Entrevista a Rocío Cerón, por “Observante”
Por Jesús Cárdenas. No hay mucha poesía que satisfaga el lado imaginario, la parte ficticia de la literatura. Escritos que nos asombran por lo que nos revelan, pues pretenden mostrarnos otra manera de ver las cosas. Rocío Cerón en su última entrega, Observante (Liliputienses, 2019) indaga en distintas geografías humanas, sumergiéndonos en una impactante visión del mundo. Se trata de uno de los pasos hacia una nueva conciencia poética, en las que la voz sólo intuye y se deja llevar. Así, vemos cómo las palabras fluyen libremente en imágenes poderosas, muy plásticas. Los poemas actúan como conceptos con distintas capas. La poesía cristaliza como una forma de tensar la mirada. A fin de cuentas, una poesía que lucha contra el conformismo y lo dado, en busca de nuevas sensibilidades, para reflexionar decididamente sobre el mundo y nuestra condición en él.
Tras varios libros publicados (Nudo vortex, Anatomía del nudo, La rebelión o Borealis, entre otros) Rocío Cerón se está convirtiendo en una de las poetas mexicanas contemporáneas más destacadas. Observante es su última publicación. ¿Qué novedad podrá encontrar el lector en Observante con respecto a las anteriores publicaciones?
Mayor poder de observación y decantamiento, pienso que el ejercicio de la escritura es una forma de crear musculatura conceptual y sensoperceptual, cada libro para mí representa una investigación. Observante me permitió ver entre fisuras, entre átomos, entre tiempos, esa es la aportación que este libro da con respecto al resto de mi obra.
En este libro la concepción del tiempo refleja geografías emocionales e imaginativas donde la imaginación parece imponerse sobre la razón, ¿te parece así?
Imaginación y razón no se excluyen, lo que para Leonardo Da Vinci o Julio Verne fueron “ficciones” o revelaciones imaginales son ahora para nosotros realidades tangibles. No existe el mundo sin que lo pienses y lo traduzcas a lenguaje, a imagen a objeto mental, y de igual manera, la experiencia sensitiva e imaginativa debe encarnar, no importa su materialidad (lenguaje, objeto físico, gesto, etc.). Creo que en ese sentido, en el libro, lo que hay es esa tensión entre ambos territorios, imaginativos y reflexivos.
Uno de los grandes atractivos de Observante es su carácter fronterizo. Aunque el libro tiene incrustaciones de versos, los textos tienen la forma de prosa. El libro está organizado en cinco partes cuyos textos breves aparecen intitulados, lo que parece estar cercano al lenguaje de la prosa breve, del poema en prosa, del aforismo… ¿Se trata de una prueba de experimentación del lenguaje poético?
Se trata de una forma de entender el lenguaje como instrumentación quirúrgica, como elemento que conforma un discurso, que es una forma de pensamiento y de estar en el mundo. El poema, sí en aparente prosa poética, está construido por distintas voces, momentos e imágenes, entreveradas en simultaneidades y no en sucesión. El bloque, esa forma que da el poema en prosa, se llena entonces de capas, sentidos y tiempos. Es una aparente sencillez que tiene, por decirlo de manera científica (otra de mis grandes pasiones), agujeros de gusano que intercomunican significantes.
En la pág. 79 podemos leer un texto donde se dice: “Ensayar límites de esfuerzo y resistencia: Desanudaciones de agua en el estanque; pereza y lucidez enredadas; imantación de fuerzas jalan hacia orillas distintas; cuerpo sobre otro de distendidos músculos y lenguas: mano izquierda que empuña un filo […]”. Sabemos que en tus trabajos domina la experimentación, sin embargo el proceso de experimentación constituye una muestra laboriosa, ¿cómo podremos convencer a los que piensan que no es más que un juego?
Hay que abrir los ojos, los oídos, el tacto, la mente, el mundo es un claro ejemplo del juego que hay entre las tensiones, de hecho el universo mismo es un claro ejemplo sobre la articulación de esas fuerzas que “jalan hacia orillas distintas”.
En varios textos comprobamos la importancia que concedes a la mirada: “Ante distorsiones, la mirada poliangular apara corregir el punto de vista […] Ante el miedo, búsqueda de perspectivas y escorzos, realidad es para configurar el ojo del observante” (p.39); “Mira alrededor, toda construcción alborea ya su destilación de muerte” (p.60). Un proceso de indagación del sentido de la vista sobre ideas paralizadas o muertas pero también sobre la memoria de lo vivido, es decir, ¿más que sobre la vista se fija la atención en el punto de vista? ¿Hasta qué punto cobra importancia la memoria en Observante?
Toda la importancia, la memoria es una inmensa caja de Pandora, al volver a cada recuerdo hay una distinta manera en que la mente lo trae de vuelta, volvemos a él siempre distintos, observamos, nos observamos, siempre desde otro punto, y es ese ejercicio de la sala de los mil espejos en la memoria que es el que me interesa: nunca el ojo está fijo porque las células de la vista siempre se mueven, porque el mundo no es fijo y porque podría escribir un libro entero de mil páginas del mismo recuerdo y habría algo distinto cada vez que acudo a él, aunque fuera insignificante en apariencia. La memoria es el árbol del conocimiento y los círculos del infierno de Dante.
A comienzos de otro texto podemos leer “Lo antes no visto, ahora visible” (p.22) y y en los primeros textos hemos sido prevenido (“Abre el oído”), y comprendemos que es una de las claves del libro, uno de los ejes sobre los cuales se vertebra su discurso poético, pero, tras ello, interpretamos una conciencia crítica del mundo, ¿tan desconcertante es nuestro mundo o tan ciegos somos que no vemos más allá?
