ARÁNZAZU GORDILLO.

Quien conoce a Amélie Nothomb (Kobe, 1967) sabe que esta autora renace cada primero de septiembre. El verano termina cuando se publica su nueva novela. En España, en cambio, la publicación por la editorial Anagrama se hace esperar hasta principios de primavera. Este año, y debido a la terrible pandemia, se ha retrasado la puntual publicación y no hemos podido disfrutar de la autora hasta el pasado 27 de mayo.

A estas alturas, Nothomb ya no tiene que demostrar nada, su fiel ejército de lectores le tiende la alfombra roja con cada nueva publicación. No siempre sus obras alcanzan los formidables horizontes que la autora es capaz de ofrecernos en muchas ocasiones, pero sus lacayos la aplaudimos de todas formas, nos hace felices.

Este año, Nothomb publica Los nombres epicenos (Anagrama). Los nombres epicenos son aquellos que pueden utilizarse tanto en masculino como en femenino.  Este tema, el tema de los nombres, de las identidades, es uno de los temas centrales entorno a los que gira la literatura de la escritora. En este caso, los nombres son dos: Claude y Dominique, ambos son nombres epicenos y ambos tendrán una hija, Épicène. 

A través de estos tres personajes Nothomb desgrana —con su prosa siempre, afilada y directa— su peculiar visión de la familia como una incipiente cuna de enemigos y venganzas. Y es que la autora narra una historia sobre amor, odio y venganza, protagonizado por una hija que jamás contó con el cariño de su padre. Esta es la historia de un padre que se obsesionó con su hija mientras esta no existía y que dejó de amarla en cuanto la niña comenzó a existir. 

Nothomb explora, una vez más, esas complicadas relaciones paternofiliales sobre las que tantas otras veces ha escrito y los resquemores del amor no correspondido que tanto definen su escritura.

Rechazo, venganza, fracaso, belleza, erotismo. Nothomb lo coge todo, lo agita y después lo deposita, con precisión de cirujano, sobre este breve cuento. En Francia la acogida ha sido, como siempre, generosa. Una obra nothombiana como pocas y eso es lo que hace grande a esta autora, derrocha un talento que amedranta. ¿Escribe o juega con nosotros?