Bárbara Stanwick, hipocondríaca a merced de un asesino, en «Perdón, número equivocado»
Por Horacio Otheguy Riveira
Una mujer sola con algunas de sus alhajas y notable variedad de potingues que le confirmen que está enferma, muy enferma, y que no puede levantarse de la cama. Todo lo tiene organizado como inmejorable compañía, pero el objeto más querido es el teléfono. La relación del personaje con este aparato en 1948 es lo que hace atemporal el conflicto, si tenemos en cuenta la importancia que se la ha ido dando en el universo femenino especialmente atraído por dar y recibir mensajes con una constancia asombrosa. A nuestra protagonista desde luego le encanta hablar con amigas y cuantos se le crucen en las ondas, pero tiene la mala suerte de escuchar una conversación entre hombres que planean un asesinato. Postrada en la cama no tarda en sospechar que la víctima podría ser ella misma.
Basada en una obra escrita para la radio, esta película se estrenó en España con el título de Voces de muerte, y con su título original fue llevada al teatro en algunos países como Estados Unidos, Uruguay y Argentina donde se estrenó como monólogo con una duración de unos 40 minutos, junto a obras breves, por lo general de otros autores. Su autora fue una prolífica guionista en variedad de estilos: Lucille Fletcher, New York, 1912-Pennsylvania, 2000.
Se emitió originalmente en el programa de radio Suspense el 25 de mayo de 1943, con Agnes Moorehead. La emisión se repitió siete veces (el 21 de agosto de 1943, luego en 1944, 1945, 1948, 1952, 1957 y 1960), cada una protagonizada por la misma actriz. La última transmisión se produjo el 14 de febrero de 1960.
Cine negro de gran intensidad
El teléfono es el único medio que une a Leona Stevenson con el mundo exterior. Directora de una fábrica de productos químicos es hipocondríaca y está postrada en la cama a causa de una dolencia somática. Su marido Henry (Burt Lancaster) es de origen modesto, pero muy ambicioso; se casó con ella para mejorar su posición en la fábrica. Ya iniciada la película, lo llama por teléfono por un asunto banal, y es entonces cuando se produce un cruce de líneas que le permite escuchar una conversación en la que dos individuos hablan del inminente asesinato de una mujer que poco a poco va adquiriendo sus características, en su mente desquiciada y en la realidad.
La crispación aumenta considerablemente desde el momento en que todo el mundo la deja de lado: se confirma que la policía no da crédito a su demanda de ayuda, las enfermeras se ausentan, su amiga Sally tiene obligaciones domésticas ineludibles, su padre está en Chicago en una fiesta y el marido está ilocalizable. El guión añade elementos adicionales de tensión y ansiedad a través de las informaciones que recibe por medio de algunos de sus interlocutores telefónicos y del cruce casual de líneas. La evolución del personaje, magistralmente interpretado por Stanwyck, le lleva de la indolencia y el aburrimiento inicial a una crisis aguda de ansiedad a través de un recorrido de potente vuelo dramático.
Considerada una película de culto con su lograda suma de suspense, drama, misterio y cine negro con el evidente motor de las diferencias sociales entre los protagonistas, más el insólito aporte para la época de una mujer rica que mantiene al hombre sin recursos del que está enamorada.
Barbara Stanwyck (seudónimo artístico de Ruby Catherine Stevens, Nueva York, 16 de julio de 1907-California, 20 de enero de 1990) fue candidata cuatro veces a los Premios Óscar de Hollywood y ganadora finalmente de uno honorífico en 1982, cuatro años antes de retirarse.
Es «uno de los mitos del Séptimo Arte» con gran variedad de registros, brillando en personajes muy sensuales y manipuladores o simplemente muy duros. Una dama, por otra parte, con gran sentido del humor que en un programa de televisión se parodió a sí misma en este personaje «de una señora insoportable colgada del teléfono».
Algunas de sus películas más destacadas: Bola de fuego, Perdición, Juan Nadie, Las tres noches de Eva… También triunfó en la televisión como atractiva mujer madura en series de éxito internacional como El pájaro espino y Dinastía. Ha trabajado con gran intensidad y mucho coraje, porque a diferencia de su neurótico personaje atado al teléfono, fue una enferma crónica que padeció una artrosis degenerativa que la torturó considerablemente, pero nunca se dio por vencida.
Se casó dos veces, la segunda con su gran amor, Robert Taylor, de quien se divorció después de 12 años, a causa de las numerosas infidelidades del galán más solicitado de la época. Barbara trabajó hasta 1986, tres años antes de morir de una deficiencia cardiaca.
Por su parte, Burt Lancaster (Nueva York, 1913-Los Ángeles, 1990) aún no se había convertido en uno de los más importantes actores de Hollywood, ya que sólo había destacado en cinco películas. Pronto su fama crecería de modo extraordinario, al principio en películas de aventuras donde lucía su origen de acróbata circense.