Re-habitar el cuarto propio conectado

Hace ya casi un siglo, Virginia Woolf escribió que para que una mujer pudiera dedicarse a la creación profesionalmente, en este caso a la escritura, sólo necesitaba dos cosas: una cantidad económica actual y un cuarto propio. La habitación propia de la que hablaba Woolf representaba un espacio privado dentro, a su vez, de la privacidad del hogar. Este conformaba un espacio físico propio, alejado de los estigmas patriarcales que inundaban la casa y sus labores, permitiendo así la emancipación de la mujer de estos roles y posibilitando una habitación única y propia.

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El célebre ensayo escrito en 1929 y titulado Una habitación propia sigue siendo una obra de gran importancia para los estudios de género literarios y sus postulados siguen igual de vigentes aún adentrados ya en el siglo XXI. La escritora inglesa pone en el punto de mira la necesidad de la mujer de poseer un espacio propio ante la imposibilidad de ser dueña de nada, viviendo bajo las premisas del marido que lo administra todo. La necesidad de una emancipación física donde poder practicar libremente el ejercicio creativo.

 

Cerca de un siglo después, en 2010, Fórcola Ediciones publica Un cuarto propio conectado: (ciber) espacio y (auto) gestión del yo escrito por Remedios Zafra, escritora y profesora especializada en estudios de género, antropología social y cultura digital, y galardonada, entre otros, con el Premio Anagrama de Ensayo 2017 por El entusiasmo. En el ensayo casi homónimo al de Woolf, Zafra recoge la tesis propuesta en 1929 y la sitúa en el contexto actual hiperconectado, reconvirtiendo este cuarto propio en un espacio unido a la red.

 

El cuarto propio conectado es un espacio privado pero abierto, sin estar marcado por la tradición eminentemente patriarcal. Teniendo presente un Internet en que en sus inicios fue un punto de encuentro para la lucha y el nacimiento del ciberfeminismo, pero al mismo tiempo sin dejar de pensar en esta red como un espacio que ahonda en las desigualdades sociales ya establecidas. Esta habitación online permite desplazamientos sin salir de ella, permite el acceso deliberado a estos espacios de la red y, al igual que la de Woolf, sigue posibilitando un espacio de emancipación para la creación.

 

Adentrándonos en la década de los años veinte del siglo XXI, es poco probable que pasado el confinamiento volvamos a encontrar un escenario idéntico al que dejamos. En este presente-futuro en el que vivimos, la casa, el hogar, el espacio que habitamos cobra desde ya un nuevo significado. No estamos aislados, nuestras rutinas diarias han tenido que verse forzosamente alteradas. En lo que atañe a la vida profesional, seguimos trabajando desde el salón o la cocina de nuestra casa, intentando organizar horarios que muchas veces resultan ficticios. Igualmente, asistimos a clases online y, para ocupar todo ese tiempo, decidimos hacer cursos para aprender nuevas herramientas.

 

Lo mismo ocurre con la vida social, la necesidad de comunicarnos con otras personas incluso ha aumentado. Ahora las reuniones o cervezas con amigos son a través de plataformas como zoom, que posibilitan compartir estos momentos. Así como también, ahora más que nunca, la forma de conocer a nuevas personas es a través de la red. Para ello por ejemplo podemos bajar Badoo gratis para Android, donde, ante la imposibilidad de tener una cita en el exterior, podemos optar por encuentros online. Además, plataformas como Netflix, tampoco pierden la oportunidad de en estos momentos ofrecernos la posibilidad de comentar el contenido con nuestros amigos mientras los estamos viendo.

 

Nos encaminamos a un momento en el que el espacio doméstico podrá ser colegio, trabajo o consulta médica, esta transformación del espacio íntimo requiere ya nuevas formas de gestionar nuestro tiempo en el que muchas veces seremos productores y consumidores de forma simultánea. Pensaremos entonces que, citando a Zafra, “Sólo en nuestro tiempo propio podemos encontrar la mejor aproximación para configurar nuestro particular cuarto propio conectado, para descubrir su verdadera potencia revolucionaria y, con seguridad, nuestra propia potencia creativa.”

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