Selfiholic
—Doctora, creo que tengo un problema.
—Dígame.
—Verá, creo que soy selfie-aholic.
—En español, por favor.
—Pues que creo que pueda que exista la posibilidad de que, a lo mejor, se me esté yendo un poco la mano con las selfies… Que me haya hecho adicto, vaya.
—Entiendo. ¿Y qué le hace pensar eso?
—Que revisando mi cuenta de Instagram y mi Facebook, me he dado cuenta de que, prácticamente, solo tengo fotografías de mí mismo…
—¿Y desde cuándo lo viene notando?
—No lo sé exactamente pero, desde hace ya algún tiempo. Al principio era algo esporádico, me hacía una de vez en cuando. Ya sabe: se empieza como un juego, sólo por probar, lo típico… Luego cada vez más en fiestas, ocasiones especiales, viajes y reuniones con amigos. Pero ahora es ya en la vida diaria, en las situaciones más normales…
—A ver, ayúdeme a entender. Cuando se hace la selfie, ¿está pendiente de todos los detalles? Encuadre, ropa, sonrisa, fondo…
—Claro, por supuesto.
—¿Y cuántos autorretratos se hace?
—¿Al día?
—Sí.
—¡Uf, no sé! ¿Los videítos cuentan?
—Si el vídeo es auto-enfocado y usted es el protagonista principal, sí.
—Entonces, un montón…
—Veamos, ¿se hace selfies antes de desayunar?
—Sí.
—¿Recién levantado?
—Sí, y a veces en la cama…
—¿Nada más despertarse?
—Sí, nada más despertarme.
—¿Cuándo ha sido la última que se ha hecho una selfie?
—Hace cinco minutos, en la sala de espera.
—¿Y las sube todas a las redes?
—¡Todas no! Solo algunas, lógicamente. Las que creo que han salido bien, en las que me veo mejor.
—¿Dígame, cuántas fotografías se toma antes de elegir en la que se ve mejor?
—Bueno, depende, mínimo unas dos o tres. O cuatro. Puede ser que cinco, a veces más…
—¿Las retoca?
—Un poquito, como todo el mundo. Algún filtro, los reflejos, el encuadre… lo normal.
—¿Tiene algún programa específico para hacerlo? ¿Photoshop? ¿Alguna aplicación?
—¡No, doctora, no! ¿Por quién me toma? ¡¡No soy tan narcisista!!
—Solo estoy intentando entender bien la situación, no se me altere. Unas preguntas más y terminamos: si miráramos ahora mismo sus redes sociales, de cada diez fotos, ¿cuántas son selfies?
—Bueno… No estoy seguro. ¿¡¡Se las enseño!!?¿¡¡Lo miramos juntos!!?
—No, no hace falta. Me basta con una estimación.
—Diría que… la mitad por lo menos. Pero hay muchas que son con amigos, ¿eh? No se vaya usted a pensar.
—¿Sube alguna vez fotos de sus amigos o familia en las que no esté usted?
—¡Ah, no, eso no! ¿Para qué iba a hacerlo?
—O sea que las fotos de grupo son, digamos, selfies encubiertas.
—Bueno, mirado así, un poco sí, la verdad.
—¿Suele posar y hacerse selfies fingiendo que no se da cuenta de que se está haciendo la foto? Es decir, como si se la hiciera alguien más…una selfie-paparazzi…
—Sí, claro, es que quedan muy bien: pensativo ante un paisaje, mirando por una ventana, en la ventanilla de un avión… ¡Quedan muy cool!
—¿Ha tenido, o ha estado a punto de tener, algún accidente (en casa, caminando, conduciendo etc.) por intentar hacerse una selfie?
—No, que me acuerde….
—¿Se hace selfies en el baño?
—Alguna, sí, frente al espejo.
—¿Probadores de ropa?
—Si veo que algo me queda bien y estoy sin decidirme, sí, alguna vez.
—¿Le entra un poco de ansiedad si no se hace selfies y las sube a las redes?
—No, claro que no.
—¿Pero lo ha probado? ¿Ha probado a no hacerlo durante algún tiempo?
—No, la verdad es que no… La veo pensativa, doctora. ¿Es grave?
—Sin duda, tiene usted selfitis. En un caso clarísimo. Ahora bien, tendría que hacer algunas pruebas más para determinar si es una selfitis aguda o crónica, y así poder ponerle un tratamiento.
—¿Con antiinflamatorios?
—Si en las pruebas veo que tiene el ego muy inflamado, puede ser. Pero primero tenemos que averiguar con qué está relacionado su deseo incontrolable de auto fotografiarse y, a partir de ahí, determinar el tratamiento concreto y el plan de rehabilitación para que se recupere.
—¿Me pondré bien? ¿Cree que voy a volver a ser capaz de vivir sin mirarme ni exponerme tanto?
—Va a llevar un tiempo y costar trabajo. Pero bueno, por algo se empieza y reconocerlo ya es el primer paso.