Pensamos en el ejercicio de la observación solo con los ojos y no, “observamos” también con el oído, con el tacto. Cuando era niña, en los 70 y estaba de moda la soja y enseñar a los niños a estar de otras formas mi madre me llevaba a clases de digitovisión, nos tapaban los ojos y “leíamos” con las yemas de los dedos, sentíamos los colores, las formas, a veces acertábamos, a veces no. Lo importante del ejercicio para mí, a mis 10 años, fue entender que los sentidos no eran unidireccionales y monolíticos sino que estaban interrelacionados, sinestésicos. Se volvió una forma de indagación, de ahí que muchos años después la transdisciplina artística conforme parte de mi ejercicio creativo.
Las imágenes producen un goteo de frases que tienden a desplazar el significado de las palabras. Nombremos una de tantas: “Manantiales. Por debajo mana una corriente de agua, bastimento. En paraje de tular y carrizales yace el sacrificado. Todo es silencio, salvo el suspiro de la cueva” (p.32). Este es un libro donde las imágenes son cruciales, donde parece dominar lo matérico sobre lo espacial, ¿acepta su autora el riesgo a la conceptualidad, es decir, a que se pierdan los referentes, y las palabras sean sólo vuelo?
No son sólo vuelo, son enclaves y puntos de entrada y de salida, algunos con referentes históricos, como este verso que se refiere a Chapultepec y a los sacrificios humanos en la época de los aztecas. La poesía requiere de complicidades entre lector y autor, media entre ellos el poema, es su punto de contacto pero no todo debe ser dispuesto en la mesa, lo que hay en los vuelos silenciosos de lo no dicho, es el auténtico poder del poema.
Leemos: “La palabra negada como asilo, refugio o ala de ave muere sobre solario. No cristal enmohecido, tormenta en medio del bosque o ahuehuete caído. Acontecimiento más que fin”. En otro texto puede leerse: “Lenguaje sentimental acribillado”. El uso de frases breves produce una discontinuidad en el hilo de la lectura. Cierta poesía actual acusa un lenguaje afectado con imágenes trilladas. ¿Podría afirmar que se trata de una subversión contra la asunción de la pérdida de imaginación del lenguaje?
Creo que hay cierta poesía que en pos de la comunicabilidad inmediata y de estética de producto de consumo de supermarket, usa el lenguaje como moneda de cambio sin indagación ninguna y con imágenes que sean de fácil consumo y deshecho. Este no es mi caso, no me rijo por el número de followers en ninguna red ni tampoco en el “éxito” de ventas de un libro de poemas. En ese sentido estoy más cerca del arte conceptual y contemporáneo que a la poesía en boga. Mi interés es la investigación en, entre, desde y hacia, el lenguaje y su fricción con otros dispositivos y lenguajes artísticos.
En México como ocurre en España me imagino que hay una desconexión entre la adolescencia y la poesía, ¿en qué afecta a los adolescentes no entregarse a este mundo poético? ¿Podrías darnos alguna propuesta didáctica para persuadir a nuestros jóvenes y llevarlos al terreno poético?
Las Clínicas de Imaginación Poética, mejor conocidas como CLIP, son una serie de estrategias metodológicas de educación interdisciplinar que parten del poema. He publicado un libro sobre ellas, escrito al alimón con el crítico de arte José Manuel Springer, donde hablamos sobre el poder de la imaginación poética. No es necesario que te vuelvas poeta, lo que es necesario es que comprendas el poder de lo poético en el mundo, el poder de entender que lo que ves ahí, ese objeto, dígase una mesa, no es sólo una mesa, es un infinito de posibilidades. Ese es mi objetivo en mis laboratorios y talleres, dejarles a los participantes el virus contagioso de observar más allá de lo aparente.
La atracción de los lectores es siempre complicada, pero ¿cómo resulta esa relación, a grandes rasgos, en el caso de Rocío Cerón?
Tengo distintos tipos de lectores, los que leen, los que van a mis performances, los que escuchan los poemas sonoros. Me gusta pensar que son lectores multiperceptuales. Son los interlocutores finales y he recibido muy generosas muestras de ellas y ellos, eso es gratificante pero los libros, en su proceso, no están creados para ver si le gustan a uno o a otro, están escritos y producidas las obras paralelas desde la indagación personal (que es colectiva, como finalmente es todo lo humano).
¿Puedes adelantarnos algunos de los proyectos que tienes en mente?
Sacar el álbum en plataformas digitales de La observante escucha (acá pueden escuchar: https://soundcloud.com/rocioceronlab) y publicar el libro de ese proyecto. Y este año estoy escribiendo un nuevo libro, el tercero de la trilogía, que es La Observante Toca (el primero es Observante, el año pasado fue La Observante Escucha, aquí pueden ver/escuchar la bitácora: https://www.instagram.com/laobservante/) y ahora es La Observante Toca, todo el proyecto se llama Materialidades Inmateriales.
Por último, ¿podrías dejarnos uno de esos poemas que recitarás próximamente?
Quiero agradecerte Jesús, la lectura del libro. Ha sido un placer esta entrevista en “Culturamas”. Acá algunos fragmentos de La Observante Escucha:
La pulgada certera del espacio —el lenguaje que habita en ella—, los bordes de la frase final de cada libro, de cada párrafo, de cada poema. Estancia colmada. Voces. Florean violetas en la mente.
En ondas sucesivas, circulante, territorio de ruido y posibilidades; no hay error en la frecuencia, en el impacto sobre la piel. Primordial, la célula de origen de estos cuerpos se balancea entre principio y fin del tiempo. Nos deslizamos, en el sonido, para guarecernos de la intempestiva notación de la muerte.
Descansa el cuerpo sobre un paréntesis —oro umbral— método para descubrir el contorno de un silencio.