Entrevista a Vito Domínguez Calvo, por “Local de ensayo”
Por Jesús Cárdenas. Si el uso literario tiene como finalidad llamar la atención sobre el texto mismo. El tercer libro de poemas de Vito Domínguez Calvo, Local de ensayo (Versátiles, 2019) es ejemplo de literatura, porque crea ambientes y recrea situaciones cercanas, trascendiendo la anécdota, desde un punto existencial nihilista, y porque corrobora cada emoción con versos extraídos desde la misma raíz y pulidos, luego, con la calma necesaria hasta acabar con magníficos poemas. En ellos encontramos poesía, y no sólo porque su discurso sea metapoético, sino también porque contiene un microcosmos lleno de sugerencias e imágenes que nos conectan con otros textos, pero, sobre todo, porque se nos transmite unas ideas bien definidas, rematadas imágenes con uso especial del lenguaje. Un libro, en suma, escrito en impecables versos que revelan y nos revelan con su música que es obra de un auténtico poeta.
Después de Pronombres personales (2001) y El vértigo del águila (2015), presentas este Local de ensayo. Los tres ofrecen tanto interés como calidad. Pero ¿hasta qué punto supone un avance esta publicación con respecto a la obra anterior?
Más que un avance supone una parada en seco, un apartarse del camino que llevaba para poder recapitular sobre todo lo escrito anteriormente, eso sí, desde un nuevo prisma diferente. El Pronombres personales fue un libro con un enfoque neorromántico que ahondaba en el “yo” y que contenía algún que otro poema de corte generacional como “Amapolas torcidas” y el libro, en su conjunto, proponía un lenguaje discursivo de marcado tono coloquial, urbano, juvenil, pretendiendo ser conciso y certero pero muy musical en lo sonoro.
En El vértigo del águila, en cambio, quise que todo fuera diferente, en él busqué la complicidad del mundo clásico, los mitos helénicos traídos al presente (quizás por culpa de mi estancia en Grecia y haber estado casado con una mujer griega) pero todo ello, que no es poco, tratado con un lenguaje mucho más cuidado en sus formas intentando no perder hondura y sin apartarme de la idea última del poemario que no era otra que la de poner en duda la figura y capacidad del poeta por encontrar su lugar en el mundo. Al final acabé construyendo un poemario con una visión muy mediterránea de los seres y las cosas donde la fragmentación de la realidad produjo también una dislocación del “yo” poético que se divide y multiplica en otras voces más libres que la mía.
En Local de ensayo echo el ancla, “me paro a contemplar mi estado”, y con tranquilidad analizo y medito con la Parker desenfundada y lista para adentrarme en todo aquello sobre lo que tengo dudas, preguntas, o no acabo de tener del todo claro. Por eso, cuando me preguntan sobre el nuevo libro, digo que su verdadero autor no soy yo, su verdadero autor es el hecho poético en sí mismo y la aventura que lo conduce a un relato lírico con un determinado lenguaje sin inocencia alguna y enfocado, como digo en la dedicatoria, a la meditación y el desvarío. Local de ensayo es un libro que trata a la poesía como forma de conocimiento y que entiende que toda la literatura es un continuo vital lleno de vasos comunicantes que se entrelazan desde el origen de los tiempos.
Según se desprende de la lectura del prólogo, José Manuel Camacho, pone en relación este poemario, de un lado, con la estela de las vanguardias literarias del pasado siglo y, de otro, con una tradición literaria clásica. ¿Existe esta tensión entre lo antiguo y lo posmoderno en tu poemario?
Así como el Pronombres… lo prologó Concha Caballero y El vértigo… Noel Rivas Bravo, quise que este nuevo libro tuviera también un prologuista de excepción en la figura de nuestro amigo y profesor José Manuel Camacho. Yo entendí que el libro le podía llegar a gustar y así fue, de tal manera que Camacho le regaló un prólogo que, en sí mismo, es pura sabiduría literaria aparte de un magnífico acercamiento a la obra para disfrute del lector. Le estoy muy agradecido.
