Reseña de «Vicios ocultos», de Alfonso Brezmes
Por Gregorio Muelas Bermúdez.
Alfonso Brezmes publica su quinto poemario, Vicios ocultos, en la Colección Poesía Mayor de la Editorial Leviatán con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con esta afán “exhibicionista” se presenta el poeta madrileño ante el lector argentino, en adelante, “voyeur”.
Alfonso Brezmes es un poeta con obra y consecuencia, sus anteriores títulos, La noche tatuada (2013), Don de lenguas (2015) y Ultramor (2017), publicados en la prestigiosa editorial Renacimiento, y sus antologías, vertidas al italiano y al inglés, avalan a un autor con un estilo bien hecho, madurado a fuego lento en el ejercicio y la lectura de sus poetas preferidos: “Borges y Pizarnik, Eliot y Juarroz / y algunos versos de Cernuda”, públicas virtudes que en el poemario que nos ocupa adoptan un tono irónico, a priori menos grave, pero que, en realidad, suponen una nueva cota lírica, veamos por qué.
Alfonso Brezmes demuestra poseer un sentido del humor fuera de lo común, un humor inteligente que dirigiéndose a sí mismo no duda en girar el “espejito mágico” para contemplar de modo crítico su alrededor, un humor que se pone de relieve desde las primeras palabras del libro, en la autodedicatoria en la que se agradece “escapar de él de vez en cuando”. A continuación, el autor coloca dos citas harto significativas: el artículo 1474 del Código civil español, cuyo contenido le sugiere el título, y dos versos de la poeta italiana Alda Merini, que apelan a la prudencia y la virtud de permanecer en silencio en determinadas situaciones.
Alfonso Brezmes estructura el volumen en cinco partes cuyos epígrafes sintetizan la tesis que expresan los poemas que las componen, a saber: “Examen de conciencia”, “Dolor de los pecados”, “Propósito de enmienda”, “Confesión de los pecados” y “Cumplir la penitencia”, todas ellas integradas por el mismo número de poemas, diez, una medida simetría que contrasta con la libertad de los versos, que, no obstante, se ensartan con la precisión de la palabra exacta. No es baladí que se impongan los poemas cortos pues el autor prescinde de lo alimenticio para quedarse con lo justo y necesario, de ahí que opte por un lenguaje sencillo, cincelado a golpe de tachón, paradójicamente no hay proceso más complejo.
Alfonso Brezmes abre el libro con el poema “Si así os parece”, que actúa a modo de prefacio y que ejerce de auténtica poética, así dice: “vine para robar las manecillas / a los relojes de pared y dejar / la marca indeleble de un zarpazo / en la frágil memoria de la gente”. He aquí su voluntad de dejar huella en un mundo donde la música en muchas ocasiones se escucha demasiado baja, apenas como un sonido de fondo, soterrada por el ruido circundante. Sobre la dificultad de hacerse oír y el papel y la necesidad de la poesía versarán muchas de las composiciones, como en “Le regret du poéte”:
Yo, que nunca fui
aquel en cuyos brazos fallecías,
siempre seré
aquel en cuyos versos sobrevives.
Alfonso Brezmes es un músico y lo demuestra en cada una de sus composiciones, ninguna tiene desperdicio, empezando por los títulos, tan ingeniosos como elocuentes, veamos unos cuantos: “Paraíso en obras”, “Cosmoagonía”, “Épica de bolsillo”…, otros son un claro homenaje al autor al que aluden: “Belleza cruel”, a Ángela Figuera Aymerich; “Rayuela”, a Julio Cortázar; “Rilkeana”, a Rainer Maria Rilke. En todos, el poeta se interroga sobre el germen y propósito de su medio de expresión en una suerte de metapoesía cuyo punto de referencia siempre es el yo lírico, que aspira así al autoconocimiento, un proceso donde sigue la senda marcada por Saint John Perse o Miguel d’Ors.
El cine es otro de los referentes del poeta, así varios títulos aluden a filmes concretos, como “Lost in Translation”, de Sofia Coppola, “Fallen Angels”, de Wong Kar-Wai, o “Perdición, de Billy Wilder, en otros, en cambio, una película es el detonante del poema, así sucede en “Solo las brujas malas son feas”, donde toma como punto de partida el clásico de Victor Fleming para identificarse con el hombre de hojalata.
Para concluir, existen dos poemas donde Alfonso Brezmes encuentra la quintaesencia de su voz: “Reproche a Alfonso Brezmes”, y el que clausura el volumen, “El poeta siente celos de sus versos”. En el primero ejerce la autocrítica en los siguientes términos: “elegiste ser yo, / este mal remedo / de otro poeta cascarrabias, / que encima escribe / mucho mejor que tú”, donde el humor, de una agudeza que tiende al negro, es el verdadero sentido que vehicula el discurso del libro. En el último, critica con ingenio ese pecado social que irremediablemente, y por fortuna, le conduce a ser “yo mismo” una y otra vez:
Y no ha de escribir nada más,
para que aquellos no logren
hacerse fuertes allí
en donde aquel solo sueña.
Buenas, solo quería comentar que desde 2007 existe un poemario en castellano con exactamente el mismo título, publicado, con ISBN, del cual soy autora; te dejo el enlace en Google Play https://books.google.es/books/about/Vicios_ocultos.html?id=cFSbPAAACAAJ&source=kp_book_description&redir_esc=y
Un saludo, y vaya fastidio.
Paula Nogales Romero
Autora de VICIOS OCULTOS, 2007.