Lovecraft es una de las figuras claves de la literatura fantástica, un autor liminal de la ciencia ficción y sobre todo uno de los escritores más interesantes de nuestro tiempo. Sus relatos de terror cósmico crean un precedente en la literatura de género. Muchos son los que asocian su nombre a la literatura pulp, aunque en este ensayo el profesor Graham Harman se ocupa de desmontar tal prejuicio analizando gran cantidad de sus relatos. El ensayo, en este sentido, es un análisis de su obra, aunque desde la perspectiva de la filosofía del “Realismo raro” y un alegato en favor de Lovecraft como escritor de calidad. Además de las nociones filosóficas encontrará aquí el lector un exhaustivo análisis (quizá el único) dedicado al estilo literario de Lovecraft. Un estudio que no solo nos sirve para alumbrar su artesanía literaria, también para entender la profundidad metafísica que alcanzan los relatos de Lovecraft a través de su sugerente y serpenteante prosa.
Comienza el libro con una breve introducción a la OOO (Ontología Orientada a Objetos), concepto quizá extremadamente denso para los que no estemos familiarizados con la filosofía. En síntesis la OOO se ocupa de la polarización que hay entre los objetos y sus cualidades, entre lo real y lo sensible. No obstante, sí que quedan bastante claras las más relevantes nociones de la OOO y sobre todo en relación con la escritura del autor de Providence.
El grueso del ensayo está dividido en capítulos. En cada uno de ellos se ocupa de una obra concreta, en total ocho: La llamada de Cthulhu, En las montañas de la locura... Harman analiza el lenguaje de Lovecraft, y pone la lupa en su capacidad para crear brechas. Porque Lovecraft, a cada paso, nos señala la brecha que existe entre los objetos y el poder (o la imposibilidad) del lenguaje para describirlos. Lovecraft, en sus narradores, parece siempre estupefacto frente a situaciones, seres y ciudades imposibles de describir. Pero en este intersticio que existe entre el objeto y sus cualidades, Lovecraft exhibe todo un mundo lingüístico cargado de fuerza que nos aboca hacia la brecha ontológica. Lovecraft evita el lenguaje literal aludiendo a realidades y seres imposibles de describir. Su capacidad de sugestión, no obstante, va más allá de la mera trampa de la elipsis y jamás podríamos reducir su prosa a la paráfrasis, es decir, a su sentido literal. Porque Lovecraft consigue estos efectos a través del “cubismo literario”, es decir, acumulando características de un modo excesivo hasta el punto de crear un objeto imposible. Otras veces los objetos son resistentes a toda descripción o directamente ininteligibles. En cualquier caso, Lovecraft no puede ser catalogado como un autor pulp precisamente porque en sus relatos el contenido no es tan importante como el estilo.
La última parte trata de ser una síntesis de lo expuesto a lo largo del ensayo y a modo de conclusión recoge los hilos lanzados en la segunda parte.
El autor deja clara la diferencia entre filosofía y literatura, aunque señala cómo la obra de Lovecraft plantea asuntos filosóficos de gran interés, y nos muestra una realidad rara. Porque la realidad, no nos engañemos es rara. Y Lovecraft, como nadie, ha sabido crear agujeros negros en el tejido de lo real por los que sus lectores nos asomamos a sus abismos.