Pero respondiendo a la pregunta sobre lo clásico y moderno frente al nuevo paradigma de la posmodernidad, hay que decir que sí que hay tensión, muchísima, ya que la posmodernidad no quiere literatura, quiere entretenimiento; por lo tanto, no necesita lectores, quiere consumidores. Desde que los grandes relatos del siglo XX: comunismo, socialismo, sociedad del bienestar, fueron cayendo ahogados por el capitalismo se ha ido produciendo un alejamiento progresivo y constante del poeta con respecto a la tribu, el artista se ha apartado de la comunidad. Se ha sustituido el concepto del “nosotros” (que respondía a la salvación como sociedad) por la construcción de un “yo” (que responde a la salvación del individuo). El fin de las utopías de izquierdas devoradas por el neoliberalismo ha generado un rechazo al compromiso social en los poetas. Ahora la poesía está comprometida con el mercado, la fama y el éxito. El nombre del poeta se ha convertido en su propia marca comercial y para que el invento funcione han tenido que quitarle poesía a la poesía para que sea vendible. Habrá que esperar el paso del tiempo y ver cómo acaba todo esto.
En uno de los primeros poemas, “Tempus edax rerum” concluyes con un verso de esos llamados climáticos porque iluminan todo el poema: “Tan solo eres un rey en la derrota”. Este conjunto de poemas parece encarnar el impulso de la insatisfacción; refleja una concepción pesimista. El lenguaje se nos presenta agotado, no sólo el cotidiano sino también el literario, es por eso que el poeta debe arrancarse de todas esas prendas, desmarcarse pero convivir con él, a sabiendas que todo está perdido, pero si esto es así, ¿hasta dónde tensar para que no todo esté perdido?
Bueno, todo aquello que soporta un uso cotidiano acaba desgastándose, también el lenguaje que se agota y comienza a decir menos de lo que debería decir, tanto el coloquial como el literario, de esto saben mucho los filólogos. Es labor y obligación del poeta la de dotar nuevamente de significado a las palabras o crear nuevos significados a través de la combinatoria para que las palabras tengan el efecto deseado, para llegar a aquello que se resiste a ser nombrado. Y una regla de oro es tener un lenguaje rico, abarcador, ya que el mundo se atrapa a través del lenguaje, por lo tanto, un lenguaje pobre denota una pobre realidad. Un ejemplo de lo que hablo son los llamados “lexemas complejos” que tanto proliferan en el lenguaje de la informática: (navegar por las redes, subirlo a la nube, campos de nubes, fuentes de datos, etc.). Nuevas realidades que necesitaban ser nombradas y que a través de mecanismos lingüísticos muy cercanos a la poesía han acabado siéndolo.
Es fácil acabar pensando que todo está perdido porque el tiempo todo lo devora, lo que pasa es que eso es del todo inaceptable ya que el poeta siente y vive el instante pero busca y persigue la eternidad. Por eso no todo está perdido cuando vemos que la creatividad del ser humano resuelve las dificultades cuando la necesidad se impone. Y si esto no sucede siempre queda la dignidad de ser un rey en la derrota.
Local de ensayo está limpiamente estructurado en tres capítulos escoltados por una cita. El primer título es bastante elocuente, “Fundamentos de poética”, pues expresa e interroga en cada poema sobre la verdad de la poesía y el lenguaje literario. Al leer poemas como “Necrolírica”, “El poema”, “Oración sintagmática” o “Punto de fuga”, un lector avezado podría entresacar algunas peculiaridades de tu poética, que podríamos sintetizar en aplicar acertadamente los procesos cognitivos, pensamiento y lenguaje, ¿podrías comentarnos cuáles son esos rasgos que desechas de tu discurso poético?
Como sabemos, los poetas no tienen un material tangible con el que trabajar, no hay mármol ni bronce, ni lienzo o pincel, no hay objetivo ni cámara, ni violín o piano. Tan solo tiene la palabra, el lenguaje mismo es su única materia, su único instrumento. La misma herramienta con la que va a comprar el pan o hace un pliego de descargo, con la que insulta o declara su amor, con la que miente o aclara la mentira es la que el poeta tiene para trabajar, por eso debe tener claro cuál es el lenguaje poético y qué es la literariedad ya que solo eso nos va a diferenciar aquello que es literario de lo que no lo es. Yo apuesto por indagar en toda esa maquinaria lingüística (que también existe en pequeñas dosis en el lenguaje cotidiano) pero es en la poesía donde alcanza todo su esplendor. Por lo tanto huyo del lenguaje referencial, instrumental, informativo e indago en los recursos poéticos de toda índole, hablo de la ambigüedad, la plurisignificación, el distanciamiento, la intención lúdica, las dobles o triples lecturas, las construcciones ecfrásticas, los ritmos acentuales que crean paisajes sonoros, la valentía formal en la búsqueda estética, los guiños a la tradición o apartamiento de la misma, la cualidad de divergencia, el desarrollo del correlato objetivo, las diferentes estructuras de composición (circulares o verticales) del poema, y cómo no, la actitud del poeta dentro del texto y ante la vida, como la meditación filosófica, sensorial o el análisis trascendental que se pueda llevar a cabo desde un punto de vista lírico. Esto y algunas otras cosas más es lo que me preocupa y me interesa a la hora de escribir.
