viril por ahí coquetean, guiñan ojos y dejan que la mirada del incauto se pasee por sus fabulosos cuerpos… inalcanzables para el común de los mortale. Chicas de revista, alocadas, aparentemente amorales, realmente chicas que aspiran a un amor de los de toda la vida.
De esta forma encaró MM su personaje de principio a fin en un crescendo inquietante, hoy inverosímil para cualquier otra actriz, pero admirable en su caso si nos ubicamos en la época, cuando la infidelidad y la pureza de una chica cañón eran temas intocables, con severo riesgo de perecer en las llamas del infierno. Los pudibundos y muy hipócritas años 50 de la segunda posguerra mundial. Si tras la PGM se liberaron costumbres a manta, tras la SGM todo lo contrario.
Los referentes: Niágara, 1953, Los caballeros las prefieren rubias, 1953, Cómo casarse con un millonario, 1953. La primera un drama machista en el que solo interesa seguir a la actriz; y las otras dos, comedias donde compartió cartel con actrices más consagradas que ella. Así que cuando llega esta posibilidad de La tentación vive arriba, resulta muy bien aprovechada por el austriaco Billy Wilder, un gran director que hasta entonces se había hecho célebre con dramas extraordinarios como Días sin huella (alcoholismo extremo con Ray Milland) y El crepúsculo de los dioses (decadencia del Hollywood mudo con estrellas de aquella época ya retiradas, como Erich von Stroheim y sobre todo la diva Gloria Swanson), de manera que esta función teatral es su primera comedia. Luego vendrán muchas más como la muy admirable Con faldas y a lo loco, también con participación estelar de Marilyn.
Tiene mucha miga esta “Tentación” con joven hermosa y descarada, que parece follarse al mundo entero pero en realidad no es más que una chica ingenua, símbolo de una sexualidad desbordante a la que aspira un tipo medio que al fin se queda solo, sin su querida familia, bien dispuesto a conquistar una infidelidad por todo lo alto.
El título original se traduce como “La comezón del séptimo año” (The Seven Year Itch), definición psicoanalítica de la primera crisis matrimonial masculina. Marilyn domina un personaje que ni siquiera tiene nombre (es el único del reparto que se determina por su sexo: The Girl) , y lo convierte en el cuerpo y el alma de la película.
Como miles de neoyorkinos, Richard Sherman se ha quedado trabajando en agosto mientras su mujer e hijos disfrutan de unas gratas vacaciones en la playa. Siguiendo las recomendaciones de su esposa, está dispuesto a dejar de fumar, de beber, a acostarse pronto y sobre todo a no echar una cana al aire. Pero la tentación aparece cuando conoce a una vecina tan sexy como aniñada.
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