El lago del ganso salvaje (2019), de Diao Yinan – Crítica
Por José Luis Muñoz.
China lleva muchos años bregando por hacer un cine exportable y tiene una industria cinematográfica muy potente que sabe vender al exterior y comprende todos los géneros, desde el épico al social, pasando por el sentimental y el negro. Si en Asia el cine hindú es el que más producción tiene para consumo interno, China ha desbancado a Japón en consumo externo pisada por los talones por Corea del Sur. Y en el cine negro chino encontramos un nutrido grupo de realizadores como Jia Zhang-Ke, Hu Bo, Bong Joon-ho o Na Hong Jin que ya son referentes y cuyas películas llegan con regularidad a Occidente y son aclamadas por crítica y público.
El título puede sonar a lírico, pero no. El lago del ganso salvaje (porque alrededor de esa zona lacustre se desarrolla toda su trama) es una potente película de género negro, subgénero fugitivos, y también una película de amor fou. Zou Zenong (Hu Ge), que ha salido de la cárcel, lidera una banda que roba motos. Por la enemistad con una banda rival y en la refriega mata a un policía por equivocación. Los agentes de la ley montan una gran operación y ponen precio a su cabeza. Zou Zenong en su huida desesperada tropieza con la prostituta Liu Aiai (Gwei Lun-mei) que ejerce clandestinamente su actividad en la orilla del lago. Entre ambos se establece una particular relación que ambos saben que no tiene futuro y apenas presente.
Diao Yinan (Xian, 1969) actor ocasional, guionista y director de Tan negro como el carbón y Tren nocturno, arma una poderosa y a la vez sofisticada película alrededor del fatalismo y protagonizada por dos perdedores pertenecientes a sectores marginales de la sociedad. La violencia explícita, mucha en sus 113 minutos, con sangre a borbotones en los enfrentamientos (Zou Zenong atraviesa de parte a parte a un rival con un paraguas que se abre una vez ha salido por su espalda), se alterna con la ternura y el halo romántico de esa relación que establece el delincuente con la belleza del lago (eufemismo de prostituta) Liu Aiai.
En algún momento el fugitivo Zou Zenong, que se sabe muerto de antemano, puede recordar al Alain Delon de Le samurai de Jean Pierre Melville. Su desesperación y desesperanza quedan patentes en esa secuencia en la que engulle fideos de forma compulsiva, casi hasta ahogarse con ellos, ante la mirada perpleja de Liu Aiai, personaje oscuro que no sabemos si está en connivencia con el jefe policial del dispositivo de captura, el capitán Liu (Liao Fan), o toma partido por el fugitivo.
Una fotografía exquisita, iluminada con luz de neón, convierte en cuadros de insólita belleza los escenarios más cutres que uno pueda imaginar gracias a la mirada esteticista del director chino que transforma lo feo en bello y confiere una atmósfera especial a toda la película. El lago del ganso salvaje es, sobre todo, un film intimista que no rechaza la acción como esa larga secuencia excelentemente rodada del asalto policial al edificio en donde se refugia el enemigo público número uno y su fuga de él a sangre y fuego.
El código Hays particular que debe imperar en la China post-Mao no permite al delincuente salirse con la suya, pero eso no impide que Diao Yinan empatice con el protagonista. El lago del ganso salvaje habla de un sistema imperfecto que genera desigualdades y, consecuencia de estas, delincuencia. Como casi todas las antecesoras de sus colegas, este neonoir chino está impregnado de crítica social hacia el actual sistema político y bebe más del cine europeo que del americano. Una película muy recomendable para todos los amantes del género negro en particular y del buen cine en general.