En varios poemas (“Los ojos de diciembre”, “Poema sin título para un pozo sin fondo” o “Punto de fuga”) aludes al discurso del silencio. Tus textos de la primera parte comparten con esta poética algunos rasgos: composiciones que parecen callar más que decir gracias a la brevedad, a la concisión y al uso del estilo nominal. A este respecto cabe señalar uno de esos poemas redondos del libro, “Círculo vicioso”, donde adquiere relevancia la circularidad del hecho de abrir y cerrar un libro, ¿concebiste estos poemas así de breves por intuición, indagación o fue gracias al consejo de un amigo?
Hice esta serie de textos intentando hibridar la argumentación poética con el esqueleto interno del poema, que todo fuera obedeciendo a unas leyes geométricas para que contuvieran no solo fuerza expresiva sino también una determinada cohesión que hiciera que el escrito se defendiera solo. “Círculo vicioso” es un poema circular pero a la vez infinito, no acaba nunca, las leyes del movimiento se funden con las del pensamiento en un baile que busca, ansía, la eternidad. Supongo que toda esta ambición mía se la debo a mis lecturas de los poetas vanguardistas hispanoamericanos y su visión del poema como artefacto.
En la segunda parte, “Mitología genética”, el poema solicita la inspiración a una diosa, sin embargo, las invocaciones llevan el calificativo “pagana”, lo que podríamos interpreter como negación del deseo, ¿acaso la razón sea debida al paso del tiempo o a la propia expresión del deseo insatisfecho?
El deseo, como motor del mundo es explicable, pero, una vez satisfecho, desaparece y muere. El deseo es un no lugar, es la maldición de Sísifo, es la condena del ser humano a repetir una misma búsqueda, una misma acción, infinitamente. Ignorar el deseo, dominarlo, es un buen comienzo para abandonar una esclavitud que llevamos escrita en los genes, quizás negarlo sea el principio de una saludable libertad olvidada.
En este apartado hay un poema que resalta por ser el más extenso y por tener un carácter más narrativo: “Simonetta Cattaneo compra en Mercadona”. Puede producir la sensación de un alto en el camino más coloquial para volver al lirismo de alta graduación. ¿Cabría entender irónicamente el verso “hasta aquí la historia, hasta aquí el poema”?
Sí, es pura ironía, porque ni el poema cuenta una historia ni tampoco la “Historia” quiere ser poema. Lo que pasa es que vuelvo a tensar la cuerda y aquello que es una simple anécdota de supermercado veraniego se convierte en algo épico y trascendente en la enfermiza mente del “yo” poético. Simonetta fue la musa de Botticelli, una top model del Renacimiento que estuvo casada con un Vespucci y que murió joven aunque su belleza ha traspasado siglos y cánones perdurando en el tiempo. Encontrar a una heredera de esa belleza en la cola del Mercadona bien vale un poema largo, complejo, y escrito en diferentes estilos para honrar los caprichos del arte y lo sublime y hacerle un homenaje a la métrica clásica sin olvidar ese final en prosa que nos retrotrae a los tiempos actuales. “Simonetta Cattaneo compra en Mercadona” es un poema que sin querer ser original se ha convertido en el poema más original y atrevido del libro.
El tercer capítulo, “Pragmática del humo” nos anuncia carencias del sujeto. El paso del tiempo borra a los seres amados. Entre paradojas la herida está muy presente en “Hosanna”: “Nada en tus dedos reza la piel que no tocaste. / Nada desdice al cuerpo que no habló”; ¿no debía ser una canción de júbilo?
Sí, debería ser de júbilo bajo un concepto religioso pero en lo pagano es una oración fúnebre, de aceptación y despedida, ya que, a determinada edad, son más los seres que has ido perdiendo en el camino que aquellos nuevos que puedas incorporar a tu vida.
En “Llamada perdida” o “Último intento de buzón” se compenetran la ausencia y la soledad por eso el sujeto sabe que necesita la comunicación, las distancias más cortas: “Fuera de las palabras hace frío, / una voz sin mensaje es solo aire”. ¿Tienen algún sentido las palabras cuando no hay amor?
