‘El agua de la gota’, de Raimon Panikkar
RICARDO MARTÍNEZ.
Título: El agua de la gota (Fragmentos de los diarios)
Autor: Raimon Panikkar.
El autor (“uno de los representantes más destacados del pensamiento intercultural y del diálogo interreligioso”), aquí, no solo nos invita a pensar, sino a hacerlo desde un perspectiva tan rica y universalizante que el lector se siente doblemente afectado: arropado por su sabiduría extensa y comprensiva y, a la vez, perplejo respecto de cómo interpretar, de cómo elegir el bien que, en principio, se puede derivar de las recomendaciones o enseñanzas contenidas en el libro.
Su trayectoria vital reflexiva comienza (año 1934) por hacer una definición, un reconocimiento implícito del significado (desde ellos mismos) de la figura de sus padres: “Papá es una persona distinta (…) ha sido un revolucionario: vino a España porque no tenía otra opción (…) sin conocer una palabra de castellano y, no obstante, se ha abierto camino” He aquí un reconocimiento de individualidad, de acción, de voluntad, creo que muy representativo.
“Mamá es una persona extraordinariamente activa –escribió en el mismo año de 1934. Encontré un título suyo de miembro honorífico de la sociedad (o no sé qué) de las Buenas letras otorgado en 1917. Asiste a clase, secretaria de una organización caritativa, y todo esto no le impide estar al corriente de nuestras cosas, nos hace repasar las lecciones y cuida de la casa” De nuevo un ejemplo de voluntad personal, de vinculación con el conocimiento y, digamos, de una moral constructiva, solidaria.
De pronto, una nueva entrada de este diario recoge, ya a título personal: “Jesús me atrae y no sé con qué poder. ¿Qué es sino una inspiración del ángel de la guarda el que yo, al ver una iglesia, no pueda evitar entrar? ¿Por qué me gusta y encuentro gusto en la piedad?” Conocimiento, voluntad, generosidad, nexo de unión con el sentido de trascendencia espiritual que habrá de guiar toda su vida. He aquí al hombre.
Transcurriendo el tiempo, ya en el año 1985, desde Tavertet, en la Cataluña profunda, lugar elegido como retiro, escribe: “Ayer una conversación con Gopal. Entendió que mi boda es simplemente una suerte de ‘desafío’ a la Iglesia, a una forma antigua de espiritualidad y sobre todo un acto de libertad” Y, unos días más adelante: “Me levanto aún con las estrellas. No puedo resistir el deseo de disfrutarlas. Aparece la aurora. Me siento con fuerza para transformar el mundo –por lo menos para co-redimirlo-. Hoy es el día de los difuntos. Ya desde ayer siento la solidaridad con las tres iglesias –con todo el cosmos-. Lo siento hasta el punto de emocionarme” Un hombre, pues, ‘vivido’ por la espiritualidad, por un sentido de vinculo religioso englobador, no separador. De ser así, todos tendríamos cabida en su pensamiento. Es como un símbolo unificador, comprensivo. Una suerte de optimismo de entender la realidad.
Por fin, escrito desde el mismo Tavertet, ya en 1997, anota: La idea de la muerte no me aflige, aunque está presente la mayor parte del tiempo. (…) La vida se me ha dado a ‘mí’, y ahora este ‘mi’ desaparece. No me arrepiento. La vida ‘continúa’, o más bien está viva, y ese ‘yo’ ha tenido el privilegio de plasmar un poco de ella. Qué más. No tengo la más mínima curiosidad por saber qué se halla ‘detrás’. ¿Detrás de quién? De ‘mi’, el recipiente de esta vida, de la Vida (cuando el ‘yo’ no se aferra a la vida pequeña, egoísta)
Nunc dimitis…
Panikkar –leemos en la presentación, dejó a Milena Carrara (responsable de la selección y edición de este libro) más de cincuenta cuadernos de diarios y notas personales. Este libro es el resultado de una selección de fragmentos de sus diarios, que muestran el viaje vital y espiritual del pensador, un pensador “que utilizaba frecuentemente la metáfora de la ‘gota de agua’ para expresar la capacidad ilimitada y universal contenida en la experiencia humana singular” Y concluye: “todos nosotros somos como una gota que, en su fragilidad, se desvanece”
Humilde y sabia recomendación para los tiempos envanecidos que corren. Al fin, también aquí: Quien leyere que entienda.