Sí, por supuesto, tienen todo el sentido, quizás cuando no hay amor las palabras cobran mayor peso e importancia. De nada sirve un poema si no dice nada, por muy rematadamente bien escrito que esté. El amor necesita de la palabra, pero la palabra no necesita nada, es libre y autónoma en su intención primera. También el amor necesita de la poesía, pero la poesía es mucho más que amor. Lo que quiero decir con esto es que valoramos por encima de todo al amor cuando quizás lo que deberíamos valorar es la palabra, la comunicación, el mensaje.
El poema se cierra espléndida y rotundamente con el poema que da título al libro: “como si solamente tu alma fuera / ese extraño lugar: local de ensayo”, realmente parece que el sujeto debe probar hasta llegar a una nueva etapa, ¿está pensando el autor en otros nuevos poemas? ¿Podrías contarnos algo más de ti?
Yo veo el alma humana (sin pretender ser cursi) como un local de ensayo donde experimentar, donde se van probando nuevos instrumentos, nuevas músicas, nuevos ritmos. A veces puede ser que se convierta en una sala llena de locos que hacen un ruido infernal y otras, ese mismo local, puede acabar emitiendo sentidas y pensadas armonías con algún acierto.
Las etapas creo que hay que saber quemarlas, no saltarse ninguna, y enfrentarse dignamente a la siguiente con la pasión de quien cree que será la última. No hay secretos ni misterios, solo ensayos e intentos por darle sentido a eso que llamamos vida.
Por lo que a mí respecta, no tengo mucho que contar: en lo humano ser un buen jardinero y un buen padre, en lo académico acabar Filología (ya queda poco), y en lo poético pues que mi mesa de trucos y mi máquina de trovar siguen en forma, bien engrasadas y dispuestas para que den soporte vital a ese poeta que dicen que llevo dentro.
Ya sabemos que la poesía tiene un número de lectores cada vez más reducido, pero ¿podrías contarnos tu relación con los lectores? ¿Y con las críticas de tus libros?
Mi relación con los lectores podríamos definirla como algo meramente lúdico, yo me divierto o amargo escribiendo poemas y los lectores quiero pensar que hacen lo propio al leerme. Pero la verdad es que no tengo la figura del lector bien definida, no me paro a pensar en un lector ideal o qué recepción pueda llegar a tener un libro mío. He publicado poco y tarde (solo tres libros en veinte años), así que, si he tenido lectores, habrán sido casuales o fruto de un mal entendido. Con respecto a las críticas que he tenido de mis libros, he de decir que siempre han sido buenas, y de gente que respeto mucho que es lo que más me alegra, pero claro, con el nombre de mafioso que tengo supongo que nadie se atreve a otra cosa. En fin, que esta pregunta es mejor que me la hagas cuando tenga quince o veinte libros publicados, ahora no procede.
Por último, ¿podrías dejarnos uno de esos poemas que recitarás próximamente?
Con mucho gusto, os dejo “Necrolírica”:
NECROLÍRICA
Desconozco el camino pero sé
que todo se traduce desde el tacto
a este otro falso idioma de lo escrito.
Que solo son renglones en un folio perdido
lo que antes fue la vida,
sagrada plenitud de carne y tiempo.
Arranco la cuartilla,
cierro la mano,
aprieto fuerte el poema,
los versos crujen,
se clavan en mi palma,
cientos de espejos rotos agonizan,
atraviesan mi piel,
llegan al hueso.
No hay otro oficio más cercano al tacto,
escribir es tocar un tiempo muerto.
Te agradezco Jesús esa fina lectura que has hecho del poemario y tus profundas preguntas, ha sido un placer contestarlas y revisitar estos poemas con tu mirada de poeta y de lector especial. Gracias también a la revista Culturamas por contar conmigo y con Local de ensayo, os estoy muy agradecido.
Me siento perpleja, curiosa, y orgullosa. Víctor, el señor normal, jocoso, cocinero… Aparentemente tan superficial, esconde una espiritualidad que siempre me sorprende. Una profundidad de pensamiento, que si no entiendo, es porque es tan suya como original y fantástica. Encierra mucho sentido común, y una pizca de tarado, como todos los artistas de verdad. Deseo de corazón que esos tres libros lleguen a 30 en breve. Hay mucho que decir, y debe ser dicho por una mente tan maravillosa.
Gracias!!!
Un poeta nacido para todos los tiempos. A través de su pluma desborda el alma a flor de piel. Su entrega es genuina, absoluta, es cómo un volcán. Escribe no con el fin de deleitar al lector, Vito escribe con el fin de provocar sensaciones, conmover, sacar al lector de su confort y transportarlo a otras dimensiones que van más allá de la belleza que puede encerrar la poesía.
Eres majestuoso y tu versar carga todas las estrellas del universo.